“Es verdad que continúa el asesinato de líderes sociales en Colombia […]. Y que aumentan las amenazas. […] No es menos cierto que […] Duque ha asumido una actitud poco recia frente a los acuerdos de paz […]. Todo eso, en síntesis, es verdad. Pero, ¿llamar ‘asesino’ al jefe de Estado?”, se pregunta Martínez en su columna del diario barranquillero.
Incluso, a Duque le cobran, como lo hace Juan Pablo Calvás en El Tiempo, que se haya ido a Europa dejando atrás la grave crisis de la vía al Llano. “¿De qué tamaño debe ser la crisis para que un presidente cancele un viaje al exterior y prefiera quedarse al frente del manejo de una situación calamitosa? ¿Cuántos deben ser los muertos? ¿Cuánta gente debe resultar damnificada?”, se pregunta este columnista.
En fin, los señalamientos a Duque pueden ser de diferente talante, pero, como cuestiona Martínez en El Heraldo, “¿llamar ‘asesino’ al jefe de Estado, como lo hicieron […] en Londres los manifestantes que lo esperaron en la puerta de la Embajada de Colombia?”.
Para Martínez, “lo que aconteció en Inglaterra fue una protesta”, y aclara que las protestas “enfocan, demandan y convocan atención, pero de ninguna manera hacen sindicaciones formales”, para las cuales hay que acudir a los despachos judiciales.
Incluso, va más allá y cree que las voces que acusaban a Duque de asesino “ni siquiera favorecieron a los protestantes, pues, en primer lugar, desviaron el debate. Al final el llamado no fue sobre los asesinatos, sino sobre un presunto homicida que, de entrada, tuvo el respaldo inclusive de los propios críticos en las redes sociales: ‘Él puede ser lo que sea, menos criminal’, trinaron”.
En este punto hay que recordar que hasta Martín Santos, hijo del expresidente Juan Manuel Santos, salió en defensa del mandatario colombiano, pese a estar en orillas diametralmente opuestas de la política.
La otra equivocación que encuentra Martínez entre los que acusaron de asesino a grito herido al presidente tiene que ver con que “recurrieron a una vitrina internacional para denunciar lo que, se supone, no tiene solución en Colombia”.
Con eso, considera este columnista, “decidieron visibilizar ya no la implicación de Duque, sino la incompetencia de los tribunales, el Congreso y las autoridades nacionales para ponerle freno”. Y se burla: “¿Será que lo harán el servicio secreto londinense o las fuerzas armadas de su Majestad?”.
“Lo que hay que reclamarle a Duque es mayor autoridad y, si se quiere, entereza para garantizar la protección de los líderes vulnerables y la descongestión de los despachos judiciales en procura de investigaciones y sanciones ejemplares”, concluye Martínez. “Lo otro no es solo una equivocación monumental, sino una falta de respeto que tiene el mismo tamaño”.
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