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La producción de café en Colombia ha experimentado un importante repunte en julio de 2025, alcanzando 1,37 millones de sacos de 60 kilogramos, según reportó Germán Bahamón Jaramillo, gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC). Este resultado representa el nivel más alto para este mes en la última década y un aumento del 19% respecto a julio del año anterior. El inusual desplazamiento de la cosecha es atribuible a las lluvias persistentes registradas durante el primer semestre, las cuales alteraron el ciclo normal de producción y trasladaron parte significativa de la cosecha hacia el segundo semestre, modificando la lógica estacional habitual del sector.
Este fenómeno de alteraciones climáticas no es nuevo para la caficultura nacional. Investigaciones del Centro Nacional de Investigación de Café (Cenicafé) señalan que tanto los cambios en el régimen de lluvias como las variaciones en la temperatura asociadas al cambio climático impactan directamente el desarrollo del cafeto. Estos efectos se traducen en modificaciones del ciclo de floración y de maduración del grano, lo cual genera cosechas atípicas y obliga a los productores a ajustar constantemente sus prácticas agrícolas y estrategias de manejo para proteger la productividad. Así, los retos climáticos han impulsado una transformación interna en el manejo de los cultivos y en la adaptación de las cadenas productivas.
Si se considera el acumulado reciente, entre agosto de 2024 y julio de 2025 la producción colombiana superó los 14,6 millones de sacos, equivalente a un incremento interanual del 18%. De enero a julio de 2025 se produjeron 7,59 millones de sacos, con un aumento del 9%, mientras que el año cafetero, comprendido entre octubre de 2024 y julio de 2025, reportó 12,48 millones de sacos, consolidando una recuperación significativa tras las crisis climáticas y sanitarias que afectaron la actividad en años previos. Este crecimiento releva no solo la resiliencia sectorial sino también el esfuerzo conjunto de productores, gremio y entidades técnicas.
En materia internacional, las exportaciones de julio sumaron 1,15 millones de sacos, representando un crecimiento del 12% respecto al mismo mes de 2024; en tanto, las exportaciones gestionadas por la FNC aumentaron 27% interanual. El acumulado anual alcanzó los 13,1 millones de sacos exportados, un 14% más, señal clara de la alta demanda que mantiene el café colombiano, reconocido globalmente por su calidad. De acuerdo con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia, este producto permanece como uno de los principales bienes de exportación no tradicionales, teniendo como mercados principales a Estados Unidos, Alemania y Japón. La consolidación de certificaciones de café especial y sostenible ha sido clave para la diferenciación internacional, permitiendo acceso a mejores precios y mayor estabilidad para los caficultores.
Aunque el panorama exportador resulta auspicioso, las importaciones en julio alcanzaron los 104 mil sacos y los inventarios internos aumentaron hasta 988 mil sacos, un alza de 114 mil frente a junio, según datos oficiales de la FNC. En el mercado interno, el consumo se mantiene estable, con un promedio anual de 2,24 millones de sacos. Esta estabilidad está relacionada tanto con la arraigada tradición cafetera en Colombia como con el auge de la industria de café de especialidad, que está impulsando el consumo de café fresco y de alta calidad dentro del país.
Sin embargo, la Federación Nacional de Cafeteros prevé un ajuste a la baja en el volumen de la cosecha para el segundo semestre de 2025, debido a la afectación en el ciclo de floración que dejaron las condiciones climáticas adversas del inicio de año. Se estima una producción de alrededor de 7,1 millones de sacos para este periodo, lo que implicaría una reducción en comparación al récord alcanzado en julio.
Frente a este escenario, la sostenibilidad y la resiliencia sectorial se convierten en prioridades. Expertos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) han subrayado que la adaptación al cambio climático, mediante el desarrollo de variedades resistentes, mejores prácticas agronómicas y manejo integrado de plagas, es esencial para garantizar la estabilidad productiva y el bienestar económico de los pequeños caficultores, base fundamental de la caficultura nacional.
Históricamente, Colombia ha experimentado ciclos productivos marcados por factores climáticos y económicos, y la actual tendencia positiva se produce en un contexto de creciente demanda mundial por cafés de alta calidad y sostenibles. Países competidores como Brasil y Vietnam también enfrentan desafíos climáticos, pero la diversificación, la certificación y el prestigio del café colombiano constituyen ventajas competitivas destacables.
La Federación Nacional de Cafeteros continúa enfocándose en la promoción, la investigación y la mejora continua del sector, fortaleciendo la producción con criterios de sostenibilidad, innovación y apoyo técnico. El objetivo es mitigar los efectos de futuras eventualidades climáticas y robustecer la rentabilidad a largo plazo. Así, la industria cafetera colombiana se presenta en proceso de recuperación y transformación, consciente de los desafíos que representa el cambio climático, pero también decidida a consolidar y ampliar su liderazgo internacional como referente de calidad.
Preguntas frecuentes relacionadas
¿Cómo afecta el cambio climático la producción de café en Colombia?
Comprender el impacto del cambio climático sobre la caficultura colombiana es esencial, ya que fenómenos como el aumento o la alteración en los patrones de lluvia y temperatura pueden modificar los ciclos de floración, el desarrollo de las plantas y la calidad del grano. Según Cenicafé y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, estos factores condicionan directamente el rendimiento y la estabilidad de la producción, obligando al sector a implementar estrategias de adaptación y gestión agrícola sostenible. El futuro de la caficultura nacional dependerá en gran parte de la capacidad sectorial para enfrentar nuevas condiciones climáticas y para evolucionar tecnológicamente frente a estos retos.
El análisis de estos impactos genera inquietudes sobre la viabilidad de los métodos tradicionales, la necesidad de nuevas variedades más resistentes, y la urgencia de políticas públicas e iniciativas gremiales que ayuden a mitigar los riesgos asociados con el clima. La importancia económica y social del café en Colombia hace indispensable buscar soluciones de largo plazo para asegurar su sostenibilidad en un contexto planetario cada vez más incierto en materia ambiental.
¿Qué implica la certificación de café especial y sostenible para los productores colombianos?
La certificación de café especial y sostenible se ha convertido en una estrategia clave para los productores colombianos, permitiéndoles acceder a mercados internacionales más exigentes y a mejores precios. Este proceso requiere la adopción de prácticas estandarizadas que garanticen la trazabilidad, calidad, y el respeto por principios ambientales y sociales en toda la cadena productiva. Según informes del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, estas certificaciones han ganado terreno, impulsando la reputación del café colombiano y facilitando su diferenciación respecto a la competencia global.
No obstante, la transición hacia sistemas certificados puede implicar retos para los pequeños productores, como el acceso a información, recursos técnicos y financieros necesarios para la adaptación. Sin embargo, el crecimiento de este segmento ha fomentado el desarrollo rural, la innovación agrícola y una mayor estabilidad en los ingresos de caficultores, posicionando al café colombiano no solo como un producto de calidad, sino como un referente en sostenibilidad y buenas prácticas agrícolas.
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