Campbell tiene un delicado estado de salud con una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, necesita un andador para caminar y depende de una bolsa de colostomía, y sus abogados habían advertido que la ejecución podía generar problemas.

Pasadas las 10:00 hora local, los verdugos del Centro Correccional del Sur de Ohio (Lucasville) trataron de insertar líneas intravenosas en ambos brazos de Campbell y en una de sus piernas, pero tras 25 minutos decidieron suspender la ejecución.

Esta es la tercera vez en la historia reciente de Estados Unidos que se detiene una ejecución una vez empezado el procedimiento.

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El director de Departamento Correccional y de Rehabilitación de Ohio, Gary Mohr, dijo tras el intento fallido de ejecución que el estado de las venas de Campbell había cambiado desde que fueron examinadas este martes.

En algunas ocasiones, los presos no toman líquidos durante las horas previas a la ejecución para deshidratarse y dificultar el hallazgo de una vena.

El gobernador de Ohio, John Kasich, reprogramó la ejecución de Campbell para el 5 de junio de 2019.

Campbell ya era un viejo conocido de la Justicia cuando fue detenido en 1997 por un robo a mano armada.

Había cumplido 20 años de cárcel por asesinar a un hombre en un bar en 1972, y desde 1992 gozaba de libertad condicionada.

Una vez detenido, Campbell fingió sufrir parálisis corporal para ser trasladado a los juzgados en una silla de ruedas. Una vez ahí, redujo a la agente del alguacil que lo custodiaba y le robó el arma, consciente de que una nueva condena significaba cadena perpetua, aunque fuera por robo.

En el estacionamiento de los juzgados, Campbell asaltó al joven Charles Dials, de 18 años, que había acudido a pagar una multa de tráfico.

Campbell obligó a Dials a conducir durante unas dos horas hasta que decidió matarlo de un disparo en la cara. Fue detenido tras el asesinato y condenado a muerte un año después.

EFE