El tema con internet, y particularmente con las redes sociales, es que se perdieron las dimensiones. ¿Si usted, que lee este artículo, llega a un bar mostraría el álbum de fotos de su hijo menor de cinco años? Por más orgullo y alegría que tenga, probablemente no lo haría. Quizás sí, depende de la felicidad. Si trasladamos el ejemplo al ámbito virtual, ¿usted publicaría fotos de sus hijos en redes complejas como Twitter o Instagram?

Utilicemos algunas cifras para entrar en contexto. Según la empresa de ciberseguridad británica Nominet, los padres publican una media de 1.500 fotos de sus hijos en las redes sociales antes de que cumplan los cinco años. Además, el 92% de los niños menores de dos años ya tiene huella digital. Sumado a esto, un tercio de las madres de menos de 34 años tienen cuentas en Facebook a nombre de sus hijos antes de su primer cumpleaños.

Según la encuesta ‘The Age of Consent’, realizada por McAfee, el 30% de los padres publica una foto o vídeo de sus hijos a diario. Y el 12% lo hace hasta cuatro o más veces al día. Para ser justos, la moda de mostrar fotos de los hijos no es nueva, pero sí se volvió un arma de doble filo. Y así, comienza la historia.

William Rincón

Artículo relacionado

La responsabilidad de Facebook en las masacres de Nueva Zelanda y Brasil

Fabián Ayala, ferviente hincha de Millonarios, compartió en su perfil de Twitter un pequeño relato sobre un episodio más que desagradable. Fabián hizo parte de ese 30% de los padres que suben fotos de su hijo en redes, particularmente en Twitter que tiene mayores complejidades que otras. Su fanatismo por Millonarios no es un dato, menor. La mayor parte de los contenidos que publica tienen que ver con el equipo capitalino.

Fabián publicó una foto de su hijo y un supuesto hincha de otro equipo se burló de él. No vamos a replicar la burla y mucho menos darle un centímetro de espacio al infame. Ante lo ocurrido, el Instituto de Bienestar Familiar (ICBF) ICBF se puso del lado del progenitor e instauró la demanda por perjuicio a la privacidad de su hijo y vulneración de sus derechos. El padre tuvo que presentarse ante un fiscal para dar a conocer los detalles de este caso.

La fiscal que atendió el caso hizo dos preguntas que dejaron desarmado al protagonista de la historia: 1. “¿Señor usted da la certeza de que la información que se le vulneró fue privada o pública? 2. ¿El señor se retractó de los hechos y lo hizo por el mismo medio que causó la injuria? Las respuestas fueron: 1. La información fue en una cuenta pública y 2. El agresor se disculpó y borró el contenido ofensivo.

La funcionaria no tuvo mayor reparo en confirmar que, no valía la pena abrir un proceso judicial frente a un caso que seguramente terminaría archivado. La conclusión para Fabián no fue otra que, “no vuelvo a subir fotos o videos de un ser querido en una red social”.

Aquí, el hilo completo con la historia:

Más que debate, la historia y sobre todo el tema de fondo tiene que llamar a la reflexión. ¿Cómo padres realmente dimensionan lo que ocurre cuando suben la foto de un menor de edad a internet? Compartimos una historia tan abominable como reveladora. Un bruto puede escupir las palabras más injuriosas contra un hijo (un menor de edad) y no existen leyes o regulaciones que supongan un castigo ante este actuar. Y no es una cuestión de la justicia o las leyes colombianas. Hablamos que muy pocas legislaciones, por no decir ninguna, están adaptadas a estos tiempos de hiperconexión.

William Rincón

Artículo relacionado

De las ‘Fake News’ a los ‘Fake Videos’

No soy amigo de los extremismos. No se puede condenar a un padre por compartir una alegría, como es tener un hijo o ser testigos de su crecimiento, en una red social. No hay nada malo en eso. El llamado es a la reflexión. Muchas veces, los recuerdos son más felices si no se cambian por Likes. *Inserta el emoji del miquito.

 

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.