El ser humano, como individuo y parte del eslabón social, sostiene una serie de relaciones e interacciones recíprocas con el entorno próximo –familiar, vecinal, laboral, fraternal–, grupo primario que sienta las bases de la correlación con el colectivo –local, regional, nacional e internacional–. Actividad política, económica y social que desde aspectos psicológicos constituyen el valor de la comunicación y la referencia del desarrollo, histórico y técnico, que permite analizar y evaluar los mensajes y actitudes del sujeto; marco de referencia que provee las consecuencias del comportamiento.

Actuación en ocasiones alejada del criterio ético, fundamentación filosófica de la moral que resalta la validez universal de los principios de responsabilidad, dignidad, honestidad, puntualidad, originalidad y solidaridad que deben primar en estos momentos de coyuntura y fundamentan el rol de la persona como parte activa de la cultura. Decisiones, en el plano individual y social, de impacto en la opinión pública, próximas a los derechos y deberes propios del ciudadano, consecuentes y fundamentados con el rol que desempeña el ser ante sus semejantes.

Matriz personal y profesional que entrecruza las actividades humanas e influye de manera directa en el proceso mental del colectivo en este momento de crisis. Satisfacción de necesidades afectivas, sociales, materiales, entre otras, que trasciende la comunicación verbal y no verbal como posibilidad creativa y original de la significación y producción de la cultura contemporánea. Elementos de juicio y valor para la interpretación de los sujetos, sus acciones y manifestaciones públicas y privadas, de manera asincrónica. Concepto y postulado del psicoanálisis ‘freudiano’ que hace énfasis en la importancia de la palabra y el diálogo –consciente, preconsciente e inconsciente– que denota impulsos instintivos del sujeto.

Interlocución que asienta hechos, pero a su vez deja latente alusiones que, por omisión, están intrinsecamente ligadas al deseo de la persona. Construcción de identidad desde las ansias de reconocimiento y protagonismo de mandatarios locales y funcionarios del gobierno central, prepotencia que camufla grandes debilidades. Vicepresidenta, ministros, senadores, alcaldes y concejales son el primer reflejo del comportamiento social; pelea de egos, trasgresión de funciones, ofensas personales que se hacen públicas y dejan en el ambiente los conflictos del poder; destellos de corrupción, malevolencias de la clase política que se ven en sobrecostos, apropiación indebida de recursos, macabras contrataciones y demás hechos que han quedado en evidencia en medio de este aislamiento.

Complejos de inferioridad que ante la pérdida de protagonismo instaura mecanismos de defensa que centren la atención de las redes de seguidores sobre una figura pública. Uso estratégico de las plataformas sociales para victimizarse, cuestionar o destruir al otro sin importar el escenario y momento; entorno en el que todos, como sociedad, deberían estar más unidos que nunca en busca de las soluciones a los problemas que tanto aquejan al colectivo; no en la difusión y propagación de ‘fake news’. Estímulo del morbo que desde la percepción visual y auditiva enciende respuestas de pauta fija a las acciones.

Complejo escenario de incertidumbre y angustia en el que el sujeto satisface sus necesidades comunicativas, de reco­nocimiento y amistad, al tiempo que suma la concurrencia de afugias económicas que ya existían y ahora se complejizan con el confinamiento a consecuencia del COVID-19 y el desdén del sector bancario para contribuir con soluciones a la crisis. Problema de consecución de recursos e inversión, que ya delinea un reforma tributaria para honrar los compromisos adquiridos por el gobierno desde el erario para afrontar el problema; realidad latente que aflora en el comportamiento grupal, de la sociedad, un fenómeno de oposición a la política estatal por el valido temor de la desviación de dineros ya recurrente en el entramado social colombiano.

Instinto de subsistencia en el que se adapta el sujeto a un nuevo equilibrio social; entorno en el que las personas no son capaces de comprender que el cuidado es de todos, que mientras los muertos no sean sus muertos no se entenderá la gravedad de lo que se está viviendo. El sentido común no permite comprender cómo es posible que desadaptados salgan a la calle a propagar el virus por no conservar la cuarentena, extranjeros en carros de lujo circulando por las carreteras colombianas o el médico que llega de Brasil, y sin respetar las restricciones, asiste a reuniones sociales y contagia a otros galenos, viola su labor de compromiso social. Estado de inconsciencia que refleja lo poco que ha servido ver los ejemplos de Estados Unidos, España, Italia, Ecuador, entre otros países donde el virus superó todo lo imaginable.

Es claro que esta pandemia deja tareas pendientes, el reformular las bases del estamento educativo colombiano para encausar la formación de seres que comprendan su función social, restituir la concepción de familia y la constitución de lazos fuertes y sinceros de amistad. Sujetos que son eje articulador del componente cultural y velan por la armonía, orden y respeto del otro que comparte un escenario común. Replantear la cotidianidad ha permitido el recobrar tiempo de calidad entre las personas en el hogar, desde el optimismo fortalecer los momentos de flaqueza, compartir espacios de trabajo, y en los momentos de ocio desempolvar pasatiempos y juegos que, por el agite del día a día y la irrupción de la tecnología, se habían perdido.

La particularidad del momento demostró que este tiempo, cuando más amigos se tiene desde los escenarios digitales, es el momento de mayor soledad del ser humano, personas que desde su anonimato ven pasar las horas, y los días, en su solitario aislamiento. Instantes de intimidad en los que la incertidumbre acompaña los pensamientos y reflexiones del papel, que representa su existencia para familiares y amigos, desespero que se excita en las ventanas y balcones al ver a otros haciendo ejercicios, celebrando cumpleaños o fechas memorables, niños cumpliendo con labores escolares al lado de sus padres, mascotas cariñosas y abuelos haciendo galletas y pasabocas.

Es claro que la radio y los medios de comunicación recobran un papel preponderante en la agenda de consumo de los ciudadanos, escenario de interacción y socialización que permite escuchar diferentes voces que abordan el flujo informativo y colman las expectativas de entretenimiento. Gran compañía, en todo momento, que despierta el teatro de la imaginación y crea historias; nuevas narrativas desde las que funge un mundo y escenario para construir luego de este alto en el camino que pide reinventar la sociedad y el comportamiento propio al interior de la cultura.

De cada uno depende cambiar la actitud y permitir que las buenas costumbres permanezcan, las rutinas que ahora se adquieren se deben interiorizar y constituir en hábitos que reestablecen el orden perdido. Mejores sujetos para una nueva sociedad que, desde el cambio particular, deja de lado las aversiones y promueve la transformación de un estado en donde todos tienen su espacio en las dinámicas productivas; metamorfosis de concebir los procesos políticos, económicos y sociales donde no tienen cabida los malos instintos de la clase dirigencial y los repudiados que hacen caso omiso al peligro e irresponsablemente propagan el virus al interior del colectivo colombiano.

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