Los síntomas depresivos y ansiosos son frecuentes en niños y adolescentes entre los 17 y 19 años puesto que cerca del 44 % de ellos presenta o han presentado algunos de estos síntomas.

También, es común en este grupo poblacional el consumo de sustancias psicoactivas, en especial el alcohol, tabaco y marihuana; y junto con esto, se observa el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, los trastornos del lenguaje y del aprendizaje.

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Otros trastornos para resaltar son los de: conducta alimentaria y de conducta, incluyendo el trastorno negativista desafiante (problemas con las figuras de autoridad).

¿Cómo tratar cada una de ellas?

Un aspecto central para todas estas condiciones es la detección temprana, que a veces no es posible en el ámbito de salud, pero si en el entorno educativo, social y familiar.

La detección temprana es el requisito para una atención oportuna, dado que el tratamiento es clave en esas edades con una posibilidad muy alta de mejora, debido a la plasticidad de los niños y adolescentes.

Cada trastorno tiene signos y síntomas diferentes en cada persona. Es necesario someter a evaluación al joven, a partir de ahí organizar un plan de manejo individualizado, integral e integrado a la medida particular de cada caso, basado en evidencia científica y realizado por profesionales de salud mental.

El tratamiento requiere una intensidad y periodicidad específica si se quiere generar una recuperación total que mejore la calidad de vida de la persona y su familia.

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¿Cómo los padres pueden identificar que un adolescente está atravesando por una enfermedad de salud mental y qué pasos debe seguir?

Hay unos signos o señales de alarma que como cuidadores podemos aprender a identificar para poder intervenir a tiempo en estos trastornos, algunos de ellos son que el adolescente:

  • Verbalice directamente la idea o la posibilidad de cometer una lesión.
  • Informe que tiene a menudo malos pensamientos y no puede dejar de darle vueltas.
  • Reconozca sentirse solo y aislado, además de verse incapaz de sostener una situación.
  • Exprese sentimientos de impotencia, indefensión, depresión y en especial desesperanza.
  • Pierda el interés por aficiones, obligaciones, familia, amigos, trabajo y apariencia personal.
  • Presenta cambios repentinos en la conducta. Por ejemplo, un aumento significativo de la irritabilidad, ingesta de bebidas alcohólicas en cantidades superiores a las habituales y con una frecuencia inusual, entre otras.
  • Obtenga información de autolesiones.
  • Evite situaciones o personas que antes le parecían agradables.
  • Permanezca irritado la mayor parte del tiempo.
  • Pierda peso rápidamente y muestre preocupación excesiva por su autoimagen.
  • No respete figuras de autoridad.

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¿Qué pasos deben seguir los cuidadores que detecten alguna señal de alarma?

Se deben tener en cuenta los siguientes pasos:

  • Mantener la calma.
  • Validar con otros cuidadores y familiares dicha señal o comportamiento en el adolescente.
  • Buscar ayuda profesional, especializada en salud mental y en la población objeto (niños y adolescentes).
  • Realizar el tratamiento de inicio a fin, sin afanes, ni retirarse cuando se comiencen a notar los cambios.
  • Tener paciencia y tolerancia con el proceso.
  • Ser un participante activo en el tratamiento del menor.
  • Apoyar en lugar de juzgar.

Los adolescentes suelen tener más comunicación con sus amigos, qué recomendaciones deben tener este círculo para detectar que su compañero está atravesando por un problema de salud mental.

El grupo primario y de referencia de un adolescente siempre van a ser sus padres, amigos y compañeros, y posteriormente su familia.

Generalmente, su mismo grupo social detecta las señales de alarma enunciadas anteriormente y los cambios de actitud y comportamiento, solo que, por aceptación e identificación de grupo y el vínculo con el adolescente involucrado no lo expresan a tiempo.

Como recomendación es muy importante sensibilizarnos todos de que un problema o trastorno de salud mental no es una forma de “llamar la atención” y por ende no se mejora o “cura” con consejos o premios, requiere de una intervención profesional, que entre más pronta se haga mejores resultados se obtienen.

Si sensibilizamos a los adolescentes, ellos mismos como grupo de contención, van a promover que el menor con algún problema de salud mental pida ayuda u obtenga la ayuda que necesita de sus padres, cuidadores, docentes y toda su red de apoyo.