Y de eso da cuenta un nuevo estudio hecho por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California, en San Diego, que descarta la tan arraigada idea.
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En su lugar, en esa universidad crearon una fórmula que compara con mayor precisión las edades de los humanos y los perros. Esta se basa en los patrones cambiantes “de los grupos metilo” en los genomas de los perros y los humanos a medida que envejecen.
El dato clave, anota el estudio de la Universidad de California, es que “las dos especies no envejecen al mismo ritmo a lo largo de su vida”. Resulta que no se trata de una comparación perfectamente lineal, como sugeriría la regla empírica de 1 y 7 años.
La nueva fórmula, “basada en la metilación”, publicada en la reputada revista científica Cell Systems, es la primera que se puede transferir a otras especies. Los investigadores afirman que puede proporcionar una herramienta útil para los veterinarios y para evaluar las intervenciones antienvejecimiento.
“Actualmente, existen muchos productos antienvejecimiento, con distintos grados de respaldo científico”, afirmó el autor principal, Trey Ideker, profesor de la Facultad de Medicina de la UC San Diego y del Centro Oncológico Moores. “Pero, ¿cómo saber si un producto realmente prolongará la vida sin esperar unos 40 años? ¿Qué pasaría si, en cambio, se pudieran medir los patrones de metilación asociados a la edad antes, durante y después de la intervención para ver si está haciendo algo?”.
En ese sentido, la fórmula para hallar la edad perruna ofrece un nuevo “reloj epigenético” para determinar la edad de una célula, tejido u organismo basándose en una lectura de su epigenética (es decir, modificaciones químicas como la metilación, que influyen en qué genes están “activados” o “desactivados” sin alterar la secuencia genética heredada en sí), detalla la publicación.
La Universidad de California, citando a Ideker, señala que los cambios epigenéticos dan a los científicos pistas sobre la edad de un genoma, de forma muy similar a como las arrugas en la cara de una persona proporcionan pistas sobre su edad.
Ideker y otros han publicado anteriormente relojes epigenéticos para humanos, pero tienen la limitación de que sólo pueden ser precisos para los individuos específicos en los que se desarrollaron las fórmulas.
“Siempre nos fijamos en los humanos, pero los humanos son un poco aburridos”, dijo. “Así que me convenció de que deberíamos estudiar el envejecimiento de los perros de forma comparativa”, citó la universidad.
Con ese fin, los investigadores colaboraron con las expertas en genética canina Danika Bannasch, profesora de salud poblacional y reproducción en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de California en Davis, y Elaine Ostrander, jefa de la División de Genética del Cáncer y Genómica Comparativa del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, parte de los Institutos Nacionales de Salud. Bannasch proporcionó muestras de sangre de 105 perros labradores retriever. Como fue la primera en secuenciar el genoma del perro, Ostrander aportó información valiosa para su análisis.
Calcular edad de los perros: ya no aplicaría la regla 7:1
La publicación de la Universidad de California señaló que lo que surgió del estudio es un gráfico que se puede utilizar para comparar la edad de su perro con la edad humana comparable y arrojó la siguiente gráfica, que se reproduce netamente con fines informativos:
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La comparación no es una proporción de 1:7 a lo largo del tiempo.
Y es que, especialmente cuando los perros son jóvenes, envejecen rápidamente en comparación con los humanos. Un perro de un año es similar a un humano de 30 años, dice la universidad.
El centro educativo agrega que “un perro de cuatro años es similar a un humano de 52 años. Luego, a los siete años, el envejecimiento del perro se ralentiza”.
“Esto tiene sentido, después de todo, una perra de nueve meses puede tener cachorros, por lo que ya sabíamos que la proporción 1:7 no era una medida precisa de la edad”, dijo Ideker, citado por la Universidad de California.
No obstante, el cálculo y la gráfica tiene un problema, según el autor. Y es que una limitación del nuevo reloj epigenético es que se desarrolló utilizando una única raza de perro, y se sabe que algunas razas de perros viven más que otras.
Así pues, los investigadores citados por la publicación planearon probar otras razas de perros, determinar si los resultados se mantienen utilizando muestras de saliva y probar modelos de ratón para ver qué sucede con sus marcadores epigenéticos cuando se intenta prolongar sus vidas con una variedad de intervenciones.
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