Tras meses de restricciones, las nuevas olas de la epidemia obligaron a la mayoría de la gente a seguir los festejos en sus hogares. Desde Sídney hasta Rio de Janeiro los fuegos artificiales iluminaron icónicos lugares casi desiertos mientras el mundo despedía un 2020 lúgubremente marcado por la pandemia del COVID-19.

Brasil, que después de Estados Unidos es el segundo país más castigado por la pandemia, recibió 2021 con su emblemática playa de Copacabana casi desierta en vez de los millones de personas que acoge normalmente cada 31 de diciembre para celebrar el nuevo año con baños de mar y fuegos artificiales.

Nueva Zelanda, país aplaudido por su gestión del virus, dio la bienvenida al nuevo año con multitudes reunidas en Auckland para un espectáculo de fuegos artificiales, mientras que en Sídney, la mayor ciudad de Australia, los fuegos artificiales de Nochevieja iluminaron el puerto con una exhibición deslumbrante, pero pocos espectadores.

En Nueva York, Times Square, que suele estar atestado de gente eufórica bajo una lluvia de confetis, estaba acordonado y vacío. Estados Unidos es el país del mundo más enlutado por la pandemia.

En Madrid, los españoles se comieron las doce uvas con las campanadas del famoso reloj de la Puerta del Sol desde los sofás de sus casas, ya que la famosa plaza de la capital española estaba esta Nochevieja completamente vacía. Los italianos asistieron también desde sus casas a las fiestas organizadas en el Circo Máximo de Roma, el estadio más antiguo de la ciudad.

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En la golpeada Londres no ha habido celebraciones como recomendó el gobierno, que pidió a la gente que se quedara en casa para evitar propagar el virus con el eslogan “Hagan como si lo tuvieran”.

En París, los Campos Elíseos estaban vacíos. Bajo los árboles adornados con luces rojas, una veintena de policías paraban a los escasos vehículos que circulaban por esta famosa calle para verificar los certificados de desplazamiento y multar a los infractores. Francia vivió la Nochevieja bajo toque de queda, vigilada excepcionalmente por 100.000 policías y gendarmes.

En Wuhan, la ciudad china donde se detectó el virus por primera vez a finales de 2019, miles de personas festejaron la llegada de 2021 aglomeradas.

En Rusia, el presidente Vladimir Putin, reconoció en su discurso de Año Nuevo que una segunda ola del coronavirus golpea al país. “Desgraciadamente, la epidemia no se ha frenado completamente. La lucha contra la epidemia no cesa un minuto”, declaró.

En Dubai, miles de personas asistieron a un espectáculo de fuegos artificiales e iluminaciones láser en Burj Khalifa, la torre más alta del mundo, a pesar de un gran número de nuevos casos. Los asistentes debían usar mascarilla y registrarse con un código QR.

Colombia tampoco estuvo al margen y evitó los actos masivos tras cerrar el 2020 con un récord de 16.314 casos nuevos que elevaron a 1.642.775 el número de personas que han contraído la enfermedad, con un total de 43.213 víctimas mortales.

Esperanza en las vacunas, en un mundo que no volverá a ser el mismo

En medio de este panorama, la aprobación de las primeras vacunas en diferentes países del mundo representa el principal aliciente para que el 2021 pueda ser un año distinto al 2020.

Aunque las campañas de vacunación recién están comenzando, los expertos han resaltado que todavía es temprano para ver la luz al final del túnel y piden que se mantengan las medidas de distanciamiento, higiene y uso de tapabocas, entre otras.

La manera en que la pandemia pueda moldear el mundo a partir de ahora todavía es difícil de prever, pero la incertidumbre no ha ocultado señales de que es posible reactivar poco a poco una nueva normalidad. El resultado será distinto al que se conocía hasta ahora, y el reto será adaptarse y avanzar.