No me refiero a ese silencio que llega cuando bajamos el volumen de la música o nos alejamos de las ciudades y su contaminación acústica. Hablo del silencio que nos obliga a callar ante lo incómodo.
Todos tenemos un tema del que preferimos no hablar. Algún episodio de nuestra vida, muchas veces doloroso, que nos produce vergüenza, o que contradice nuestras máscaras, la imagen que vendemos ante los demás, que podría revelar nuestro lado oscuro. Esos son los silencios individuales.
Se vuelven colectivos cuando comienzan a imponerse. Un padre que prohíbe a sus hijos hablar de un hermano. Una abuela que se levanta de la mesa cuando alguien le pregunta por su infancia en medio de la guerra. Un esposo que no da muchos detalles sobre su trabajo al servicio de las fuerzas de seguridad del Estado.
Luego están los silencios que trascienden las familias y se enquistan en espacios más amplios: los barrios, los pueblos, las ciudades y los países. Son utilizados por los gobiernos, las iglesias y los grupos de poder para encaminarnos hacia el olvido, bajo la lógica de que aquellos hechos que no se cuentan no existen.
Pero la verdad y el pasado siempre encuentran una manera de manifestarse. El silencio es una enfermedad que provoca heridas profundas. Como el cáncer, no solo carcome el alma de quien decide o es obligado a callar, también salpica a su entorno al convertirse en odio, miedo y frustración.
Hay quienes tratan de sanar esas heridas. Una de ellas es la escritora y documentalista sonora Isabel Cadena Cañón, creadora del podcast español ‘De eso no se habla’, una serie que cuenta las historias que se esconden detrás de los silencios y lo que ocurre cuando se rompen. Dice la creadora que sus piezas tratan de unir los puntos entre los silencios personales y los silencios colectivos.
En el prólogo Isabel nos revela las razones por las que decidió emprender esta cruzada.
Cuenta que sus silencios empezaron en casa a los ocho años cuando su madre murió. Cada vez que le preguntaba a su familia por las causas de la muerte nadie contestaba. Le decían que era mejor dejar así, que para qué quería saber y que eso podría causarle daño.
Con el tiempo notó que su familia no era la única acostumbrada a guardar secretos y que muchos de ellos estaban relacionados con las heridas que dejaron en España 40 años de franquismo.
Así que el primer episodio nos presenta a Rosana, una profesora decidida a reconstruir la misteriosa vida de Manuela, su madre, en particular de una relación amorosa que marcó su juventud. Aquí nos trasladamos a la España de los 40s, a una sociedad que castigaba y estigmatizaba a las mujeres que no eran esposas ni madres.
Con esta historia podemos entender las consecuencias del silencio y lo que ocurre cuando se decide romperlo, porque eso es lo que hace Rosana: escribir sobre su madre para entenderse a ella misma.
Hasta el momento Isabel y el equipo de ‘De eso no se habla’, han publicado seis episodios. Cada uno es una experiencia sonora particular. Ningún episodio se parece a otro. Esta es la prueba de que el podcast es un formato íntimo, capaz de trasladarnos a otros mundos, porque con esta serie también podemos conocer lo que significa vivir en un campo de refugiados Saharaui, ser hijo de un nazi o vivir en prisión.
Cada personaje es una oportunidad de revisar nuestros silencios, los individuales y los colectivos. Es difícil no escucharlos y pensar en los secretos de nuestros padres y abuelos. Es muy probable que los hayamos identificado, pero ¿estaremos dispuestos a romperlos?, ¿seremos capaces de remover las heridas?, ¿en realidad queremos sanarlos?
Puede ser que escuchar las historias de quienes se han atrevido a hacerlo nos inspire para iniciar el camino.
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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.