La revista Semana publicó la respuesta de la directora de noticias del Canal Capital a las críticas del columnista Gonzalo Guillén.

En ella, Palacios insiste en que ha ofrecido resultados de rating que justifican su salario de 35 millones de pesos. Nada nuevo. Y discutible, sin ser petrista, antipeñalosista o sexista.

Lo verdaderamente nuevo son los planteamientos periodísticos que hace, y que incluyen la queja por no haberla llamado a dar su versión y haber replicado y/o reinterpretado lo dicho por Guillén; la duda de si la leerán; el control de calidad de los medios; pero, sobre todo, su concepto de la independencia editorial.

La queja por no haberla llamado para conocer su versión es justificada; por haber reseñado los ataques o las críticas de Guillén, no tanto. Lo que dijo merecía ser reseñado, así como se reseñó su respuesta.

La duda de si la leerán, planteada en el título (‘Aunque me lean pocos, el tema es Capital’), es justificada: un texto largo como ese (y como este, llamados en los bajos fondos periodísticos ‘ladrillos’) pocos lo leerán, escasamente aquellos del gremio interesados en la polémica. De la misma forma en que ocurrió con la kilométrica respuesta del director del Canal, que también publicó la revista. Palacios y nosotros debemos aceptarlo: en periodismo, los ladrillos no son edificantes.

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Sobre los controles de calidad periodística, le asiste la razón cuando justifica tener editores con experiencia, que en muchos medios brillan por su ausencia.

Pero este es el mejor aporte periodístico de Palacios: en un arrebato de lucidez que no tienen los directores de medios en Colombia, ella dice que negoció una cláusula en la que se garantizaba su independencia editorial.

Lucidez porque anticipó que alguien de la administración distrital pudiera tratar de tener injerencia en los contenidos, por razones comerciales, políticas o, simplemente, por buen gusto o conveniencia, como es la norma perversa y fórmula perdedora en muchos medios privados colombianos.

Otra discusión, que debe ser dada a la luz de un análisis de contenido emitido, es qué tanto ha usado Palacios esa independencia en Canal Capital, no para asumir una posición crítica frente a decisiones y posiciones de la administración de Enrique Peñalosa, sino, simplemente, para registrar noticias adversas a esta.

Porque, no nos digamos mentiras, Claudia: por más que exista una cláusula de independencia editorial, Canal Capital es el medio de la administración distrital (lo cual no es malo; lo malo es pretender que no lo es), y eso importa mucho a la hora de definir la agenda y los enfoques periodísticos, donde la independencia editorial parece haber sido reemplazada por la autocensura o la ‘filosofía editorial’ de solo mostrar la ciudad positiva. Solo eso explicaría el silencio frente a ciertos temas.

Un solo ejemplo, pero hay más: en febrero de 2017, Gallup dijo que el 74 % (contra 69 de la anterior medición en diciembre) de sus encuestados creía que las cosas estaban empeorando en Bogotá, y el 19 % que estaban mejorando (contra 30 % de la anterior medición).

Así mismo, que la desaprobación de Peñalosa había subido al 75 % (desde el 67 de la anterior medición) y que su aprobación había caído del 29 % al 22 %. Estos indicadores de Peñalosa son los peores de cualquiera de los alcaldes y gobernadores medidos, y solo son superados por la desaprobación al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

A pesar de lo protuberante de los resultados, Canal Capital, ¡el canal local de Bogotá!, decidió tomar de la encuesta de Gallup el ángulo del aumento en la desaprobación del presidente Santos, un personaje nacional.

Guardar silencio: extraña manera de ejercer la cacareada independencia editorial. ¿No era la Bogotá que encuadraba en el enfoque de ciudad positiva? ¿Autocensura?

Lo mismo ocurrió con el resultado adverso que obtuvo Peñalosa en la encuesta de Cifras y Conceptos hecha para Red Más Noticias y Caracol Radio en febrero: 70 % de desaprobación y 20 % de aprobación. Silencio absoluto.

Sin embargo, cuando se miran las publicaciones en redes sociales del Canal, un buen registro de su contenido, se encuentra que sí mencionó, el 31 de octubre de 2016, una cuestionable medición entre presuntos líderes de opinión, también de Cifras y Conceptos, que dejaba a Peñalosa bien calificado.

Twitter Canal Capital

Hasta El Tiempo (reconocido por su peñalosismo) y El Espectador sacaron historias tratando de explicar el porqué de la mala imagen del alcalde. Y como el descubrimiento de la desaprobación no fue de Gallup, a finales de enero la revista Semana le dedicó su apertura, calificándolo de ‘El incomprendido’. Y en esos textos se le dio el beneficio de la duda al decir que, paradójicamente, lo que tiene es un problema para comunicar.

Sin haber caído en la trampa de que hacer periodismo es hacer antipeñalosismo (porque hay argumentos para defender la administración), se habría podido hacer algo para mostrar su independencia editorial.

Que el ejemplo es único. Probablemente, no. ¿Cómo ha cubierto el tema de los títulos supuestamente falsos del Alcalde? ¿Las protestas contra Transmilenio? ¿Los atracos contra buses del SITP? Al revisar lo publicado en redes sociales es apabullante el desfile de funcionarios frente a los ciudadanos de a pie.

Frente a estos hechos, que no son los únicos, vale la pena devolverle a Claudia Palacios las mismas preguntas que formula y que la llena de pesimismo frente al futuro del periodismo, pero con repreguntas: “¿Por qué muchos ciudadanos deciden informarse a medias?” Repregunta: ¿Por qué muchos medios, como Canal Capital, informan a medias?  “¿Por qué los periodistas no hacen su trabajo? Contrastar fuentes y hacer trabajo de campo es el esfuerzo mínimo para cada producto que ose de querer llamarse periodístico…”. Repregunta: ¿Por qué Canal Capital no hace su trabajo periodístico?

Claudia, no nos digamos mentiras: la respuesta a esta última pregunta casi todos la conocemos: Canal Capital es el medio masivo de la oficina de prensa de la administración de turno. Y repetimos, eso no es malo. Lo malo es pretender que no lo es. Y como alguna vez dijo Daniel Coronell, los periodistas de las oficinas de prensa no son periodistas, sino relacionistas públicos. Si quiere matizarse esa realidad: periodistas de una sola fuente. Aquí, la fuente oficial.

Hacer trabajo verdaderamente periodístico en Canal Capital equivaldría a lo que en los bajos fondos laborales se conoce como ‘patiar la lonchera’. Y hay 35 millones de razones para no hacerlo. O un poco menos después de impuestos. Ninguno de nosotros lo haría.

Una reflexión final: para reproducir el discurso de la Alcaldía o defender sus intereses (lo cual es lícito) no es necesario asistir a los retiros del gabinete distrital, que pareciera fuera fórmula de Palacios para preservar su ¡independencia editorial!

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