Bogotá cuenta con un espacio de información muy completo donde la ciudadanía, residentes y extranjeros pueden consultar la información que les interesa sobre Bogotá, su historia, sus localidades, la gestión y principales noticias de la Administración Distrital.
El Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (IDIGER) de Bogotá organizó recientemente el Tercer Diálogo Ciudadano, bajo el título “La Gestión del Riesgo de Desastres y su relación con la adaptación al Cambio Climático”. Este encuentro congregó a organismos públicos, entidades académicas, representantes de la sociedad civil y actores del sector privado para analizar los desafíos que enfrenta la capital de Colombia ante los efectos cada vez más visibles del cambio climático y sus consecuencias en la vida urbana y rural. De acuerdo con IDIGER (2025), la articulación de diferentes sectores es fundamental para diseñar estrategias que garanticen la resiliencia y sostenibilidad de la ciudad.
Un punto central del diálogo fue la comprensión del riesgo de desastres y la adaptación al cambio climático como campos interdependientes. Antes separados en la práctica institucional, actualmente se reconoce su naturaleza complementaria, particularmente en contextos urbanos complejos y dinámicos como Bogotá. Voceros de la Secretaría Distrital de Ambiente, el Ministerio de Ambiente, la Universidad Externado y la Cruz Roja Colombiana hicieron hincapié en que es indispensable una integración real de las políticas públicas, iniciativas comunitarias y enfoques técnicos para abordar simultáneamente los peligros físicos y las vulnerabilidades sociales, de manera que la respuesta institucional sea coherente y efectiva.
El desafío se agrava por el crecimiento demográfico y la urbanización acelerada, fenómenos que, según la Secretaría Distrital de Ambiente (2025), impulsan la expansión de la ciudad en áreas ecológicamente frágiles. Ante esto, el enfoque de soluciones basadas en la naturaleza (SbN) surge como eje estructural. Estas soluciones incluyen la reforestación con especies autóctonas, la restauración de cuencas hidrográficas y la creación de corredores ecológicos, pensados para reducir amenazas como deslizamientos de tierra o inundaciones, además de fortalecer la biodiversidad local y los servicios ecosistémicos.
Por su parte, la Agencia Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ, 2024) aportó experiencias sobre la adopción de medios de vida climáticamente inteligentes. Este enfoque sostiene que la reducción de vulnerabilidades pasa por considerar, de forma integral, factores sociales, económicos y ambientales, promoviendo actividades productivas resistentes a los nuevos patrones climáticos y asegurando que comunidades tradicionalmente excluidas participen en la toma de decisiones.




El diálogo también abordó el creciente fenómeno de la migración climática. Reportes del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADRE, 2025) advierten que, para 2030, miles de personas podrían verse forzadas a desplazarse hacia centros urbanos como Bogotá por causa de desastres ambientales. Esta tendencia introduce nuevas presiones sobre los sistemas de vivienda, salud y servicios públicos, subrayando la urgencia de políticas integrales para la gestión del riesgo en un contexto marcado por la movilidad humana.
Desde la perspectiva académica, la Universidad Externado (2025) subrayó que gestionar el riesgo no es solo un reto técnico: también implica fortalecer la resiliencia comunitaria y reducir la vulnerabilidad social a través de la inclusión, la equidad y la participación de la ciudadanía. La coordinación entre Estado, sector privado y comunidades asegura que las soluciones propuestas respondan tanto al conocimiento técnico como a las realidades y necesidades de la población.
El modelo de diálogo impulsado por Bogotá coincide con las recomendaciones de la Plataforma de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR, 2024), que hace énfasis en soluciones basadas en la naturaleza e integración transversal de la gestión climática en políticas urbanas y rurales. Esta experiencia muestra cómo políticas públicas participativas y ajustadas al contexto pueden convertirse en referentes para otras ciudades de América Latina en la construcción de sociedades más seguras y resilientes.
En definitiva, los avances impulsados por el IDIGER demuestran la importancia de respuestas multidimensionales, que van desde la restauración de ecosistemas y la innovación técnica, hasta la cohesión social y la equidad. La experiencia de Bogotá se perfila como un ejemplo regional de cómo enfrentar los desafíos climáticos del presente y del futuro mediante el trabajo articulado y la construcción conjunta de soluciones duraderas.
Preguntas frecuentes relacionadas
¿Qué son las soluciones basadas en la naturaleza (SbN) y por qué son relevantes para la adaptación al cambio climático?Las soluciones basadas en la naturaleza (SbN) consisten en intervenciones que emplean procesos y elementos del entorno natural —como la reforestación, la restauración de ríos y la conservación de hábitats— para generar beneficios tanto sociales como ambientales. Según el informe de la Secretaría Distrital de Ambiente (2025), estos enfoques permiten reducir riesgos de desastres, mejorar la calidad del aire y del agua y fomentar la biodiversidad, constituyéndose en pilares fundamentales para la sostenibilidad urbana.
En Bogotá, la aplicación de SbN cobra especial importancia debido a la vulnerabilidad de la ciudad frente a inundaciones y deslizamientos. Adoptarlas significa ir más allá de soluciones estrictamente ingenieriles, integrando la protección de ecosistemas y la resiliencia social en la planificación urbana, como recomiendan IDIGER y los organismos internacionales especializados en gestión de riesgos y cambio climático.
¿Cómo impacta la migración climática en la gestión urbana de Bogotá?El fenómeno de la migración climática se refiere al desplazamiento de personas motivado por desastres ambientales o condiciones climáticas adversas en sus regiones de origen. MADRE (2025) advierte que, en Colombia, el aumento de estas migraciones ya está generando retos para las ciudades receptoras como Bogotá, donde el acceso a vivienda, salud y servicios básicos se ve presionado por el arribo de nuevos habitantes.
La gestión urbana debe buscar no solo la provisión de infraestructura, sino también la integración social y la prevención de nuevos riesgos en barrios vulnerables. El Tercer Diálogo Ciudadano destacó que preparar a la ciudad para esta realidad es clave para garantizar la cohesión social y anticipar futuras presiones derivadas de la crisis climática.
* Pulzo.com se escribe con Z
LO ÚLTIMO