
Arrojando sombras de duda, una parte de la izquierda latinoamericana quiere poner en entredicho el resultado de las elecciones en Ecuador, en donde resultó ganador Daniel Noboa, e igualarlas con el descarado fraude cometido por Nicolás Maduro en Venezuela. El caso más emblemático de esta estrategia, de nuevo, es el del presidente de Colombia, Gustavo Petro, que mantuvo por un buen tiempo su silencio típico sin reclamar las actas de los comicios venezolanos, pero pide esos documentos de inmediato en el caso ecuatoriano.
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“Hay veedores extranjeros que tuvimos que proteger porque tenían temor de no poder salir. Impidieron la salida del país de un veedor argentino. Creo que el gobierno debe entregar las actas de cada mesa para ser verificadas. Hasta el momento me expresaré oficialmente”, dijo el presidente Petro después de que su canciller, Laura Sarabia, felicitara al nuevo presidente de Ecuador, dejando en evidencia que la comunicación entre el mandatario y la ministra de Relaciones Exteriores, como pasa con buena parte del gabinete, anda rota, y que la política exterior de Colombia luce improvisada cuando no incoherente.
“Se enviaron personas veedores [sic] de Colombia a las elecciones del Ecuador. Los informes que recibo son preocupantes”, sostuvo, alarmante, el jefe de Estado, a diferencia de lo que dijeron los observadores de la OEA y la Unión Europea, que rechazaron las denuncias de fraude electoral hechas por la candidata perdedora, la correísta Luisa González. Fue una “jornada electoral transparente y bien organizada que desmiente las narrativas de fraude, pero con la necesidad de afrontar reformas”, dijo el jefe de la misión de la Unión Europea (UE), Gabriel Mato, en una rueda de prensa en Quito.
“Quiero la mejor de las relaciones diplomáticas con nuestros vecinos de la antigua Gran Colombia”, agregó el presidente Petro. “Del presidente Noboa tengo buenos recuerdos y amistad. No interferí para nada en el proceso electoral y conservé mi neutralidad. Pero igual que en el caso venezolano, las cosas deben aclararse al máximo. Solo así tendré la seguridad de no equivocarme”.
Gustavo Petro no reconoce las elecciones en Ecuador
En Venezuela, para las elecciones del 28 de julio, el régimen de Nicolás Maduro impidió la verificación internacional y solo permitió que estuviera el Centro Carter, creyendo que emitiría un concepto favorable sobre la tramoya que había armado. Pero la prestigiosa institución, con amplio reconocimiento internacional, dictaminaría dos días después del robo: “La elección presidencial de Venezuela de 2024 no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integridad electoral y no puede ser considerada como democrática. El Centro Carter no puede verificar o corroborar la autenticidad de los resultados de la elección presidencial declarados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela”.
Para el Centro Carter, el hecho que la autoridad electoral venezolana no haya anunciado resultados desglosados por mesa electoral —algo que aún hoy no ha ocurrido— constituye “una grave violación de los principios electorales”. Casi nueve meses después, y con insultante descaro, la cabeza del régimen venezolano dijo que en Ecuador “pretenden imponer por la fuerza una hegemonía política” (!), y calificó de “horroroso” e “inauditable” el proceso electoral, que, según él, busca “imponer un proyecto colonialista y dominar políticamente y económicamente a una nación independizada y libertada por Antonio José de Sucre y Simón Bolívar”.
Pese a que la OEA estimó en un comunicado que “en un contexto desafiante, la población se expresó con claridad sobre quién debe conducir el país durante los próximos cuatro años, reafirmando su compromiso con la democracia y el ejercicio del voto”, el presidente Petro, en otro trino, dijo que ese organismo había señalado “irregularidades en las elecciones del Ecuador”, que en siete provincias se decretó el estado de excepción, y que el ejército “dirigió la jornada electoral, las mesas durante las elecciones, y el conteo de votos”, por lo cual “no hay elecciones libres bajo estado de sitio”, y concluyó: “No puedo reconocer las elecciones en el Ecuador”.




El manto de duda sobre las elecciones en Ecuador vuelve a dejar en evidencia el hilo conector que existe entre Maduro y el presidente Petro. El mandatario colombiano se mantuvo en silencio durante un largo periodo y solo medio año después, a comienzos de 2025, su gobierno, principalmente a través del entonces canciller Luis Gilberto Murillo, dijo que no hubo elecciones libres en Venezuela. A comienzos de abril, el jefe de Estado aseguró en Nariño: “Yo no reconocí el gobierno de Maduro y no lo reconozco”. Y reiteró que “deben hacerse elecciones en Venezuela, sin bloqueos […], y que sea la decisión libre del pueblo, cualquiera que sea”.
Frente a Ecuador no tardó tanto para solicitar las actas y emitir un concepto, a diferencia de otros líderes de izquierda de la región que saludaron el triunfo de Noboa, como el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el chileno Gabriel Boric, que dijo el lunes: “Desde Chile saludamos al pueblo ecuatoriano por su participación democrática el día de ayer. Felicito al Presidente electo Daniel Noboa por este nuevo periodo que comienza, y reconocemos también a quienes, como Luisa González, han contribuido a fortalecer el debate democrático con visión y coraje”.
Ni siquiera la izquierdista presidenta de Honduras, Xiomara Castro, muy cercana al presidente Petro, puso en duda la elección de Noboa y, por el contrario, anunció que instruyó a su canciller, Enrique Reina, para que inicie un proceso de acercamiento con el gobierno del reelecto presidente ecuatoriano, y que, “como muestra” de su “voluntad política y compromiso con la integración regional, proponga la nominación de un embajador de Honduras en Quito, que permita restablecer plenamente los canales de diálogo, cooperación y amistad entre nuestros pueblos y gobiernos”, escribió en X.
Rafael Correa, prófugo en Bélgica, se apresuró a descalificar los escrutinios electorales. “Todos saben que estos resultados son imposibles. Sacamos el mismo 44 % de la primera vuelta. Estos mafiosos hubiesen podido disimular un poquito más”, escribió en X. Pero impulsar la teoría del fraude no ha calado ni siquiera en la totalidad de su movimiento Revolución Ciudadana (RC), pues muchos de sus cuadros de dirección en el ámbito local se han desmarcado de ella y reconocen la victoria de Noboa, lo que incluso evidencia un claro agrietamiento en el correísmo.
Por ejemplo, el alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, fue el primero en aceptar la derrota de la pupila de Correa. “Si el pueblo eligió, hay que respetarlo. Más allá de que nos guste o no, el pueblo eligió democráticamente y hay que ser honestos en reconocerlo. Lo peor es ser un mal perdedor”, escribió en X. En el mismo sentido se pronunció Marcela Aguiñaga, prefecta de Guayas: “Sé que no es el desenlace que esperábamos; sin embargo, los resultados avalados por el CNE favorecen a Daniel Noboa y, mientras eso sea así y como demócrata, me corresponde reconocer esa realidad”.
A la izquierda de corte autocrático le duele la tercera derrota en línea de Correa, pues ve frustrado su proyecto de expansión y consolidación del denominado socialismo del siglo XXI en la región. Casos como el de Ecuador también vienen dejando en evidencia que hay un importante sector de la izquierda latinoamericana que adolece de uno de los peores males que también amenazan la democracia y que señaló con claridad y sencillez el alcalde correísta de Guayaquil: “Lo peor es ser un mal perdedor”.
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