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Escrito por:  Fabián Ramírez
Subeditor     Dic 2, 2024 - 11:28 am

En las zonas más exclusivas de Bogotá, donde imponentes edificios y calles empedradas delinean un panorama de prosperidad, se esconde una realidad que desafía las apariencias: la pobreza oculta. Este fenómeno, cada vez más común en Colombia, revela la precaria situación económica de muchas personas que, a pesar de vivir en barrios de alto estrato, no tienen los recursos suficientes para cubrir sus necesidades básicas.

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Marta Munar, una exabogada jubilada, es un claro ejemplo de esta realidad. A pesar de vivir en un lujoso edificio en Usaquén, una de las zonas más exclusivas de Bogotá, Marta lucha cada día para pagar las facturas y poner comida en la mesa. “Debo fácilmente unos 100 millones de pesos en facturas de servicio público”, confiesa en un amplio reportaje hecho por la BBC. Al vivir en estrato 6, las facturas de Munar están entre las más altas del país, a pesar de su precaria situación económica.

La historia de Marta no es aislada. En los comedores comunitarios de Chapinero, una localidad con una alta concentración de clase alta y media alta, se atiende a diario a decenas de personas que, a simple vista, no parecen necesitar ayuda. “Empezamos a ver que adultos mayores, bien arreglados, venían a comer. Luego, al registrarlos, veíamos que muchos venían de estratos 4, 5 y 6. Fue alarmante”, cuenta en el citado medio Cindy Ovalle, trabajadora de uno de estos comedores.

Qué está pasando en Chapinero, Usaquén y Cedritos con problema que preocupa

El sistema de estratificación socioeconómico en Colombia, basado en características físicas de las viviendas y no en la capacidad adquisitiva real, es uno de los principales factores que contribuyen a la pobreza oculta. “El estrato ya no captura como antes la realidad socioeconómica de los hogares. Hay incluso personas con ingresos altos viviendo en estrato 2″, explica en la entrevista Bibiana Pineda, estudiante de doctorado en ciencias humanas y sociales.

Además, eventos como la pandemia de COVID-19 han exacerbado la situación de muchas familias, dejando a muchas personas sin empleo, sin recursos y con múltiples deudas. La pérdida de un trabajo estable, enfermedades, divorcios y otros eventos de la vida pueden llevar a una situación de vulnerabilidad económica, incluso para quienes vivían en condiciones cómodas, de acuerdo con el informe periodístico.

La pobreza oculta tiene un profundo impacto en la vida de las personas afectadas. Muchas experimentan estrés, ansiedad y depresión. Además, enfrentan dificultades para acceder a servicios básicos como salud y educación. El estigma social asociado a la pobreza también puede producir aislamiento y soledad.

Nerfhi Rojas, una residente de Cedritos, un barrio de clase media alta en el norte de Bogotá, cuenta cómo su vida cambió drásticamente después de separarse de su esposo. “Tenía una vida muy buena con mi exesposo que se desmoronó cuando terminamos. Yo dependía de él. Ahora me toca todo sola, incluido cuidar a uno de mis hijos con discapacidad”, dice.

Aunque el problema de la pobreza oculta es cada vez más visible, aún no existen cifras oficiales sobre su magnitud. Sin embargo, trabajadores sociales y académicos coinciden en que se trata de un fenómeno creciente y complejo.

Las autoridades locales están empezando a tomar conciencia de esta problemática y a implementar programas de apoyo para las personas en situación de vulnerabilidad. Sin embargo, aún queda mucho por hacer.

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