El proyecto tardó una década en salir a la luz, hasta que los investigadores lograron crear bolsas compostables hidrosolubes (que sirven como abono y que se diluyen en el agua), informa la revista Semana.
Para el proyecto, dice Semana, A&P contactó a la universidad, con el fin de mitigar la contaminación que esa compañía generaba durante su “proceso productivo y obtener su propia materia prima biodegradable”.
El 2021 será el año para combatir los plásticos de un solo uso
En la lucha contra la contaminación por plásticos, este 2021 es el año en que entran en vigor las medidas restrictivas contra los de un solo uso, y mientras los ambientalistas consideran que no es una medida suficiente para combatir esa “pandemia”, el sector productor pide ayudas y tiempo.
La Unión Europea (UE), al igual que multitud de entidades de todo el mundo, considera la basura marina como “un problema mundial creciente” y, de acuerdo a sus cifras, entre el 80 y el 85 % de ella es residuo plástico.
Por ello, en 2019 el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE presentaron una directiva sobre la reducción del impacto de ciertos plásticos en el ambiente, teniendo en cuenta que los de un solo uso suponen cerca del 86 % de los restos plásticos que encuentran en playas de la Unión Europea.
Establecieron además que, “a más tardar el 3 de julio de 2021”, los Estados miembros deben preparar una descripción de todas las medidas que hayan adoptado, comunicarlas a la Comisión y ponerlas a disposición del público.
Algunos de los plásticos de un solo uso sujetos a las restricciones a la introducción en el mercado son cubiertos, platos, pajitas, agitadores de bebidas y recipientes para alimentos hechos de poliestireno expandido, como las cajas de comida de consumo inmediato.
Siguiendo esta línea, en 2020 el Gobierno español anunció una nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados en España, que todavía debe presentarse ante el Parlamento, con la que busca reducir los plásticos de un solo uso y que previsiblemente introduciría un nuevo impuesto sobre los envases “no reutilizables” y prohibiría a partir de 2023 la distribución gratuita, cobrando por cada producto de este material entregado al consumidor e indicándolo en el recibo de compra.
En esta medida se ven afectados los vasos para bebidas, incluidos sus tapas y tapones, y los recipientes para alimentos destinados al consumo inmediato que se suelen tomar desde el propio recipiente, para lograr en 2026 una reducción del 50 % en su comercialización y en 2030 del 70 %.
La opinión de productores y ecologistas
Sobre estas iniciativas, fuentes de la plataforma EsPlásticos, que engloba a agentes del sector, considera en declaraciones a Efe que esta prohibición de los plásticos de un solo uso es una “medida discriminatoria”, “desproporcionada” e “injusta”.
Critican que se centren en envases y productos plásticos y no en otros materiales también “susceptibles de acabar en el medio ambiente”, se apliquen penalizaciones sin apostar por modificar los comportamientos y se socave la supervivencia de un sector que genera 100.000 empleos directos con unas 3.000 empresas, solo en España.
En su opinión, es necesario establecer “unos tiempos adecuados” para que la industria se adapte, tener una “transición justa” y asumir una nueva carga administrativa por el trámite del futuro impuesto.
A su juicio, “el plástico de un solo uso es imprescindible para productos relacionados con la higiene (mascarillas), la seguridad (guantes quirúrgicos y demás material sanitario como jeringuillas) o para conservar los alimentos”, y su sustitución “no va a generar ningún cambio en los comportamientos incívicos” que hacen que acaben en el ambiente.
Por diferentes razones, Greenpeace también critica la normativa europea, pero al alegar que “se queda corta”.
Julio Barea, responsable de campañas de residuos de la organización en España, defiende que se han de implementar medidas para “recompensar al que lo hace bien”, con un sistema de devolución de envases, y fomentar la reutilización, así como un apoyo de la industria para producir tales cambios, ya que la contaminación es “una pandemia silenciosa”.
Pese a no haber una normativa nacional actualizada, ya se han adaptado varias empresas de gran envergadura, como Starbucks, al eliminar el uso de pajitas de plástico, las tapas de las bebidas frías y los cubiertos de plástico, o la cadena española Mercadona, que ha eliminado las bolsas de plástico de un solo uso y ha colocado papeleras diferenciadas en sus supermercados.
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