Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por Luis Bello   Ago 27, 2023 - 11:51 am
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El caso de Laura Sarabia, la exjefe de gabinete de Gustavo Petro, dio un inesperado salto al plano internacional con su viaje a Washington. Allí la politóloga ha dado cátedra de violencia política contra la mujer, de la que se declaró víctima, lo que resultó ser paradójico porque en Colombia se le cuestiona por las chuzadas y la práctica de polígrafo a su exempleada doméstica, Marelbys Meza, sospechosa del robo de una maleta de Sarabia con dinero en efectivo.

Tras renunciar, hace dos meses y 25 días, a su alto cargo en el Gobierno por verse salpicada en ese escándalo, Laura Sarabia fue invitada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) no solo como panelista, sino en una especie de posición de poder, al punto de codearse con personajes como Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien la recibió en su despacho ignorando la polémica que enfrenta en Colombia.

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Dentro de esa controversia hay señalamientos de posible abuso de poder contra Sarabia, hechos por su exempleada doméstica, quien le aseguró a la revista Semana que en enero de 2023 la entonces alta funcionaria del Gobierno le pidió que se alistara porque la iban a someter a la prueba de polígrafo. “Yo le dije: ‘Laura, ¿cómo se le ocurre que la voy a robar?, no he cogido nada, ¿cómo se le ocurre que voy a coger algo de acá si sé que usted me va a poner de cabeza allá en la cárcel?, porque tiene todo el poder para meterme de cabeza en una cárcel’”, expuso Meza.

Aunque Sarabia insiste en la “inocencia de su conducta”, lo cierto es que su papel en la aparente persecución contra Meza todavía no ha sido esclarecido por la Procuraduría y la Fiscalía, que la tienen bajo escrutinio. Y con ese enredo pendiente por resolver, no deja de llamar la atención que haya acudido a un organismo internacional con una posición de víctima, lo que podría representar un método para tratar de apaciguar la tormenta que representaría el sonado regreso a su cargo en el Gobierno.

Desde el mismo día que Sarabia renunció a su cargo, el pasado 2 de junio, el jefe de Estado dejó claro que su salida representó un golpe incluso mayor que la renuncia de Armando Benedetti, su mano derecha en campaña, quien terminó enlodado –junto a Sarabia– por los audios que le filtró la revista Semana en los que mencionó la gestión aparentemente irregular de $15.000 millones en el Atlántico para la campaña presidencial de Petro.

“Mi funcionaria querida y estimada (Laura Sarabia) y el embajador en Venezuela (Armando Benedetti) se retiran del Gobierno para que desde el poder que implican esos cargos no se pueda tener la desconfianza de que se van a alterar los procesos de investigación”, aseguró el presidente.

Con esa afirmación, el mandatario intentó demostrar que le daría garantías a la justicia en las indagaciones contra su exjefe de gabinete, pero aunque técnicamente ella ahora no ostenta el cargo, este diario confirmó que en la práctica la historia es distinta porque todavía sigue realizando bajo cuerda algunas tareas para el jefe de Estado, lo que demuestra que Sarabia es indispensable para Petro en Palacio.

La continuidad de la politóloga en algunas tareas como secretaria de despacho del presidente era, hasta ahora, un simple rumor de pasillo en la Casa de Nariño, pero resultó ser una realidad. Incluso ella confirmó que la posibilidad de volver al Gobierno ha estado latente, lo que dejó en evidencia que Petro la quiere de vuelta sin importar el escándalo que lleva a cuestas, aún sin esclarecerse.

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Sarabia se refirió a su posible regreso en un comunicado que divulgó el martes, en el que primero aclaró que viajó a la capital estadounidense porque la Fiscalía certificó que no había investigaciones en su contra y luego planteó que el ente investigador le notificó el 18 de agosto sobre una citación para escuchar su versión “cuando se conoció la opción de retomar mi tarea en el Gobierno”, expuso.

Y aunque la politóloga no aclaró si volvería a ocupar el mismo cargo, el jefe de Estado ha dado pistas de que así sería. Según pudo establecer este diario, durante un reciente consejo de ministros, Petro le dijo a su gabinete que al parecer iba a tener que llamar de nuevo a Sarabia para resolver problemas que hay al interior del Gobierno, como la falta de canales de comunicación y la desarticulación entre él y las carteras ministeriales.

No obstante, esa no es una opción real en este momento debido a la novedad procesal que le comunicó la Fiscalía a la exjefe de gabinete, ya que tras ese llamado de la justicia dará su versión en una diligencia voluntaria el 5 de septiembre. Lo que está por verse es si este será un impedimento para seguir asesorando informalmente al mandatario.

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No es fortuito el hecho de que el presidente sume casi tres meses sin tener jefe de gabinete, por lo menos provisional y esa no es una carencia menor, ya que el rol del secretario de despacho es estratégico, pero no se le puede delegar a cualquiera. Es un puesto de suma confianza que resulta demandante y agotador, pues quien lo asuma debe encargarse de coordinar el día a día del mandatario y sortear sus frecuentes retrasos y ausencias.

Aunque parece un cargo imprescindible, Petro decidió quedarse sin secretario de despacho porque el aislamiento que lo caracteriza le ha dificultado confiar en alguien más para que cumpla esas funciones y, además, en su círculo de confianza no encuentra a alguien competente para esa labor.

La muestra más clara de ello, según pudo confirmar este diario, es que el mandatario no le delegó por completo las tareas de Sarabia a nadie y, en ese lapso de casi tres meses, la ha contactado regularmente. Ella, por su parte, se ha mostrado dispuesta a ayudarlo en asuntos administrativos, especialmente en lo relacionado con reuniones políticas que alcanzó a programarle antes de dejar su cargo en junio.

Una alta fuente de Palacio detalló que, por ejemplo, Sarabia se comunicó con el presidente poco más de una semana después de su renuncia porque fue ella quien le organizó los viajes a Alemania (14 de junio) y Francia (22 de junio), dentro de la agenda pública que le estructuró con reuniones y actividades políticas previstas para realizarse hasta el mes de diciembre.

Además, le sirvió de enlace para dialogar con partidos políticos y le ayudó a recoger información para construir el informe de balance de gestión del primer año de gobierno, que Petro entregó el pasado 20 de julio ante el Congreso.

“Sé que el presidente le ha pedido muchas veces que vuelva y ella lo ha pensado, pero no es algo tan sencillo porque tras el nombramiento vendría un ruido estruendoso por su regreso. Él confía mucho en Laura y en su trabajo porque en ella encontraba una ejecución más ágil y rápida, algo que actualmente no pasa con la gestión de Carlos Ramón González (director del Dapre)”, le aseguró a este diario la alta fuente que pidió la reserva de su nombre.

Y es que han sido al menos cuatro los altos funcionarios del Gobierno que han intentado asumir, sin mucho éxito, algunas de las labores que desempeñaba la exjefe de gabinete para Petro como la organización de su agenda diaria, la coordinación de estrategias de comunicación, la redacción de sus discursos y el entendimiento con algunos de los ministros.

Los funcionarios que han intentado subsanar esa ausencia son González; director del Departamento Administrativo de la Presidencia; Vladimir Fernández, secretario jurídico de la Presidencia; Susaha Muhamad, ministra de Ambiente, y Augusto Rodríguez, director de la Unidad Nacional de Protección (UNP).

Por lo pronto, Sarabia no retomará al cargo que dejó y que continúa desierto, pues aseguró que se dedicará a conocer, junto a su defensa, el contenido de la denuncia en su contra con el fin de defender su inocencia en la versión que dará ante la Fiscalía el 5 de septiembre. Y parece que Petro está dispuesto a esperarla.

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