¿Qué preocupa: una resaca que amenaza con jubilarnos del licor o los kilos que ganamos después de una noche de copas? Todavía no hay un estudio que resuelva la pregunta. Sin necesidad de hacerlo, podemos intuir una respuesta: es más fácil -y más rápido- deshacerse de un guayabo que de la grasa que se acumula en la zona abdominal.

(Vea también: ¿Tequila y mezcal son lo mismo? Le contamos cómo diferenciarlos y cómo consumirlos)

Necesitamos agua, cama, náuseas y mucha paciencia para pasar la página del malestar, mientras que para quemar una caloría es imprescindible un plan de alimentación o, en el peor de los casos, aguantar hambre.

A continuación reunimos algunas verdades del ritual que solemos acompañar con la pareja, amigos, buena música y baile.

Una copa de vino es buena para el corazón

Tenemos que hacer una claridad: el beneficio de la copa aplica para el vino tinto que, a diferencia del blanco y del rosado, tiene resveratrol, un antioxidante que tiene la capacidad de regular el azúcar en la sangre. También combate el colesterol nocivo y mejora la salud cardiaca.

El alcohol es la puerta de entrada a otros vicios

No hay evidencia científica que lo demuestre. La discusión es más social que médica. En algunos casos, una persona que consume alcohol puede llegar a moverse en ambientes en los que también hay tráfico de estupefacientes. En esos entornos es posible que recurra a estimulantes más fuertes.

El cuerpo es capaz de procesar algunas calorías del licor

La comunidad médica considera que sus calorías son vacías, porque no le sirven al cuerpo. Además de inservibles, una parte las convierte en grasa y otra viaja directamente al hígado, que se encarga de eliminar lentamente parte de su rastro del organismo. El porcentaje restante desaparece a través del sudor y la orina.

Beber en la noche engorda más

El cuerpo es una máquina que se va apagando a medida que transcurre el día. Si después de las seis de la tarde le damos alcohol, es incapaz de procesarlo. El mejor momento para tomarnos unos tragos es la mañana o el mediodía, cuando el organismo dispone de la batería necesaria para responder a esta ingesta.

(Lea también: Tres recetas fáciles para celebrar el día internacional de la margarita)

Mezclar con agua reduce las calorías y retrasa la embriaguez

En las rocas siempre será mejor consumir whisky, vodka o ron. Además de reducir sus calorías, retrasamos el efecto de la embriaguez. La velocidad en la que tomemos es determinante. Entre más lento, mayor ritual y mejor salud. La clave para disfrutarlo es beber pausadamente, sabiendo que mañana necesitamos estar bien.

Comer antes no sirve para frenar la borrachera futura

La nutricionista Mónica Pérez sostiene que beber con el estómago lleno ralentiza la absorción del alcohol. Nos recomienda “los alimentos ricos en hidratos de carbono, como pan, pasta, cereales integrales, legumbres, proteínas y grasas, como el aceite de oliva, los frutos secos, el aguacate y el pescado azul”.