Esas recomendaciones “técnicas y científicas”, recuerda Restrepo Satizábal en su columna del diario caleño, “hablaron siempre de los riesgos que tendría [el megaproyecto] para el medio ambiente, para los habitantes de la región y para el área que va desde Ituango hasta la desembocadura del Cauca en el Magdalena y de ahí al Océano Atlántico”.

“Medio país en el cual están asentadas millones de personas que dependen del río lleva un año pagando tributo a la urgencia de gobernadores, alcaldes de Medellín y gerentes de EPM por impedir que les quiten beneficios”, agrega, y menciona un nombre propio: “El drama se desencadenó por la decisión del gobernador Sergio Fajardo en el 2015 de acelerar su puesta en marcha ante las demoras que presentaba el proyecto y la posibilidad de perder los incentivos de la nación por incumplimiento”.

En todo caso, se declara a la expectativa por que “quienes tomaron decisiones en esta tragedia respondan por algo que nunca debió ocurrir si se piensa primero en el beneficio general antes que en las utilidades que obtendrían EPM, el municipio de Medellín y el departamento de Antioquia”.

También califica de “apresurada y sin consultas” la decisión de EPM y el alcalde de Medellín de abrir el martes pasado la segunda compuerta de Hidroituango, y critica lo que dijo al respecto el gerente, Jorge Londoño de la Cuesta: “Fue un dilema ético”.

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Con eso, para Restrepo Satizábal, lo que hizo el directivo fue “insinuar que la elección estaba entre arrasar el medio ambiente o arriesgar la vida de millones de seres humanos. ¡Qué tal! El dilema ético que debió plantearse EPM en Hidroituango está entre proteger el bien común como entidad del Estado o dejarse guiar por el ánimo de lucro. Se ve que primó lo segundo”.

Una idea similar había planteado, en El Colombiano, Ramiro Velásquez Gómez, que calificó de “crimen”, de “grave delito ambiental con serias consecuencias socioeconómicas” lo ocurrido esta semana con el río Cauca. “Inquietan esos cuentos de que se secó el río para preservar a las comunidades”, escribió en el diario antioqueño.

“Las hidroeléctricas, en particular las grandes, están cuestionadas en el mundo. Estudios recientes muy serios lo demuestran. Así hubiera funcionado bien, de todas formas afectaba la vida en su radio de influencia. Otras investigaciones (como la de la Universidad de Antioquia) lo sugieren”, agrega Velásquez Gómez.

“Pero acá es común que el gobernante desacredite lo que dice la ciencia y hasta lo ponga en ridículo. Más si hay dinero de por medio. E Hidroituango no solo generará (¿ía?) energía sino billete”, dice, y suelta una verdadera perla que lo aproxima al planteamiento de Restrepo Satizábal en El País: “Y mejor no hablar del amor del paisa por el dinero”.

“Hidroituango es, hasta ahora, un monstruo indomable. Ojalá los entes de control e investigación comiencen a señalar responsables de esta gran tragedia y a castigarlos. Ese cuento de que en Antioquia hay entidades y personas intocables debe ser pasado”, remata su columna.

Sin embargo, para El Espectador, que reconoce en su editorial los graves daños ambientales, sociales y económicos que ha provocado Hidroituango, “se debe reconocer que EPM han dado explicaciones para su actuar y tomado acciones para mermar el impacto de los daños”.

A renglón seguido, hace una extraña afirmación en la que le lanza un salvavidas a EPM, pero invita a no oír a los críticos: “Quienes desean aprovechar la coyuntura para cuestionar la eficiencia de las empresas públicas colombianas, y de EPM en particular, no deben ser escuchados. ¿Años de buena gestión desaparecen por lo ocurrido? No lo creemos”.

Pero al mismo tiempo se acaba de levantar otra voz, la de El Heraldo, que asume la vocería de la Costa Atlántica “ante un proyecto de enorme impacto” para esa región. El editorial de ese diario recoge un informe que publica este domingo sobre Hidroituango, según el cual “diversas fuentes coinciden en que la Costa no tuvo ningún protagonismo en el proceso de socialización del proyecto, a pesar de que este se basa en la utilización del río Cauca”.

Recuerda que ese cauce es el principal afluente del Magdalena, al que se une cerca de Pinillos (Bolívar). “Es decir, el Cauca, en un tramo bastante largo, es ‘costeño’, ya que sus aguas se suman al caudal del Magdalena a su paso por nuestra región y hasta su desembocadura”, reclama.

Por eso, lamenta que ese hecho no se tuviera en cuenta “cuando se decidió dejar el manejo del río Cauca, aguas arriba, a una empresa cuyo 99 % de acciones se reparte entre tres entidades ‘paisas’: el Instituto para el Desarrollo de Antioquia, Empresas Públicas de Medellín y Departamento de Antioquia”.

Y hace un llamado a los líderes costeños a pronunciarse por encontrarse esa región “ante un tema bastante serio”. Además, por considerar que el proyecto los afecta como región, reclama tener voz en él. “Es realmente sorprendente que la Costa haya permanecido hasta ahora al margen de esta obra, como si no le atañera. Como si el río Cauca desembocara en Júpiter, y no en nuestro vital Magdalena”.