Un estudio publicado en The Lancet cuestiona la cifra de 10 mil pasos al día como objetivo de actividad física y propone una medida más flexible y personalizada.

Caminar 10 mil pasos al día se ha convertido en una recomendación popular para mejorar la salud y el bienestar. Sin embargo, ¿de dónde viene esta cifra y qué evidencia científica la respalda? Un reciente estudio publicado en la revista The Lancet desmonta el mito de los 10 mil pasos y propone una alternativa más realista y adaptada a cada persona.

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El origen de los 10 mil pasos

El origen de los 10 mil pasos al día se remonta a 1965, cuando una empresa japonesa lanzó al mercado un podómetro llamado Manpo-kei, que significa “medidor de 10 mil pasos”. El producto se basaba en la idea de que caminar esa cantidad de pasos al día era beneficioso para la salud cardiovascular, especialmente en una época en la que Japón sufría una alta tasa de mortalidad por enfermedades del corazón.

Sin embargo, esta idea no tenía una base científica sólida, sino que era más bien una estrategia de marketing. De hecho, el número 10 mil no tiene nada de especial, sino que es simplemente un número redondo y fácil de recordar. Además, el carácter japonés que representa el número 10 mil se parece a una persona caminando.

La evidencia científica

Desde entonces, varios estudios han intentado comprobar si caminar 10 mil pasos al día tiene realmente un efecto positivo sobre la salud. La mayoría de los estudios han encontrado que sí, pero también que no es necesario caminar tanto para obtener beneficios similares.

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Por ejemplo, un estudio publicado en JAMA en 2019 encontró que las mujeres mayores que caminaban alrededor de 4.400 pasos al día tenían un 40 % menos de riesgo de morir prematuramente que las que caminaban solo 2.700 pasos. El riesgo seguía disminuyendo a medida que aumentaban los pasos, pero se estabilizaba alrededor de los 7.500 pasos.

Otro estudio publicado en The Lancet en 2021 analizó los datos de más de 100 mil personas de siete países y concluyó que lo importante no es tanto el número de pasos, sino la intensidad con la que se camina. Así, las personas que caminaban a un ritmo moderado o vigoroso durante al menos 3.000 pasos al día tenían un menor riesgo de muerte por cualquier causa que las que caminaban a un ritmo lento.

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Una medida más flexible y personalizada

Ante estos hallazgos, los expertos sugieren que la cifra de 10 mil pasos al día no debe tomarse como una regla fija e inamovible, sino como una referencia orientativa que puede variar según las características y las necesidades de cada persona.

Así, lo recomendable es adaptar el objetivo de actividad física a la edad, el peso, el nivel de forma física, el estado de salud y los gustos personales. También se puede tener en cuenta la intensidad, la duración y la frecuencia con las que se camina, así como combinar el caminar con otras formas de ejercicio.

En cualquier caso, lo importante es mantenerse activo y evitar el sedentarismo, ya que está demostrado que la actividad física regular tiene múltiples beneficios para la salud física y mental. Caminar es una forma sencilla, accesible y gratuita de hacer ejercicio, pero no hay que obsesionarse con los números. Lo ideal es disfrutar del movimiento y escuchar al cuerpo.