El motivo por el que Trump volvió a su móvil personal es sobre todo uno: no quiere que John Kelly, su jefe de gabinete, sepa con quién está hablando. Además, quiere seguir en contacto con personas cercanas a él, pero que están fuera de la Casa Blanca, dice CNN.

El asunto, por supuesto, es un dolor de cabeza en términos de seguridad, ya que un teléfono común y corriente no tiene la seguridad que suele llevar un celular usado por la cabeza del Estado, porque podría ser víctima de una posible filtración externa, agrega El País.

Ya en 2009 el entonces recién posesionado presidente Barack Obama había pasado por un problema muy parecido, ya que estaba acostumbrado a usar bastante su teléfono modelo Blackberry. En ese momento, y sin mucho problema, el personal de la residencia presidencial de Washington le instaló la seguridad suficiente para que no fuera víctima de un posible ataque.

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La decisión del presidente Trump revela que el orden que llegó a imponer Kelly, y que en un principio le funcionó, ahora es bastante relativo. Antes había logrado que el mandatario usara menos su celular y más los teléfonos de la Casa Blanca, con lo que pudo saber más o menos cuáles eran sus contactos.

Sin embargo, Trump otra vez ha complicado las cosas, y por lo pronto no se sabe qué puedan hacer en Washington para convencerlo de que haga caso.