Las familias de los desaparecidos vivieron horas de angustia y que solo culminaron casi 24 horas después, cuando un grupo de ellos regresó al sendero que demarca el ascenso y descenso del cerro.
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Los jóvenes, provenientes del barrio Socorro de Kennedy, partieron temprano de sus casas con evidente emoción por la aventura. Después de disfrutar del lugar decidieron explorar una quebrada, alejándose del sendero habitual y perdiendo la orientación, según comentó El Tiempo.
Al caer la tarde, el grupo de jóvenes no encontró el camino de regreso y terminó sumergiéndose en el bosque. Las condiciones empeoraron con la noche, pues la lluvia, el frío, el miedo a una tormenta y la imposibilidad de conciliar el sueño los llevaron al desespero.
Durante la mañana, cortaron ramas y escalaron rocas para avanzar, aunque el sendero no les permitía hacerlo con confianza. El avistamiento de un helicóptero les llenó de esperanza, pero sus intentos de ser vistos fueron en vano. Los jóvenes, desesperados por ser rescatados, recordaban haber oído sonidos de ayuda, sin embargo, la distancia y la dificultad del terreno complicaban la localización.
Aunque intentaron pedir auxilio en repetidas ocasiones, sus esfuerzos eran inútiles, pues intentaron comunicarse con la línea 123 pero no tenían señal en sus teléfonos.
“Solo rogábamos que alguien nos rescatara. Nos ilusionamos cuando vimos un helicóptero. Ya teníamos las camisas todas embarradas, dijo uno de los menores extraviados.
Otro de los menores extraviados en Monserrate afirmó: “Gritábamos y gritábamos, hacíamos movimientos, pero nadie nos escuchaba ni nos veía. Era inútil”.
Finalmente, tres de los jóvenes se apartaron del grupo de extraviados para acercarse al sitio en el que escucharon algunos ruidos humanos y contaron con la suerte de encontrarse con los bomberos y uniformados del Ejército. Esos menores sirvieron de guía para que las autoridades hallaran al resto y el desenlace de esta historia fuera alegre.
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