En lo que va del año han transitado por el Darién 160.690 inmigrantes, informó a la AFP el ministro de Seguridad, Juan Pino. Una cifra que ya supera el acumulado de toda la década anterior.

Mientras que en 2021 haitianos y cubanos eran mayoría entre los migrantes que cruzaban la frontera por ese peligroso camino rumbo al norte del continente americano, este año son venezolanos, nuevamente haitianos y ecuatorianos, aunque también figuran asiáticos y africanos.

De la cantidad de este año, casi tres cuartas partes son venezolanos, que han pasado de 2.800 casos, en 2021, a más de 114.000 este año.

“Si bien muchas de las personas venezolanas que atraviesan esta peligrosa ruta habían estado viviendo anteriormente en otros países de América del Sur, un número creciente ahora está saliendo directamente de Venezuela”, señaló a la AFP Giuseppe Loprete, jefe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Panamá.

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Los venezolanos no solo vienen de su país. También llegan desde Colombia, Ecuador y Perú. Las dificultades económicas por la pandemia, desempleo, restricciones burocráticas y la falta de inclusión social ha provocado su estampida.

“Se han vuelto aún más vulnerables y no pueden satisfacer sus necesidades básicas”, por lo que “están recurriendo a peligrosos cruces a través del Darién en busca de una vida mejor, seguridad y estabilidad”, afirmó Loprete.

“Esto marca que utilicen cada vez más rutas irregulares o peligrosas, como Darién, es el aumento en el número de países que han cambiado sus marcos migratorios y ahora exigen visados”, declaró a la AFP, la directora regional de la federación Internacional de la Cruz Roja para América, Martha Keays.

El riesgo de cruzar el ‘tapón’ del Darién

La selvática frontera de Panamá y Colombia, de 266 km, se ha convertido en un corredor para los migrantes irregulares que, provenientes de Sudamérica, tratan de cruzar América Central hacia Estados Unidos.

En esta jungla virgen, de 575.000 hectáreas, los viajeros enfrentan múltiples peligros, como animales salvajes, entre ellos serpientes venenosas, ríos caudalosos y grupos criminales.

A Panamá acceden principalmente desde los municipios de Unguía y Acandí, en el Chocó, desde donde llegan a Canaán Membrillo y Bajo Chiquito, en la selva panameña, en un trayecto que puede durar 10 días.

Cuando llegan a Panamá son trasladados a varios centros para atención a migrantes, instalados por el gobierno panameño y organismos internacionales, donde reciben servicios básicos, antes de seguir su periplo hacia la frontera con Costa Rica.

“Las personas que cruzan el Darién experimentan un sufrimiento inimaginable. En nuestros puntos de servicio humanitario atendemos con frecuencia cuadros de deshidratación, heridas, mordeduras de animales, lesiones por agresión sexual y cuadros de ansiedad y estrés postraumático”, dijo Keays.

En el viaje también hay niños. Según Diana Romero, especialista de protección en emergencias de Unicef, se estima que “un total de 20.000 niños entre enero y septiembre de 2022” han pasado por el Darién. La mayoría viajan con su familia, aunque en ocasiones llegan solos a Panamá.

“Tenemos casos donde se han separado los padres de sus hijos en tránsito por la selva porque está lloviendo muy fuerte o el camino es más intenso”, agregó Romero.

La ola migratoria ha desatado todas las alarmas del país centroamericano, que ha pedido ayuda internacional. “Nuevamente tenemos un incremento migratorio y Panamá no puede asumir esta responsabilidad sola. Necesitamos ayuda y vamos a demandarla”, señaló la canciller panameña, Erika Mouynes.

Las autoridades panameñas no pueden precisar con exactitud el número de personas que fallecen realizando la travesía. Pese a los peligros “la migración en busca de mejores condiciones de vida va a continuar”, aseguró Loprete.