«TENEMOS QUE GANAR O GANAR». Una sentencia optimista, pero irregular si se trata de observar el uso correcto del idioma. La vocal o funciona en este caso como conjunción disyuntiva, eso significa que denota diferencia, separación o alternativa entre dos o más personas, cosas o ideas. En el ejemplo, alguien sentencia que hay que ganar, o seguramente ello traerá consecuencias; verbigracia, «terminaremos de últimos». No es preciso repetir el verbo ganar, por cuanto no ocurre ningún enlace en esa disyunción lógica. Es suficiente con decir: «Tenemos que ganar». La fuerza está en la obligatoriedad que encarna la expresión para el efecto que se le quiere dar con la otra forma. A propósito de la vocal o como conjunción disyuntiva, ya no se usa con tilde cuando va entre dos cifras. Ejemplo: 45 ó 60. Ahora se escribe: 45 o 60.

«¿LO VAN A REMATAR POR CULPA DEL SATÁNICO SISTEMA UVR?». Pregunta en un comercial de radio. Es preciso hacer dos observaciones: primera, no es a una persona a quien rematan por acusar mora en el pago de las cuotas mensuales (sistema UVR de vivienda), el rematado es el inmueble adquirido. Se dice que una persona fue «rematada» cuando es blanco de uno o varios disparos a quemarropa luego de haber sido herida gravemente. Segunda, aunque sea muy directo el mensaje para abjurar de ese sistema de crédito hipotecario, no parece adecuado el uso del adjetivo satánico; ese sistema no tiene nada de lo que el término insinúa, ni tiene orígenes en Satanás, sino en hombres comunes y silvestres que lo adoptaron como mecanismo de financiación para venta de vivienda. «¿Le van a rematar su casa (o inmueble) por culpa del sistema UVR?» es una locución aconsejable para ese caso. U otra que denote el mismo sentido.

 «LA CARNE ASADA O POLLO AL HORNO». Otro comercial de radio empieza haciendo referencia a esos dos productos, y prosigue con otros de una lista ofrecida por un restaurante. Todos de muy buena sazón y precios razonables, según dice el comercial. Pero el anuncio advierte una falla: «cojea» la oración gramatical puesto que para el sustantivo carne se usa antepuesto el artículo femenino la, como corresponde, pero el sustantivo pollo carece del artículo masculino el. Así se haría referencia a una carne determinada y a un pollo determinado, pues esa es la función de esos artículos gramaticales. La verdad es que será mejor omitir los artículos: «Carne asada o pollo al horno… etcétera». Seguramente esos dos alimentos sabrán más suculentamente; y el idioma también preservará su mágico «sabor».

 «NO ES UN TEMA PARA PUPITRIAR». Con esta expresión un congresista advertía alguna vez que el libre comercio de Colombia con otros países no debería ser aprobado como estilan hacerlo sus colegas en el Congreso de la República con los proyectos de ley. Buena la advertencia del parlamentario, pero es impreciso el uso del término que acuñó, por cuanto no existe en castellano «pupitriar». Ni es verbo transitivo siquiera. Si con algunos debates sobre temas espinosos muchos de ellos se enredan, con la conjugación de un verbo espurio como «pupitriar» quedarían exhaustos los nunca bien ponderados legisladores.

«EL INVIERNO HA RECRUDECIDO». Dado que recrudecer significa que hay incremento de algo malo o molesto, no es correcto emplear esta locución cuando se hace referencia a un solo aguacero que ha dejado algunas consecuencias, o cuando una temporada de lluvias apenas comienza. Bastará saber qué tantos días ha estado lloviendo pertinazmente para determinar si el «invierno ha recrudecido» o no. Porque si se trata de un aguacero aislado (por más que haya sido devastador), mal puede hablarse de recrudecimiento. Si son varias descargas pluviales y las últimas de la serie son más azarosas y perturbadoras, entonces sí hay recrudecimiento, esto es, incremento en la fuerza destructora de los torrenciales.

«¿CÓMO ME DIJISTE QUE TE LLAMABAS?». Esta pregunta es común entre miles de colombianos. Cualquier persona sigue manteniendo su nombre a pesar de que a otra persona se le haya olvidado. En caso de que se nos formule esta pregunta, podríamos responder: «Excúseme usted, yo todavía me llamo fulano de tal». Lo preciso es preguntar en tiempo presente: «¿Cómo me dijiste que te llamas?». O más directamente: «¿Cuál es tu nombre?».

«MI AMIGA RUPERTA SE OPERÓ LAS TETAS, AHORA LAS TIENE MÁS GRANDES». Aunque Ruperta sea ágil para muchas cosas, queda la duda de si ella puede practicarse una intervención quirúrgica, máxime si es una de tales magnitudes. Lo lógico y preciso es: «Mi amiga Ruperta se mandó operar las tetas, ahora las tiene más grandes». Así se indica que fue un cirujano especializado quien se encargó de la operación. Con esta clase de oraciones hay que tener cuidado, algunas personas le introducen la preposición ‘a’ entre los verbos ‘mandó’ y ‘operar’ (mandó a operar). Así lo que dicen es que una dama, que no acepta las glándulas mamarias que le dio la naturaleza, se dio la orden a sí misma de hacérselas operar de un médico. Algo así como: «Oiga, hágase operar esas teticas». Y ella misma se respondió: «Sí, señora. Ya mismo voy corriendo adonde el cirujano».

¡Hablar y escribir bien: el reto de hoy!

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