Los eventos sexuales que pueden llegar a ocurrir en el colegio implican reconocer que el agresor puede pertenecer a cualquier categoría que compone la institución educativa; por eso vemos a diario casos de niños, niñas y jóvenes que son víctimas de delitos sexuales por parte de docentes, de personal de la institución educativa y de otros estudiantes.

Para Oscar Loaiza, docente de la Especialización en Psicología Forense y Criminal de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz y perito privado en casos relacionados con ilícitos sexuales.

“Hablar de la prevención de esta problemática implica tener en consideración tres niveles importantes, el primario hace referencia al antes de que el abuso ocurra, el secundario implica la identificación de factores de riesgo y detección y lo terciario, luego de ocurrido el abuso sexual, el acompañamiento y atención integral de las víctimas y las familias”, dijo.

Loaiza asegura que la clave de la eficacia y efectividad de los programas de prevención del abuso sexual en el contexto educativo está relacionada con proporcionar información sobre educación sexual, respeto de derechos sexuales y reproductivos y conocimiento del cuerpo y de la interacción entre las personas. Pero esto no solo es un trabajo que deben hacer los estudiantes en el colegio, sino que también es una responsabilidad de los docentes, los directivos y los padres de familia.

Muchos de los factores de riesgo que desembocan en abusos sexuales en la escuela provienen de las vivencias de socialización de los niños y jóvenes en sus hogares, esto además exige voluntad política de las acciones públicas que integren a todos los involucrados en el contexto escolar.

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Para el experto en piscología forense Oscar Loaiza los factores de riesgo ambiental que se deben tener en cuenta como signo de alerta son:

• Convivencia múltiple (vivir con familiares)
• Convivencia con terceros ajenos a la familia
• Hacinamiento en las casas
• Vivir en albergues, refugios o inquilinatos
• Que el niño comparta la habitación con otra persona
• Falta de intimidad para bañarse y vestirse.

Los factores de riesgo social que los padres y orientadores deben tener en cuenta como signo de alerta en prevención con las personas que se relacionan con nuestros hijos son:

• Personas que ofrezcan regalos, dadivas o recompensas a los niños
• Comportamientos confusos o ambivalentes de otros adultos con los niños
• Personas que sobrevaloran la actividad sexual
• Personas con escaso o deficiente control de impulsos
• Personas que pueden ser agresivas con los más débiles o con los menores
• Personas con dificultades para relacionarse con otras personas de su misma edad o contemporáneas
• Actitudes machistas o sexistas
• Uso excesivo de dispositivos electrónicos y redes sociales (visualización involuntaria de pornografía y riesgos digitales).

Y por último, los factores de riesgo del entorno familiar que pueden hacer más probable que los niños niñas y adolescentes sean víctimas de delitos sexual son:

• Familias que muestran violencia en sus interacciones
• Delegación de figura materna a uno/a de los/as hijas mayores
• Distanciamiento físico y afectivo de los padres con los hijos
• Dependencia económica a la figura paterna
• Relaciones desiguales del poder en el hogar
• Dinámicas machistas de interacción en el hogar
• Fallecimiento o ausencia de uno de los progenitores
• Relaciones disfuncionales de pareja

Importante resaltar, que la presencia de alguno de estos factores no es indicador necesariamente de que este sucediendo abuso sexual con el niño, más bien es un factor de riesgo que se debe tener en cuenta junto a otros para aumentar el cuidado con los niños. Y por último, la cercanía afectiva y la comunicación abierta franca y sin tabúes con los hijos es uno de los principales factores protectores frente al abuso sexual infantil.