Desde hace ya unos años acudo sin falta al Hay Festival de Cartagena. Sin embargo, este año, por esas cosas inexplicables de la vida, no pude asistir. Por entonces – enero de 2020 – me quedaban doce meses por delante y múltiples ferias del libro a lo largo y ancho del país, así que, dándome ánimo, me dije: “a disfrutar este año y ya habrá Festival para el año próximo”. Y, así, sin poder predecirlo… llegó La Pandemia…

Y, por cuenta del coronavirus, así se quedaron truncados mis ferias, festivales, ferias del libro, conciertos y eventos culturales, etc…. Y, como si fuera una anticipación bíblica, todo fue negro: como en el principio de los tiempos, al principio de la Gran Pandemia, no había nada, todo era oscuridad.

Hasta que, de pronto, con una timidez inicial, empezaron los aplausos nocturnos, los conciertos musicales, luego algunos conversatorios entre escritores, periodistas, gestores culturales etc.… después llegaron lanzamientos virtuales de libros, que ya en el pasado había disfrutado a través de Facebook o Instagram Live cuando no alcanzaba a llegar a la librería de turno para el efecto, las obras de teatro y similares, los clubes literarios virtuales, y por último, las ferias culturales y de los libros. Mi alma literaria no podía de la emoción.

Como decía Cristina Fuentes, la Directora Internacional del Hay Festival, definitivamente era y es clave preservar estos espacios de pensamiento, en que se pueden imaginar mundos mejores.

Y así, me fui inscribiendo a varios de los conversatorios literarios más alucinantes que me hubiera podido imaginar. Los de Alberto Bejarano en Ilustre.co., los de Planeta, los de Me Gusta Leer Colombia, los de la librería Casa Tomada, los del Museo de la Mujer en México, los de la UNAM, y no sigo porque no quiero ser injusta con todos aquellos en los que he estado y no alcanzo a enumerar.

El último de ellos, un sueño hecho realidad virtual: El Hay Festival de Querétaro. Solo hizo falta inscribirse en la taquilla para que llegara el link de Zoom al correo, y todo el evento fue virtual y gratuito. Y las sesiones fueron grabadas y estuvieron disponibles hasta unos días después en las páginas de las redes del Hay Festival en español; aún están colgadas algunas de ellas.

Estoy segura de que muchos de sus artistas protagonistas, por su edad, no hubieran ido presencialmente a un Festival; pero, virtualmente, ha sido maravilloso oírlos, verlos, sentirlos. Con todas las fallas que pueda tener la conexión virtual – como la charla de Ida Vitale, o el mal moderador de turno – como el caso de Carmen Boullosa con Salman Rushdie, acudir a las charlas del Festival, fue una experiencia inolvidable. Muy distinto a ingresar a YouTube y verlas “trasnochadas”: La emoción del “en vivo” o de saber que uno/a u otro/a artista hizo la grabación expresamente para los que estábamos allí pendientes de sus palabras o de su música… fue algo extraordinario.

También por supuesto hubo un relanzamiento de charlas clásicas de los Hay Festival anteriores, entre ellas la que más disfruté: el conversatorio de 2015 de Kazuo Ishiguro (Reino Unido/Japón), Premio Nobel de Literatura 2017, autor de clásicos contemporáneos como Lo que queda del día (no olvidaremos jamás a Emma Thompson y Anthony Hopkins en esa película de 1993) o Nunca me abandones con Martha Kearney sobre El gigante enterrado, una novela de amor, guerra y revancha, ambientada mitológicamente en la antigua Britania en la Edad Media. Ishiguro nos narra de la forma más inocente su desesperación al escribir, su camino, entre y trágico y cómico, para llegar a estas obras maestras. Todo ello en una de las más amenas charlas que haya tenido Hay Festival alguno.

Ahora bien ya con el festival en vivo, fue imperdible el conversatorio entre el peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, y Raúl Tola el jueves 3 de septiembre, fue de un nivel superior. Vargas Llosa presenta su más reciente libro, Medio siglo con Borges (2020).

Vargas Llosa nos confiesa sus enormes diferencias con Borges. El Nobel, que creía en la literatura como una herramienta para salvar el mundo, en una literatura comprometida, se encuentra en cambio con un Borges que creía en la literatura como salvación en si misma, no como herramienta de salvación del mundo, que solo escribía literatura fantástica con preocupaciones no políticas sino orientadas al tiempo, preocupaciones que entraban en contradicción con el mundo de Sartre y el existencialismo, que era el mundo vargasllosiano. En su amena charla nos cuenta cómo fue un shock encontrarse con un escritor tan distinto, pero tan bueno: ese disfrutar de él sin reconocerlo. Una relación en donde lo que prevaleció fue el encanto literario y la originalidad.

Nada como ver a la activista y escritora pakistaní Malala Yousafzai ganadora del Premio Nobel de Paz en 2014 por sus esfuerzos a favor del derecho a la educación femenina, en especial en la infancia, su experiencia de supervivencia a un atentado en contra de su vida en Pakistán en 2012. Su sencillez, la sinceridad de su experiencia, sin tratar de ser una heroína sino una mujer común ayudando a otras mujeres. Y es que, ahí, uno descubre que nuestra Malala, la de las fotos de antaño, ahora es una mujer madura, que estudió Filosofía, Política y Ciencias Económicas en el Lady Margaret Hall College en Oxford y, hoy en día, es doctora honoris causa por la Universidad Kings College de Halifax, Canadá.

La increíble Ida Vitale, la traductora, ensayista, crítica literaria y poetisa uruguaya, hablándonos de las ventanas y los apartamentos “oprimentes” de ciudad de México (al mejor estilo de Le Corbusier), de cómo imagina ella el mundo después de este remezón llamado pandemia. Yo la he llamado “La Gran Pandemia”, porque estoy segura de que mis nietos me preguntarán: “Abuela, ¿Y tu viviste en la época de La Gran Pandemia? Cuéntanos. Y yo les contestaré que sí, y les relataré de este encierro, mas no de lo grande que fue, sino de lo pequeña, pero si de lo perturbadora que fue para nuestras vidas. Al mejor estilo de la monumental Siri Husvedt en su conversatorio inteligente y pleno de filosofía contemporánea con Elvira Liceaga.

El actor, director de cine y productor Gael García Bernal (México), el mismo de Diarios de motocicletaLa mala educación o Amores perros, conversando con XXX de su último trabajo, Chicuarotes, una película que cuenta la historia del “Cagalera” y el “Moloteco”, dos amigos que terminan enredados en una serie de hechos delictivos y osados, en una mezcla de miedo, violencia y desamparo.

Y por último, los conciertos del Cuarteto Piatti y de Julieta Venegas, uno sofisticado y otro intimista, fueron el broche de oro con el que cerró este maravilloso Festival al que, estoy segura, volveré presencialmente… Porque los Hay Festival son un mundo cultural para el que me digo: trabajo todo el año para estar en los Hay Festival… Y este, gratuito por demás, fue asombroso. No se pierdan el próximo que viene, el Hay Festival Segovia (España), en la semana del 17 al 20 de septiembre… disfrutar en digital no solo no es tan difícil, sino que el gusto que se le puede llegar a encontrar es todo.

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