Recuerdo estar en las piernas de mi padre el día que lo conocí, aunque en esa ocasión la imagen de su rostro no se quedó grabada en mi memoria. Era de noche, subí a la terraza y me lo presentaron preguntándome si quería aprender a tocar acordeón, en tiempos donde solo me inclinaba hacia el fútbol. Por tanto, a pesar de que me pareció muy llamativo el brillo del instrumento y estuvo a punto de persuadirme con la forma de hacerlo sonar, todo quedó como un momento más en la retina de un niño.

Luego pasaron los años, el sueño de ser futbolista se esfumó y la música no se me cruzó más que como una buena acompañante, hasta llegar a la edad donde las letras se apoderaron de mí y me permiten con gran satisfacción dedicarle este escrito a un hombre que, antes de ser coronado rey, fue el precursor vallenato número uno en mi hogar.

Aunque la impresión que guardo de Manuel Eduardo Vega Vásquez es la de un señor reservado y de poco hablar, cambiar esa percepción es lo menos importante, cuando lo único que espero a cambio de sus pocas palabras es el majestuoso sonido que hace salir de su amado objeto musical… acto que francamente nunca defrauda.

Acompañado de un conjunto vallenato muy de su casa, con su hermano Ricardo como cantante del grupo, es la forma cómo empecé a frecuentar su presencia. Cada vez que el maestro puso un pie en nuestras reuniones familiares se encargó de regalarnos excelentes ratos de parranda con las canciones de quienes fuesen reconocidos como los mejores exponentes del folclor, mientras él con su talento podría ser capaz de opacar a cualquier.

Sin embargo, su personalidad humilde no le da para tener la arrogancia de ponerse por encima de nadie; aunque, a nivel personal, este cartagenero siempre tuvo un reto consigo mismo, la búsqueda de un maravilloso logro que en 22 ocasiones se le escapó de las manos.

En el baúl de los recuerdos ya cuidaba del título de ‘Rey Aficionado’ ganado en 1993, otros premios nacionales que lo han llevado a romper record como el acordeonero más ganador del país, la corona del Festival Internacional de New York y ser el protagonista del cortometraje ‘El viaje del acordeón’, pero ¿qué le faltaba a Manuel Vega para inmortalizarse entre los más grandes, con todo y que tiene un respetado lugar entre los juglares?

Hacía falta el reconocimiento de ‘Rey Vallenato’, una coronación que finalmente llegó en la edición 53 del Festival de la Leyenda Vallenata, dentro de un marco atípico a causa de la pandemia.

Así pues, el 2020, como lo ha sido desde que empezó, sigue siendo peculiar y no deja de sorprender: Manuel Vega logró el primer puesto después de intentarlo durante dos décadas, en medio del primer Festival Vallenato Virtual.

¿Era necesario llegar a estas instancias? Posiblemente no, quizás en la infinidad de segundos y terceros puestos donde lo posicionó el certamen durante años alguno no era lo que merecía en realidad sino ser el número uno, pero así es la vida o como llamamos en la Costa, la rosca.

Pero, también hay un buen dicho que dice: “el que persevera alcanza”, y Manuel lo hizo, ahora sus apellidos pueden ser escritos con “v” de victoria.

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