Semejante calamidad tal vez sí “habrá sucedido en el pasado innumerables veces pero nunca con la presencia de gente”, precisaa en su columna Baptiste, bióloga experta en temas ambientales y biodiversidad en Colombia, y directora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt.

“En una situación sin precedentes, el flujo del río Cauca alcanza hoy sus niveles históricos más bajos desde que tenemos registro en tiempos humanos”, subraya, y llama la atención en el sentido de que “la discusión acerca de los impactos que esta situación trae a las comunidades y el resto del ecosistema requerirá un trabajo sereno de años, pues cada evento catastrófico que sucede en nuestra época, sea causado por nosotros mismos o por la convergencia de fenómenos de la gea, representa una condición emergente de la evolución ambiental de un territorio que debe ser interpretada a la luz de muchas visiones”.

En otras palabras, plantea que los efectos de la megaobra no se pueden establecer en el corto plazo, y hace una advertencia desoladora sobre el manejo de un ecosistema “que entra en una etapa de restablecimiento de su complejidad mediante un proceso sucesional que no conocemos: no hay referentes acerca de la manera ni tiempos en los que un río de tal envergadura retoma su funcionalidad biológica”.

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Para Baptiste, en este caso, la palabra clave es resiliencia, y plantea dos interrogantes fundamentales: “¿Cuáles son los factores que contribuirán a que el río reinicie otra fase de su historia socio-ecológica de manera que conserve su memoria y biodiversidad, pero esté adaptado a los nuevos retos de los tiempos? ¿De qué manera como sociedad ilustrada intervendremos en ese proceso para garantizar la mejor trayectoria de restauración?”.

Y pone el caso del Cauca en el plano de la problemática que padece toda la Tierra, e incluso desde una perspectiva universal por la actividad del hombre. “Todos los ecosistemas del planeta y el planeta mismo responden hoy a las presiones de transformación que la humanidad les presenta, un experimento sin parangón en el universo. Hoy tenemos un pequeño simulacro de lo que el cambio climático nos traerá como resultado inesperado de una intervención de gran escala en una cuenca hidrográfica”.

Estas consideraciones de Baptiste contrastan con el anuncio de Empresas Públicas de Medellín (EPM) en el sentido de que solo faltan tres metros para que el embalse alcance la cota 401 (este miércoles estaba en 357), con lo cual se podrá retomar el vertimiento del agua al río Cauca este viernes.

Jorge Londoño de la Cuesta, gerente de EPM, explicó que el embalse ha venido subiendo en más de un metro por día, con lo que, después de este viernes, el caudal seguirá subiendo en forma paulatina.

El escepticismo, sin embargo, inunda los espíritus de las comunidades aguas abajo del proyecto hidroeléctrico. “Ese es el decir. Pero el ir y venir, nosotros estamos en esta zozobra de que van a solucionar la problemática, pero cada día aparece una problemática más diferente en esa represa. ¿Entonces, hasta cuándo?”, dijo uno de los habitantes de la ribera en Caracol Radio.

Las autoridades también se muestran expectantes. La Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) le dio un plazo de tres meses a EPM para que responda por esta nueva contingencia. El anuncio lo hizo el director de la ANLA, Rodrigo Suárez, después de recorrer el cauce del Cauca y ver la cantidad de peces muertos, entre La Mojana (Bolívar) y el proyecto de Hidroituango.

Pero, como asegura Baptiste en su columna, solo con los años se podrá apreciar el verdadero efecto del proyecto en la vida del río y de las comunidades que dependen de él.