En la noche del miércoles 13 de noviembre de 1985, ocurrió el mayor desastre natural del país en Armero, Tolima, que era conocida como la ‘ciudad blanca’ por sus plantaciones de algodón. El Nevado del Ruiz (que tuvo incremento de actividad sísmica hace unos meses) hizo erupción y causó el desprendimiento de capas de hielo del glaciar, señaló Vanguardia.

Alrededor de las 11 de la noche, la avalancha arrasó con todo a su paso, dejó 25 mil muertos, más de 229 mil personas afectadas en 13 municipios de Tolima y 4 de Caldas, más de 5 mil viviendas destruidas y pérdidas de hasta 246 millones de dólares, informó el medio mencionado.

En julio de 1986, el sitio fue visitado por el papa Juan Pablo II, quien se arrodilló y oró por las víctimas en frente de la cruz que se instaló donde quedaba el templo de Armero. El sumo pontífice declaró el lugar ‘campo santo’, indicó El Heraldo.

A continuación, una imagen de la visita del papa Juan Pablo II a Armero tras el desastre natural.

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Aunque todos los años se hacen eventos especiales para conmemorar el aniversario de la tragedia de Armero, este año las cosas cambiarán un poco por la pandemia. Según Gerardo Criales, periodista y locutor de Armero FM, en diálogo con El Tiempo, se llevará a cabo el homenaje, pero con todas las medidas de bioseguridad.

Actualmente, la mayoría de sobrevivientes vive en Armero-Guayabal, una zona que está al lado del lugar donde ocurrió la tragedia y que cuenta con cerca de 13 mil habitantes, apuntó el informativo en su publicación.

Esta es la ubicación de Guayabal, Tolima.

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Testimonios de la tragedia de Armero

La avalancha de Armero, que para ese entonces era el municipio más próspero del departamento, cobró la vida de 25 mil personas. Una de ellas fue Omaira Sánchez, que se convirtió en el rostro de la tragedia por estar 3 días atrapada en el lodo, agonizando. La niña de 13 años murió el 16 de noviembre, y, hoy día, su tumba es la más visitada en esta época, aseguró Alfenibal Tinoco, presidente de la Federación para el Desarrollo de Armero, a El Tiempo.

En la siguiente imagen aparecen socorristas intentando sacar a Omaira, que falleció porque no llegó a tiempo la motobomba necesaria para rescatarla, apuntó el medio mencionado.

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El profesor Omar Figueroa es un sobreviviente de la tragedia. El hombre, que tenía 30 años en ese momento, recuerda que, alrededor de las 4 de la tarde, las alarmas empezaron a sonar en el pueblo, pero fue “tomado de forma muy fresca” y el sacerdote aseguró “que no había nada de qué preocuparse”, e incluso “los mandó a dormir”, le dijo a Caracol Radio.

A las 10 de la noche, Figueroa afirmó al medio mencionado que se fue la luz y comenzó a escuchar los ruidos del volcán Nevado del Ruiz. Para el hombre, los sonidos eran muy parecidos a los que oyó en una película de Pompeya que había visto unos días antes.

“Yo morí ese día; una viga de bahareque me golpeó y cuando me desperté en medio del lodo estaba como a 15 kilómetros de donde estábamos jugando [al juego de la rana]”, agregó al informativo.

Para fortuna de Figueroa, las lesiones que tuvo no fueron graves, por lo que pudo salir del fango una hora después de lo ocurrido. El sobreviviente recuerda que escuchaba gritos de desesperación y luego “se dio cuenta de que Armero había desaparecido”, señaló al portal nombrado.

El maestro, que fue encontrado por un helicóptero a las 4 de la mañana, fue trasladado a Ibagué porque tenía los signos vitales bajos, informó el medio en su publicación. Perdió a toda su familia en la tragedia. Tiempo después se mudó a Bogotá y asegura que “volvió a nacer”.

Otro testimonio es el de Claudia Ramírez, que tenía 22 años cuando ocurrió la avalancha de Armero. La mujer perdió a sus padres y a su exesposo, y su hijo de 5 años desapareció. Hasta el día de hoy, desconoce el paradero de Andrés Felipe, su hijo, aunque no ha parado de buscarlo desde la tragedia, indicó Semana.

Ramírez se encontraba en Bogotá al momento de la erupción y se enteró de esta por una llamada que le hizo su prima. Inmediatamente, buscó la manera de contactarse con su padre, que, junto con su madre, tenía la custodia de Andrés Felipe, agregó el informativo.

Cuando llegó a Armero y se dio cuenta de la gravedad del suceso, pensó que sus padres y su hijo habían fallecido, pero un conocido le aseguró haber visto al pequeño en televisión porque salió un niño diciendo que su nombre era Andrés Felipe y su madre se llamaba Claudia, señaló el medio mencionado.

Al saber que su hijo estaba vivo, hizo todo lo posible por encontrarlo. “Yo visité muchos albergues de niños y vi decenas. Podía haber 50 o 60. Era muy difícil ver a los niños. Era uno con su foto y a discreción de la persona. Decían: aquí no hay ninguno que se parezca. no puede entrar. Esto es prohibido”, le dijo al portal nombrado.

Tiempo después, Ramírez supo que varios menores fueron adoptados por familias extranjeras. De hecho, le afirmó a Semana que vio a Andrés Felipe hace 11 años en televisión en un programa dedicado a sobrevivientes de la avalancha. Desde entonces, tiene la esperanza de encontrarse con él algún día, aunque considera que “él no sabe que lo está buscando”, pues “han pasado tantos años”, resaltó al informativo.

En las mismas circunstancias que Ramírez se encuentra Esperanza Fierro, que logró salir con vida de la tragedia y acompañada de su hija de 4 años. Sin embargo, todo cambió cuando dejó a la menor en un albergue en Cambao, Cundinamarca, mientras iba a un hospital en Girardot para que le curaran las heridas. Vanguardia informó que nunca más volvió a ver a Diana Marcela Acosta Fierro, su hija, aunque sabe que está viva.

Asimismo, Margarita Gómez asegura que su hijo, Jorge Armando Lugo Gómez, sobrevivió a la tragedia y salió en compañía de su hermana, pero después fue separado de ella y, desde entonces, no sabe dónde está, aclaró el medio en su artículo.

Ricardo Morad, por ejemplo, vio en televisión que su hija, Layla Morad, fue entregada a un socorrista, pero no ha vuelto a saber de ella. Según el informativo, se estima que hay más de 500 niños que no han sido encontrados por sus padres, y se ha comprobado que 137 sobrevivieron a la avalancha.

Jenifer de la Rosa y Ángela Rendón son dos hermanas que fueron separadas por la tragedia y adoptadas por familias distintas. Jenifer, que es ciudadana española, tenía una semana de haber nacido cuando ocurrió la avalancha. Ángela tenía un año, relató El Tiempo.

Al parecer, la madre dejó a las niñas a cargo de alguien más la noche del 13 de noviembre de 1985 y esta persona las entregó al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf). Desde entonces, fueron separados, agregó el medio en su artículo.

Jenifer fue adoptada por una familia española, mientras que Ángela fue adoptada por el padre y, actualmente, vive en Barrancabermeja, Santander. Como ambas querían saber si su madre estaba viva, empezaron a investigar sus orígenes, afirmó el portal mencionado.

Con la búsqueda, se vincularon a la fundación Armando Armero, que fue la que se dio cuenta de la posible conexión que había entre ellas, pues querían saber del paradero de la misma persona. La fundación las puso en contacto y así fue como se reencontraron 34 años después de haber sido separadas.

Aquí, un video de RCN Radio de hace unos años en el que aparece el testimonio de una mujer que perdió al papá de su hija, sus suegros y sus cuñados por la tragedia de Armero.