También los señala en su columna de estar “empeñados en proteger a capa y espada sus intereses”. Aunque reconoce que eso “es legítimo”, califica la actitud de esas entidades como “avara” y dice que esa actitud “muestra su peor cara en el marco de la dura realidad sanitaria y económica que enfrentan los colombianos”.

La dura crítica de Dávila se enmarca en las preocupaciones que organismos multilaterales tienen sobre Latinoamérica. Alejandro Werner, jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) para la región, por ejemplo, le dijo a El País, de España, que el subcontinente pasará, debido al coronavirus, del bajo crecimiento a la recesión, sin solución de continuidad, y que el mal “ha transformado el sombrío horizonte económico en América Latina en el peor en más medio siglo”.

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Ese medio también cita cifras aterradoras estimadas por la Cepal, el brazo económico de Naciones Unidas para el desarrollo del subcontinente, que se ha sumado al pesimismo “sobre el frenazo de la actividad a escala global y sobre el golpe que va a hacer en una región siempre expuesta a los vaivenes de las materias primas, la manufactura, el turismo y las remesas”.

Según la Cepal, citada por el diario español, el choque será especialmente fuerte en una métrica clave del desarrollo social: la pobreza extrema. “Según las cifras del organismo, si el avance de la pandemia provocase una caída del 5% en el ingreso medio de la población activa, el número de latinoamericanos en pobreza extrema pasaría de los 67,5 millones actuales a 82 millones. Si la merma de ingresos para la población económicamente activa fuese del 10%, esa cifra se dispararía hasta los 90 millones de personas”.

En semejante contexto, la mirada se dirige necesariamente a los banqueros, algunos de los cuales, como Luis Carlos Sarmiento Angulo, en Colombia, han ofrecido importantes ayudas. En su caso, puso a disposición del gobierno de Iván Duque 80.000 millones de pesos para atender la emergencia sanitaria.

Sin embargo, eso no parece significar mucho para Dávila, porque ni siquiera lo menciona en su columna. Por el contrario, critica que la Asobancaria haya demandado ante la Corte Constitucional la sobretasa a la renta de los bancos. “La quieren tumbar para poder quedarse con más dinero de sus ganancias. Para ser más ricos, para tener más y más dinero en sus abultados bolsillos”, dice.

“El Gobierno planeó recaudar por esa vía 2 billones de pesos en tres años, en tiempos ‘normales’. Aunque los banqueros tengan sus razones, Colombia necesita esa plata hoy más que nunca para auxiliar a los más necesitados, a los que no tienen ni qué comer. La movida de los bancos no se compadece con la generosidad que ha tenido con ellos el Gobierno Duque. Una verdadera bofetada. Solo en 2019, el sistema financiero obtuvo ganancias por 13,1 billones de pesos. ¿En serio, no pueden ganar solo un poco menos?”, se pregunta Dávila.

A ella no le satisfacen “los rimbombantes anuncios” sobre alivios en los créditos para sus clientes”, porque “tampoco resultaron ser la gran maravilla”. Y advierte: “Nos enfrentamos a una explosión social de dimensiones inciertas. El hambre puede ser pésima consejera y alimentar el caos. El problema es que el hambre se calma con alimento, y este cuesta. En últimas, se necesita plata. La única manera de mantener el control es garantizándoles a todos lo básico. Eso no puede hacerlo el Gobierno solo. Necesita de los bancos, de los empresarios y de todos aquellos que tienen una posición privilegiada en esta sociedad. Todos tenemos una responsabilidad y tenemos que cuidar a Colombia”.