Voy por las calles, el transporte público, parques, restaurantes y todos los espacios posibles con una grabadora en la mano. Es común que alguien la mire extrañado o me pregunte: ¿cómo se llama ese aparato? Muchos están familiarizados con las cámaras de video y fotografía, pero pocos saben cómo se ve una grabadora de audio. 

Eso dice mucho sobre el lugar que le damos al sonido en nuestras vidas. Lo normal es que lo consideremos un complemento de la imagen, un accesorio que por sí solo no dice nada, sobre todo cuando no hay palabras ¡Vivimos en una sociedad hipervisual!

Pero el sonido dice mucho sobre nosotros. Seamos o no conscientes de ello. Por un sonido puedes saber qué tipo de espacio habita una persona -más allá de si es del campo o de la ciudad-, su oficio, si vive sola o tiene una familia en la que todos se insultan al mismo tiempo, y si somos más atrevidos, hasta su estado mental. Porque, ¿quién no estaría loco si vive cerca de un aeropuerto o al lado de las vías del tren o la carretera principal?

Durante varios años mi sonido favorito fue el canto de los gallos que despiertan a los campesinos en las zonas rurales de Colombia. Es el despertador de la naturaleza. No hay manera de hacer una entrevista en el campo sin que los gallos reclamen protagonismo. Da igual que la conversación sea presencial o telefónica, siempre estarán ahí.

Nunca he vivido en el campo, pero sí he tenido la fortuna de visitar algunas regiones, y más allá de las entrevistas de periodista, tomarme un tintico, hacer visita y escuchar. Escuchar a mis anfitriones y al mundo que los rodea: los ríos, la lluvia, los frutos que caen al suelo, y por supuesto, los animales de sus granjas. 

Todo eso es lo que el artista canadiense Murray Schafer engloba en un concepto poderoso: el paisaje sonoro. Yo lo entiendo como ese universo de sonidos que definen un lugar y lo hacen único.

Más que sonidos intento grabar paisajes sonoros. Me gusta pensar que más adelante podré compartirlos con otros, crear con ellos una historia y guiarlos a un viaje en el que solo necesitarán unos auriculares para transportarse a otro lugar. Lo cierto es que la mayoría de mis registros quedan guardados en carpetas, a las que poco acudo. Pero de vez en cuando, cuando la historia surge, sé que ahí están.

No es necesario ser periodista o trabajar en el mundo del audio para disfrutar del ejercicio de sentir con los oídos. En este momento usted puede hacerlo. Aléjese por un momento de sus pantallas y preste atención a los sonidos, ruidos y silencios que lo rodean. Detrás de cada uno de ellos hay una historia y usted la puede descubrir.

Y si tiene la mala fortuna de habitar un entorno contaminado y poco inspirador, podría ir a la web a escuchar algo que signifique para usted. Desde las olas del mar -hay miles de clips en Youtube y otras plataformas-, o una pieza sonora más elaborada que puede presentarse en forma de podcast.

Me gustaría recomendarle un podcast para empezar. La serie Viajes Inmóviles de la periodista colombiana Laura Ubaté. En cada episodio nos propone visitar un lugar nuevo. Podemos ir a Machu Pichu en Perú, a Río de Janeiro en Brasil o a la capital del mundo.

La idea nació durante el primer confinamiento. Ante las restricciones físicas para viajar, Laura acudió a su colección de paisajes sonoros para recrear sus experiencias de viaje convirtiéndonos a nosotros en protagonistas. Nos recordó que por más limitados que estén nuestros cuerpos, siempre tendremos la capacidad de volar gracias a nuestra imaginación y ahí es cuando el sonido se convierte en nuestro héroe.

Soy de las pocas personas que he podido viajar en los últimos meses. Llegué a Valencia, España, inspirada por el universo sonoro. Aquí viven la mayoría de los podcasteros que admiro. Y aquí, me di cuenta de que tengo un nuevo sonido favorito: las risas de los niños que juegan en un parque y que me recuerdan que la vida siempre buscará la manera de recuperar los espacios que por diferentes razones quedan vetados.

Y para usted ¿cuál es su sonido favorito? ¿A qué suena su vida?

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.