Valentina Berr estableció un mensaje claro sobre su retiro del fútbol causado por sufrir discriminación y transfobia (Fobia a las personas transexuales), señalando que no es el único tipo de odio que se ve en el fútbol.

El lenguaje usado en este contexto es vital para el análisis que entrega la activista y quien ha vivido ciertas situaciones en su vida, pero asegura que nunca se había sentido así, como lo fue mientras jugaba.

Desde su infancia ha estado presente el fútbol en su vida y es algo que le ha ayudado a construir su identidad, donde ha podido divertirse y competir deportivamente. Sus conceptos e ideas van ligadas a un tema social que compromete a muchos sectores de la sociedad española y mundial.

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– ¿Cuál es el momento más lindo que te ha regalado el fútbol?

Ver la pasión y la alegría de las niñas pequeñas que vienen a vernos jugar, y la forma en la que viven el fútbol como parte de su vida, incluso de su identidad. Me emociona especialmente, porque creo que aún vivimos en una sociedad en la que el fútbol está diseñado por y para los hombres, y ese sentimiento tan genuino de esas niñas me hace ver que estamos poco a poco rompiendo con esa noción arcaica y patriarcal.

– ¿Cómo era Valentina, antes del fútbol?

No sé si hubo una Valentina antes del fútbol. Yo llevo jugando desde bien pequeña, y creo que el fútbol ha sido una de las cosas que más me ha conectado con la niña que era entonces, a veces incluso con un punto hedonista, de hacer las cosas para disfrutar, incluso cuando estás compitiendo a una presión altísima. En todas mis parcelas de mi vida soy una persona con un sentido de la responsabilidad desmedido, y cuando juego a fútbol a veces eso se relaja y puedo ser más disfrutona.

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– ¿Qué significa ser trans en el fútbol español?

Ser trans en el fútbol español, a día de hoy, significa enfrentarse a un sinfín de obstáculos y violencias institucionales que no son solo propias del fútbol, sino que están enormemente asentadas en la sociedad. Por suerte, también significa sentir el calor de tus compañeras, muchas de ellas también diversas y fuera de la normatividad, por mucho que no sean trans.

– Si pudieras establecer un mensaje claro sobre lo que sientes y lo que deseas, ¿Qué dirías?

Que estoy hasta el c*ño (ríe). No solamente por mí, sino porque siento que esto es injusto para todas, creo que estas violencias nos hacen perder a todas. Incluso a las personas que han sido partícipes de ellas.

– ¿Cómo describes tu motivo para tomar la decisión de retirarte?

Lo defino como una imposición, como una decisión que yo no habría tomado, y que he tenido que acabar tomando para poder vivir un poco más en paz.

– ¿Seguirás en el fútbol en algún otro sector fuera de las canchas?

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Creo que uno de mis sueños es entrenar. Sobre todo a categorías inferiores, acompañar a las más peques a crecer futbolísticamente, a aprender a disfrutar del fútbol, y de los valores que se pueden desarrollar gracias a él. Soy una persona muy “mami” desde siempre, y contribuir a través del fútbol a la educación de niñas y jóvenes para mí sería una maravilla. Pero de momento no tengo ni tiempo ni energías para dedicarme a ello. Quizás más adelante.

– ¿Cuál es tu responsabilidad a futuro después de las canchas?

De momento, descansar un poco, porque han sido años agotadores. Aunque desde hace unos meses estoy inmersa en un proyecto de divulgación de las realidades trans y LGBTI+ llamado La respuesta a todo, en el que acercamos nuestra cotidianidad a la gente que forma parte del colectivo y también (¡sobre todo!) a la que no, que son las más interesadas en sumergirse y entenderlo todo mejor.

Aún así, emplazo a todas las instituciones y clubes que deseen trabajar en protocolos de actuación y de prevención de violencias contra las personas trans en el deporte a que nos contacten a través del proyecto o a mí misma, es urgente establecer líneas de actuación que aborden las verdaderas problemáticas del deporte en torno a las personas trans.

– ¿Cómo es el panorama de la transfobia y la discriminación en el fútbol?

Depende de cuál sea el fútbol del que hablemos. Si hablamos de fútbol masculino, solo hace falta escuchar los cánticos que se profesan contra los futbolistas para burlarse de ellos: la mayoría son cánticos que ni siquiera son discriminatorios hacia ellos, sino hacia las personas que se salen de la norma. Son como un aviso de “te llamo m*ricón aunque no lo seas, por si acaso te atreves a serlo”.

Es un panorama inhabitable. En cambio, el fútbol femenino es distinto, la violencia es más institucional, normativa, y del entorno mediático. No me he encontrado apenas violencia en las gradas, ni mucho menos dentro de los clubes ni entre compañeras o rivales, todo el mundo me ha apoyado en ese sentido. La transfobia se manifiesta más en el sentido de estar pensando constantemente cómo excluir a la gente trans del deporte femenino. Luego en redes sociales es otra historia: solo basta ver los comentarios en los tweets de los medios de comunicación en los que se comparten mis entrevistas y noticias, todos llenos de mensajes de odio contra mí y contra las mujeres trans.

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– ¿Qué es eso que no has dicho y quieres decir?

Uf, me queda mucho por decir. Sí me gustaría aprovechar este espacio que me dais para recordar que he jugado con compañeras a las que también se las ha expulsado del fútbol, y no por ser trans, porque no lo eran, sino por ser migrantes, por no tener papeles. Me encantaría que se hablara más de esto, de las políticas excluyentes de las federaciones respecto a las personas migrantes y/o sin papeles. Esto da para otra entrevista entera, y creo que hay gente que os lo puede explicar mucho mejor que yo. Os invito a que las escuchéis.