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Este artículo fue curado por Santiago Buenaventura   Ene 24, 2024 - 10:58 pm
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Una vía destapada, que conduce hacia el cerro Alto de la Cruz, con un recorrido de una hora y media entre árboles, abismos, grandes rocas y terrenos inestables, fue utilizada por los bomberos para llegar a la parte alta de la montaña donde ocurre uno de los incendios que azotan a Bogotá.

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Es tal la inclinación y complejidad del suelo, que para llegar a la parte alta del cerro fue necesario utilizar cuerdas para escalar y descender. En este punto es en donde más accidentes han tenido los rescatistas.

El cabo Carlos Andrés Castro, del cuerpo de Bomberos de Bogotá, dijo que lo más complejo han sido las “pendientes de 40, 70, 80 grados, la intemperie y los abismos”.

Los bomberos crearon un sendero en medio de la montaña, para llegar al lugar donde se produjo el primer incendio en los cerros de Bogotá.

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Las autoridades explican que parte de la vulnerabilidad del terreno es por un tipo de musgo, que es muy seco y propenso a un incendio, sobre todo si hay colillas de cigarrillo o pedazos de vidrio.

“Han resultado compañeros heridos, debido a que hay partes donde hay unos abismos que están cubiertos por vegetación y a veces, cuando se va a dar el paso, se puede caer”, aseguró Daniel Trujillo, rescatista de la Defensa Civil.

Veinte minutos más arriba se encuentra el punto caliente de la conflagración en los cerros orientales y por donde se mire hay bosque quemado. La tierra arde y con solo pisarla emana humo. Allí es donde trabajan los organismos de socorro.

“Me salí porque la llama era muy alta. El humo me asfixió tanto que me tocó, pero me recuperé. Es como cuando se le prende la casa a uno. Hacemos como si fuera nuestra familia, le metemos el perrenque para hacerle con todos los soldados”, afirmó el militar Alexander Pamplona, rescatista.

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Se les nubla la vista, pero no el deseo de exterminar hasta el último punto caliente en los cerros. Las pequeñas columnas de humo que se siguen registrando son controladas con agua y pala para refrescar la tierra.

Por su parte, Nini Johana Vargas, rescatista de la Defensa Civil, manifestó que “ha sido bastante fuerte, es difícil controlarlo por las condiciones del clima, los vientos y el terreno no es que ayude mucho. La adrenalina del incendio nos hace coger fuerzas para esto. Mis hijos tienen claro que expongo la vida, me lo han hecho ver, pero yo les he dicho que, con ayuda de Dios y todos nuestros compañeros, siempre salimos adelante”.

Con calambres, dolores musculares, el rostro cubierto de tizne y barro, descienden los socorristas luego de largas horas de trabajo. Y no bajan precisamente a descansar, sino a ayudar con otros incendios que se han activado en Bogotá.

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