Este lunes 26 de septiembre, a las 10:00 a.m., el sargento retirado de la Policía Gilberto Ávila Llano recibió la eutanasia en una IPS de la ciudad de Armenia a donde se desplazó desde su vivienda en la vereda Boquia, ubicada en Salento (Quindío). Su decisión de morir dignamente había sido solicitada desde el pasado 21 de abril, luego de 16 años luchando contra la enfermedad del parkinson juvenil. Según el sargento, su enfermedad se habría desarrollado por la exposición al químico del glifosato, con el que tuvo contacto por su trabajo en la dirección de Antinarcóticos.

Carlos Arturo López, exsargento de la Policía y veedor ciudadano en el departamento del Quindío le confirmó a Colombia+20 que el procedimiento se desarrolló en la mañana de este lunes sin ningún obstáculo ni contratiempo. También contó que algunos uniformados de la Policía le rindieron homenajes a la salida de su vivienda sobre las 8:30 a.m., como despedida. Su familia también confirmó que por voluntad de Ávila Llano su cuerpo fue cremado.

(Le interesa: Policía pagó 10 años de prisión por crímenes que no cometió; otro agente lo inculpó)

El expolicía se convirtió en el tercer colombiano en acceder a la eutanasia por una enfermedad no terminal. “Hace tres años he pensado que lo mejor es terminar con esto que llevo 16 años padeciendo. Llevo dos cirugías fallidas. Lo peor está por venir. No puedo hacer nada. Si me acuesto no puedo voltearme sin ayuda. Cada dos horas me quedo rígido. Con la pasta puedo moverme dos horas al día, que aprovecho para hacer algunas cosas”, dice uno de los documentos médicos conocidos por este diario que son parte de su historia clínica, pero que no serán publicados por respeto al paciente.

El sargento (r) expresó en varias entrevistas que su última voluntad sería que la lucha por visibilizar las enfermedades de policías causadas por su trabajo no quedaran en la impunidad. En su caso, durante los 16 años desde que fue diagnosticado tuvo que incurrir a varias tutelas contra la institución para acceder a procedimientos. Según él, varias de ellas fueron impugnadas.

Lee También

Durante sus años de servicio como integrante del grupo especial en Cusiana (Casanare), pudo consolidar un equipo de 25 personas que trabajaban con él codo a codo en esa región y en el departamento del Guaviare que constantemente vivía enfrentamientos con la otrora guerrilla de las Farc en los años 90. Comenzaron las aspersiones en 1995. “Éramos tres comandantes y dos resultaron muertos: el capitán Quintero y el sargento Rodríguez. Y otros tres resultamos enfermos de parkinson, tenemos la misma enfermedad y nos exponíamos al mismo químico en la misma época. Todos duramos más de 16 años inhalando y bañándonos con ese químico en la selva. Cuando terminaba la aspersión nos tocaba bajar a verificar que sí se había fumigado todo y ahí seguíamos inhalando el glifosato”.

En 2009, cuando el sargento todavía continuaba en la institución, fue diagnosticado con esa enfermedad. “Cuando yo informé a la Policía que tenía parkinson me dieron $30 millones. Eso fue como haberle dado un dulce a un niño. El problema no fue ese sino que después de eso se volvió una tortura acceder al sistema de salud y a los cuidados paleativos. Ni me reconocieron la enfermedad”, narra con la voz pausada y apagada. Dijo que se sintió abandonado por la institución a la que sirvió con vocación por más de la mitad de su vida.

La persona que seguirá su legado en esa lucha el sargento (r) Carlos López: la primera semana de octubre radicará una acción popular para defender los derechos a la salud de casi 100 policías, algunos que trabajaron en Antinarcóticos, y que desarrollaron enfermedades como el cáncer, parkinson y otras patologías neurológicas.

(Lea la historia completa del expolicía aquí: Expolicía que accederá a eutanasia dice que enfermedad es causada por el glifosato)