Los resultados arrojados por la OCDE concluyeron que un niño pobre de Colombia tiene que esperar 11 generaciones (330 años) para salir de la pobreza.

En cuanto a otros países, en Brasil deben esperar 9 generaciones; en China, 7; en Chile, 6; en Estados Unidos, 5; en Finlandia, 3; y en Dinamarca, 2.

Por medio del relato de los pies descalzos de Nigua, un niño de 9 años del barrio San Vicente en Quibdó, la ciudad capital más pobre de Colombia, se hace un retrato de las condiciones en las que vive la niñez y su lucha por salir de la pobreza.

La historia es contada por el periodista Yeison Gualdrón, y retratada en un reportaje de la BBC que muestra varios puntos de la desigualdad en Colombia.

“El problema es que hay un crecimiento excepcional de la riqueza, pero se ve al mismo tiempo cómo hay familias que siguen atrapadas en la pobreza o en trabajos informales de mala calidad”, señaló Gabriela Ramos, la directora general de la OCDE al medio citado.

Según Ramos, Colombia “es el país más desigual de América Latina por su alta concentración de ingresos”. Desde 2002, en el país disminuyó el índice de pobreza, pero aumentó la brecha de desigualdad; 10 % de la población más rica gana 4 veces lo que gana el 40 % más pobre, señaló La República.

Gran parte de su población se mueve en el mundo del empleo informal o ‘rebusque’, sin la posibilidad de progresar. No tienen cobertura médica, ni pensiones, ni servicios básicos”, agregó Ramos a la BBC.

En Latinoamérica hay familias que logran salir de la pobreza, pero recaen en ella rápidamente, estatus que los analistas suelen llamar clase media vulnerable, porque regresan a su situación original ante cualquier imprevisto.

En cuestión de estudios, Colombia tiene resultados deficientes en las pruebas internacionales que miden la calidad de la educación, un factor esencial para la movilidad social puesto que apenas hay un 11 % de estudiantes resilientes, que son aquellos que obtienen calificaciones más altas de lo que podría predecir su estatus socioeconómico.

El artículo continúa abajo

Tanto esta como otras investigaciones vieron la necesidad de asignar recursos a la educación preescolar, la cual aumentó en cobertura educacional, pero la calidad sigue pendiente.

La educación de baja calidad genera empleos de mala calidad y así se reproduce el ciclo de desventajas”, dice Ramos.

México y Brasil, por ejemplo, mejoraron sus resultados en asignaturas, como Matemáticas o Lenguaje, pero aún siguen muy por debajo del lugar que deberían tener al considerar el ingreso per cápita.

En este sentido, las desventajas que persiguen a la región desde hace décadas se negarán a desaparecer; por ello, los indices de desigualdad seguirán creciendo tanto en Colombia como en los demás países si no se toman unas medidas rápidas que puedan generar impacto en el futuro de los ciudadanos, pero, sobre todo, de la niñez.