Edilberto Ramírez es el reflejo de muchos conductores en Colombia que están por cumplir un año sin mover su carro o que han tenido que rebuscársela con sus vehículos.

El hombre de 58 años tiene una buseta en la que transportaba estudiantes y hacía viajes privados a distintas zonas del país, pero desde que empezó la pandemia ese sustento se fue a pique porque “todo quedó cerrado”.

Para ese momento, el hombre laboraba con una empresa que tenía contratos con el colegio Gimnasio Moderno y algunas instituciones distritales, pero cuando empezaron las clases virtuales él tuvo que guardar su carro y esperar.

Ante la falta de empleo cambió de empresa porque “donde la tenía antes no dejaban usarla para otros servicios. En la nueva sí me dejaron, pero no salió nada”, le confesó a Pulzo el conductor.

Pero ese cambió implicó una gran inversión: “Tocó comprarle el Soat, la tecnomecánica, el seguro extra y contractual, hasta refrendar el pase. Un gasto que no hice para nada, para quedar en ceros otra vez. Eso me salió por casi tres millones de pesos“, explicó.

Con la reactivación en los colegios creció una nueva ilusión para él porque le dieron una extensa ruta en la que debía transportar 14 niños al colegio Virrey Solís, pero en solo cuatro días hubo una deserción de ocho estudiantes así que otra vez se quedó sin trabajo.

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“Empecé el martes (22 de febrero) en la tarde y el último servicio fue el viernes (26 de febrero) en la noche. Al final terminaron solo seis niños y uno entiende que no funciona para pagarle a la monitora, para el carro y para la empresa”, aseguró.

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Otra entrada con la que algunos conductores de busetas particulares es con viajes a grupos empresariales, familiares o de amigos, pero esa tampoco ha sido una alternativa que funcione en época de pandemia.

Se comunican conmigo, pero la gente llama, cotiza, dicen ‘cualquier cosa le avisamos y no aparecen más. A la gente se le hacía muy caro porque por un viaje a Melgar, por ejemplo, solo podían ir máximo 17 personas y yo cobro lo normal teniendo en cuenta que se debe pagar ACPM, peajes y demás, así que no les puedo hacer mucho descuento y por eso algunos se molestan”, le contó a este portal Edilberto.

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Aunque su buseta tiene 25 puestos, para cumplir los protocolos solo puede llevar 17 personas y esa ha sido la mayor dificultad para llegar a acuerdos con los posibles usuarios.

La mayoría de los que trabajan son de 40 pasajeros y cargan 30“, asegura, razón por lo que le toca “tener guardada la buseta porque no hay ni viajes, ni colegios”.

En las últimas horas, su hijo hizo una publicación en Twitter para promocionar el transporte de su padre y eso ha servido para que al conductor lo llamen muchas personas y aunque muchos están interesados en contar con sus servicios, solo en las próximos días sabrá si puede concretarlos para así recibir una entrada económica necesaria que le ha sido esquiva desde hace casi un año. 

En la empresa en la que estaba creo que llegó una ayuda del Gobierno, pero en el tiempo que estuve me pagaron solo dos meses, no sé si hubo más ayudas, pero uno cómo hace para verificar eso”, aseguró.

El hombre, quien debe alternar su trabajo con el cuidado de su esposa que sufre algunos problemas de alzhéimer, se mantiene positivo e ilusionado que la gran acogida que ha tenido el mensaje de su hijo le sirva para poder trabajar en estos momentos en los que los que varios sectores de Bogotá y sus alrededores se están reactivando.