
Renault-Sofasa quedó como la ensambladora de carros más grande del país, con amplia diferencia, luego de que Colmotores (de Chevrolet) anunciara su cierre de operaciones hace unos meses.
Aunque muchos creerían que esto es bueno para las competidoras, desde la filial colombiana de la marca de origen francés resaltan que en realidad es algo muy malo para la economía y evidencia una cruda realidad del sector en el país.
(Vea también: Los carros (sin pico y placa) que más se venden en Colombia: son de marcas muy conocidas).
“Es preocupante porque la competitividad de la industria automotriz depende de la tecnología y del volumen de competidores. Aquí hay una amenaza y una necesidad de tener más empresas anclas que atraigan inversión, generen volumen y permiten desarrollar el ecosistema”, dijo a El Tiempo Ariel Montenegro, director general de Renault-Sofasa.
El alto directivo de la empresa añadió que esa ensambladora de Renault ahora tiene un gran porcentaje del mercado colombiano, pero sorprendió al recalcar que eso no es tan bueno como muchos creen.




“No nos gusta ser más del 90 % del ensamble nacional; por el contrario, nos preocupa“, apuntó en ese periódico.
Asimismo, la compañía hace un llamado al Gobierno para que apruebe dos propuestas hechas desde la industria de los autos. Una es incentivar la exportación de partes ensambladas en el país y la otra es dar créditos blandos a estas compañías.
Por qué es malo que las empresas quiebren en Colombia
La quiebra de una gran empresa puede llevar a un aumento significativo en las tasas de desempleo. Cuando muchas personas pierden sus empleos de manera repentina, se genera una presión adicional sobre el sistema de seguridad social y se incrementan los niveles de pobreza y desigualdad.
Asimismo, la pérdida de empleos masivos afecta directamente a las familias, disminuyendo sus ingresos y su capacidad para cubrir necesidades básicas como alimentación, salud y educación. Esto no solo impacta a los trabajadores despedidos, sino también a sus familias y a las comunidades en las que viven.
Desde una perspectiva económica, la quiebra de una gran empresa puede tener efectos multiplicadores negativos en la economía local y nacional. Las empresas proveedoras y los negocios relacionados con la empresa quebrada también pueden verse afectados, lo que puede provocar un efecto dominó de quiebras y despidos en otros sectores.
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