63 años de servicio en la medicina

“Hay muchas personas que piensan que: si uno trabaja mucho, como que se gasta, y yo pienso lo contrario, que eso lo mantiene a uno vivo”, así sin sigilo alguno el Dr. Luis Alberto Menéndez Ordóñez nos regala su secreto para la longevidad.

El pasado 9 de marzo cumplió ochenta y seis años y sigue en servicio, atendiendo dos o tres veces a la semana, por las mañanas, desde su consultorio en el corazón de Chapinero. Su función en la vida fue, es y será ser médico.

Menéndez nació en Bucaramanga en 1936 y, aunque parezca un cliché, desde niño soñaba con ejercer la medicina porque veía al médico familiar atender con cariño y sin codicia a sus parientes.

Su bisabuelo materno y su abuelo paterno eran médicos y él, siguiendo la tradición familiar, llegó a Bogotá a los diecisiete años a estudiar su carrera, lo hizo en la Universidad Nacional de Colombia, cuya Facultad de Medicina cumple 155 años en 2022, formando a algunos de los mejores doctores del país.

No fue una tarea sencilla, pues su padre, quien mantenía a toda su familia, falleció ese mismo año y tuvo que sortear todo tipo de imprevistos para sacar adelante su meta. Lo hizo con altura, ya que siempre estuvo entre los cinco mejores del curso, lo que le garantizó graduarse en 1959 becado.

Inició trabajando en el Hospital La Hortúa, luego siguió en el Santa Clara, que fue fundado por el presidente Eduardo Santos, que en un principio era un sanatorio para tuberculosos. Allí permaneció durante 27 años e hizo toda la fila siendo: interno, jefe de internos, instructor y luego, director del sanatorio infantil.

Posteriormente trabajó en la Caja Agraria -ahora Banco Agrario- y llegó a ser reconocido como jefe del servicio médico, laboró allí 20 años y se pensionó entrada la década de los noventa. El Dr. Menéndez también fue profesor 12 años en la Universidad Javeriana y 8, en la Fundación Universitaria Juan N. Corpas.

Siempre atendió en consultorio por las tardes, luego de trabajar por la mañana en hospitales. Primero lo hizo Jesucristo Obrero, en el barrio Olaya, y también un poco más al sur, en Santa Lucía. Por eso hizo tantos clientes y pudo ver generaciones enteras de personas que llegaron siendo bebés y que, incluso hoy, como abuelos siguen acudiendo a su consultorio como fieles pacientes.

Un testigo de la evolución de la medicina en Colombia

El Dr. Menéndez se especializó como neumólogo, trabajó con énfasis en las vías respiratorias desde 1959 hasta 1980.

Se enfrentó a enfermedades que se remontan a los libros de historia de la medicina como la lepra, la tuberculosis, la polio y el sarampión.

Antes los médicos no tenían todos los medios diagnósticos con tecnología de punta que hay ahora, de acuerdo con él, en sus primeros años de ejercicio: “El TAC no existía, la resonancia magnética, tampoco, junto con un poco de exámenes de laboratorio”. La praxis médica se hacía con recursos limitados y por eso la atención personalizada era clave, aún lo sigue siendo, de acuerdo con él.

“A uno le interesaba atender bien a un enfermo, examinarlo con calma, si era necesario gastarle media hora, porque si quedaba contento ese volvía, entonces hacía uno clientela y a la vez ayudaba”, afirma.

La medicina como función social

En sus años de consulta en el sur de Bogotá, el doctor atendió a personas muy pobres.

Su visión de la realidad social en Colombia le permitió desarrollar un sentido de gratitud hacia todos los pacientes de bajos recursos que atendió, que también le permitieron tumbar de su mente muchos prejuicios relacionados a la inseguridad o el hampa.

Veía y ayudaba a sus clientes tuvieran o no tuvieran dinero, rememora que ninguna persona de todas las familias que vio quedó debiéndole algo, porque, aunque no tuvieran plata, con algún detalle retribuyeron su labor.

“La medicina tiene una función social. No es como ahora, a llenarse de plata en un instante; y así pensaban bastantes médicos porque todas las parroquias tenían un médico parroquial y hubo doctores que dedicaron la vida exclusivamente a eso, y amigos que yo conocí. Hay profesiones que no se pueden pensar como un negocio sino como un servicio, como por ejemplo las profesiones de la salud. Claro que uno estudia una profesión para vivir de ella, pero tampoco para explotar a la gente”.

Para el doctor la clave siempre ha sido ayudar y salvar vidas por encima del dinero, eso y conocer a sus pacientes, porque, según él, un buen médico, cuando tiene la oportunidad, no atiende a contrarreloj, lo hace paciencia y dedicación.

El Día Mundial de la Salud 2022, una invitación a proteger la salud

Hoy 7 de abril, la Organización Mundial de la Salud celebra esta fecha con el lema: «Nuestro planeta, nuestra salud», con el objeto de instar a todo el mundo a compartir sus historias sobre las medidas de cuidado. ¡Qué mejor manera de hacerlo que con un médico que a sus 86 años sigue practicando la medicina! ….

Cuando el Dr. Menéndez cumplió 80 años tuvo complicaciones cardíacas: presentó tres infartos seguidos y tuvo que ser operado en la Fundación Cardio Infantil de Bogotá. De acuerdo con él, los médicos que lo atendieron se quedaron sorprendidos con su resistencia y estado de salud.

¿Cuáles son sus consejos para proteger la salud como un sabio?:

No fumar: “Yo nunca he fumado, mi papá lo hacía mucho, a mí no me llamó la atención fumar. Hace años no se hacía tanta campaña contra el cigarrillo: uno iba a cine y eso subía el humo y los artistas de cine salían fumando un montón”.
No tomar bebidas alcohólicas en exceso: “Tampoco fui borracho, es decir a mí me gustan unos tragos socialmente, pero como yo veía tanta gente, amigos, y compañeros alcohólicos, entonces nunca tuve vicios”.
Trabajar duro: “Siempre trabajé mucho y duro: me levantaba a las 6 de la mañana, entraba al hospital a las 7 y desde ahí hasta las 8 de la noche. Sacaba las vacaciones en diciembre, trabajar duro no desgasta el cuerpo”.
Alimentarse bien: “Uno de joven no se preocupa, por eso hay que procurar alimentarse bien y entretener la mente: el trabajo es una cosa que mantiene a la gente bien y no es una cosa que lo enferma, siempre y cuando uno se dedique a una profesión que quiera”.
Estudiar: “No se trata de que todos sean doctores, pero es importante que se preparen, que estudien profesiones técnicas porque el país necesita técnicos, las profesiones clásicas: medicina, dentistería, derecho ya están copadas, sobran profesionales, en cambio es difícil conseguir técnicos en distintas materias”.
• Cuidar el medioambiente: “A mí me preocupa mucho el cambio climático: la cantidad de emisiones de CO2 que están afectando la atmósfera. En lo que uno pueda tiene que ayudar, hay que reciclar, enseñar a sembrar árboles, por ejemplo”.
• Ser responsables: “Si tienen un hogar, sean responsables, eso de que se abandona a la señora y a los hijos y no se les pasa un centavo, como lo ve uno todos los días, no es así, porque esos niños se crían en malas condiciones, tienen más dificultades en relación con los otros. Hay que asumir las consecuencias de los actos”.

De acuerdo con él, los vicios de la juventud son cheques que se cobran en la madurez, si se llevan unos hábitos saludables, se prolonga la vida y se tiene una vejez digna, sin complicaciones o enfermedades que atormenten el final de los días.

El significado de vivir

En palabras del doctor Luis Alberto Menéndez Ordóñez, la vida es una oportunidad para manejarse bien, hacer el bien, para ayudar a los demás y para enseñar lo que uno sabe, porque “El que no sabe no puede hacerlo, en cambio, el que sabe tiene que dar ejemplo y compartir lo que ha aprendido”.

Después de todos sus años de servicio no se detiene, quiere morirse ejerciendo, pero antes de que eso ocurra nos seguirá regalando toda su sabiduría, porque eso es lo que es él, lo siguiente a un experto: un sabio.

“Sinceramente yo quiero mucho la profesión y a mis 86 años la sigo ejerciendo porque siento que es el momento en el que uno más sabe. Hay cosas que no remplazan la experiencia, esto no se improvisa y eso lo aprecia la gente: hacer las cosas con amor”.

 

*En alianza con: Cruz Verde.