El primero en ocuparse del tema fue Germán Vargas Lleras en El Tiempo, para quien los reproches al arribo al país de 53 integrantes de la Brigada de Asistencia a Fuerzas de Seguridad del Comando Sur de Estados Unidos, para asesorar a Colombia en la lucha contra las drogas, es “una tormenta con claros fines políticos”.

Vargas Lleras dice en su columna que es “falso” el planteamiento de los que protestan por la llegada de los militares estadounidenses en Colombia, según el cual se trata de “una provocación, una amenaza de guerra internacional”.

“Si así fuera, no hemos escuchado nada de esos críticos frente a la presencia en Venezuela de 8.000 efectivos cubanos, entre asesores, generales, oficiales y hasta miembros de la guardia presidencial”, les pregunta el exvicepresidente. “Y ni decir de los militares y asesores rusos presentes en el Táchira, Aragua, Anzoátegui y Caracas, y aquellos de la base aérea Manuel Ríos, desde donde operan los aviones Sukhoi. ¿Y de la presencia de asesores militares chinos en el Comando Cíber de Caracas o iraníes en la base Libertador? Ni una palabra”.

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Por eso, si bien el objetivo de los militares del Comando Sur es cooperar en lucha contra el narcotráfico, a Vargas Lleras le parece que “el mensaje de una alianza poderosa y confiable con EE. UU. no es malo en el frente internacional”, mientras que en el plano interno “es una notificación a quienes persisten en la ilegalidad, como las disidencias de las Farc o el Eln, de que serán enfrentados con todas nuestras capacidades y las de nuestros aliados”.

Y se pregunta si “aquellos que tan airadamente protestan y se rasgan las vestiduras, Constitución en mano, ven con simpatía el régimen dictatorial de Maduro o quizás a algunos de sus aliados en Colombia”.

Por su parte, Lorenzo Madrigal, en El Espectador, también lanza un interrogante a los críticos de la misión militar estadounidense: “Si nuestros vecinos [el régimen de Venezuela], hoy enemigos abiertos, hacen despliegue de un gran apoyo internacional que enfrenta a Norteamérica, representado en fuerzas militares de tierra, mar y aire, a qué viene el escándalo por 52 uniformados […] en misión que por el momento no ofende, pero que sin duda son disuasores de cualquier ataque a nuestra democracia”.

Como Vargas Lleras, Madrigal se refiere a la presencia, sin identificarlas, de potencias extranjeras en Venezuela. “Se sabe que hay en la cercanía regímenes totalitarios que acechan”, advierte.

El presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, para abordar el tema en su columna de El Nuevo Siglo, se refiere a las declaraciones del exalcalde de Bogotá Gustavo Petro y de tres senadores opositores: Aída Avella, Antonio Sanguino e Iván Cepeda. Y a todos les devuelve sus afirmaciones.

“Con su tonito ladino, [Petro] concluyó que si el Gobierno no consultó al Senado [sobre la llegada de los militares de EE.UU.] es porque ‘hay algo que ocultar’, y en su novela imaginó un plan por el control mundial del petróleo y la dominación imperialista, que terminaría en la disolución de los Estados”.

Pero, para Lafaurie, el líder de la Colombia Humana “no dijo que eso [la disolución de los Estados] ya está sucediendo. Del Estado venezolano no queda nada, pero no por una intromisión americana, sino por la del nuevo comunismo ultracapitalista internacional de Rusia, China y su brazo terrorista iraní, que ya no quiere unir a los proletarios del mundo, ¡qué va!, sino chuparse el petróleo venezolano y consolidar una segunda Cuba más grande, para esponjarle las narices a Estados Unidos y desestabilizar esta parte del mundo”.

Sobre Sanguino, dice que “malinterpretó” a la embajada de EE.UU., asegurando, “sin duda alguna, que la estadía de los militares es ‘indefinida’, como entendió que su aporte a la ‘paz regional’ no es la derrota del narcotráfico, sino alguna secreta operación contra Maduro. Y a Avella, que dijo que no son 53 sino 5.000 soldados estadounidenses que, “en su imaginación, ya están por todos lados, llegan a escondidas y no se sabe a dónde irán, que no harán aislamiento y, de contera, vendrán a violar mujeres impunemente”, Lafaurie le recuerda “las heroínas de Rosa Blanca y los miles de mujeres violadas y humilladas impunemente por las Farc”.

El presidente de Fedegán le dedica las últimas palabras de su columna a Cepeda, que “advirtió, apocalíptico, que las Zonas Futuro y los PDET serán ‘arrasados’ por esa presencia militar. ¡No! No son 53 asesores los que van a arrasar esas sufridas regiones; fueron sus camaradas quienes las arrasaron durante décadas, y son sus herederos narcotraficantes quienes las siguen arrasando”.