He visto un montón de comentarios, en mi concepto, errados y exagerados con respecto a los abusos. Si bien no tengo derecho a juzgar el dolor de ningún ser humano, en calidad de mujer abusada tengo una opinión y una experiencia.

Me gustaría que todo lo que tiene que ver con sexo fuera divertido, caliente y excitante, pero no pasa. Desde que me acuerdo, los hombres (y no en general, pero sí la mayoría) se han criado pensando en que su placer es una de las cosas más importantes en su vida y en el mundo, que las mujeres necesitan saber lo dura que se les pone cuando ellas van pasando por la calle, el incontrolable deseo de agarrarle el culo porque es redondo y provocativo, el deseo imperioso de acumular experiencias sexuales sin importar lo que tengan que hacer para conseguir ‘la presa’.

Fui abusada desde los 3 años por mi padrastro y, como es común, decidieron creerle a él y no a mí. Una niña no tiene tan desarrollada la capacidad argumentativa y las familias no quieren ni necesitan saber que los violadores están dentro del núcleo de la sociedad. Él decía que era nuestra forma secreta de amor y que nadie lo tenía que saber. Su placer era más importante que las consecuencias que eso iba tener en mi vida. Hay mujeres que se traumatizan y no se vuelven a acercar a un hombre. Yo soy de las que no aprende tan rápido y seguí exponiéndome sin saber que de ese amor secreto quedó la primera mentira con respecto al sexo, que el contacto físico abusivo era una muestra de amor.

Entender el sexo abusivo como una forma de amor hizo que más hombres adultos me tocaran, me dieran besos babosos sin que yo quisiera y me tocaran cuando aborrecía que ellos no entendieran que no quería sentarme en su pito ni tocar o que ellos tocaran nada. Pero, aunque sabía que si lo tenía que esconder no era bueno, no había aprendido nada diferente. Hoy puedo verme con compasión, pero durante mucho tiempo me eché la culpa de lo que me hacían cuando no había llegado a los 9 años.

Entonces leo hoy que si las mujeres realmente fueron abusadas ¿por qué no denunciaron? Tenía 3, mi familia no me creyó porque era imposible que eso pasara en ese tipo de familias, eso era para otras personas que no habían tenido educación, que vivían en una pobreza absoluta y no pertenecían al mundo privilegiado en el que crecí. Muchas mujeres abusadas aprendimos que el silencio es la forma de protegernos, de construir una reputación menos embarazosa porque la sociedad cataloga la pureza y la bondad por la cantidad de hombres que nos han tocado (con o sin permiso).

Yo aprendí que un beso en la boca no era la consecuencia de dos personas que se gustan, sino una forma de pagar que me llevaran a mi casa, de que me cuidaran y de amor secreto. Y en el colegio no te enseñan nada de eso, la cultura en la que crecí dice que el sexo es el más sucio y bajo de los instintos, que eso tan asqueroso se debe guardar para la persona con la que te vas a casar y que si un hombre me agarró el culo en la calle es culpa mía porque estaba muy pegado el pantalón o porque traía falda. ¡Quién te manda a ser bonita!

Y ser bonita y que te guste el sexo les da derecho a abusar de ti y, por otro lado, quédate callada porque si das tu opinión con respecto a los gustos sexuales te hace una cualquiera, una que será la moza y nunca la esposa, porque la pureza es una cualidad que solo tienen las que no cuentan su vida sexual o a las que no les ha pasado nada de esto que seguramente nos buscamos a los 3, o 4, o 100 años.

Envidio mucho a una columnista que escribió que si ella podía decir no, cualquiera podía hacerlo, yo no pude denunciarlo después de la primera vez que no me creyeron. Y para que me dejara de doler se convirtió en una anécdota más, en algo que se cuenta para escandalizar y generar simpatía, para buscar pureza desde el lado sucio, para justificar que mi sexo es diferente y que no soy mala por eso. Yo no tengo que justificar nada, no fue mi culpa de que le gustara a mi padrastro, no fue mi culpa que mi sexualidad se despertara antes de tiempo, ni es mi culpa ser abusada, sin importar lo que me haya puesto mi mamá a los 3 años, o a los 9 o lo que yo me haya puesto a los 23, 29 o 30.

Agradezco a los años y a mujeres como “Conchita”, la de Soho, por abrirnos el camino a las mujeres que escribimos de sexo sin vergüenza, que podemos tener un espacio para decir lo que muchos necesitan leer, que no estamos solas y que estamos aquí para levantar la mano y decir yo tampoco pude y está bien, nos tenemos cerquita ahora.

Columnas anteriores 

15 mentiras del porno que nos jodió el sexo

Gancho ciego: un viaje por los gazapos sexuales

Mi sexo por Ana Deuna

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.