Las mismas medallas con las que fueron aplaudidos y glorificados dentro del Ejército por su supuesta buena labor fueron las que sirvieron ahora, casi dos décadas después, para reconocer ante las víctimas y ante la JEP que asesinaron inocentes aún cuando representaban al Estado que debía protegerlos.

(Lea también: Hallaron fosa común revelada por Salvatore Mancuso en la JEP que tendría 200 cuerpos)

En frente de los familiares de sus víctimas y tras escuchar las historias de madres que nunca dejaron de esperar a sus hijos, esposas desoladas e hijos huérfanos, dos militares admitieron haber cometido decenas de falsos positivos dentro de sus batallones y reconocieron, una vez más, que los hombres que asesinaron “no eran guerrilleros, sino campesinos y personas humildes”.

Se trata del mayor (r) Mauricio Ordóñez Galindo, comandante del Gaula – Valle entre el 2005 y el 2008, y del capitán Jorge Enrique Florián Díaz, quien se desempeñó como oficial de esa misma unidad entre 2004 y 2006.

Ambos decidieron entregar las medallas que les otorgaban grandes reconocimientos y que les fueron entregadas por dar buenos resultados de lucha contrainsurgente justo cuando comenzaron a asesinar civiles para presentarlos como guerrilleros dados de baja en combate.

“Esta medalla se impone a los miembros de las fuerzas armadas que han demostrado un servicio excepcional y un compromiso inquebrantable con su país, es por ello que la dignidad de esta condecoración no me pertenece”, reconoció Florián, quien también se arriesgó a decir que “quienes debíamos proteger la vida, optamos por la muerte”.

A su paso, Ordónez reconoció que mientras era militar “empezamos a construir una falsa narrativa de sus familiares, fueron seleccionados, fueron maquillados, fueron presentados como si ellos pertenecieran a una organización criminal, a la guerrilla, que era algo que en su momento nos podía generar muchos méritos” y pidió perdón a cada una de las víctimas.

Como este, la Jurisdicción Especial para la Paz también había tenido un evento similar en Medellín. Allí, el coronel (r) Jaime Humberto Pinzón, excomandante del Batallón de Infantería No. 10, le entregó a un grupo de víctimas su Medalla de Servicios Distinguidos y reconoció que no se merecía ese honor porque era responsable de varios falsos positivos.

(Vea también: Hija de fiscal asesinada en Sucre entró en ‘shock’ al saber que Salvador Arana quedará libre)

Tras ambos eventos simbólicos, las medallas quedaron en manos de la JEP y sin efectos jurídicos, por lo que los tres militares perdieron los beneficios que les otorgaban dichos reconocimientos.

En respuesta, la mayoría de las víctimas ofreció su perdón y pidió seguir diciendo la verdad: “Por favor limpien el nombre de esos muchachos que ellos no eran guerrilleros, eran muchachos pobres y humildes. No les guardo rencor, de ninguna manera, que los juzgue Dios”, les dijo a los comparecientes María Eugenia Martínez, madre del joven Andrés Angola Martínez, quien fue asesinado en el Valle por miembros del Ejército.