Por: Mónica Marcela Mejía Parada.

El rostro de Sandra Maritza Calderón, al recordar la incertidumbre y soledad que rodeaba su hogar hasta hace 4 años, es de tristeza. Ella y su esposo se conocieron en el año 1992 y al poco tiempo decidieron tener hijos, pero todos los intentos fallaban. Después de varios exámenes, a su esposo Jorge le diagnosticaron infertilidad por astenozoospermia, conocido como “espermatozoides lentos”, motivo por el cual no podían concebir.

Consultaron tratamientos, pero no contaban con los recursos económicos para acceder a ellos, por lo que tuvieron que esperar 9 años de intentos fallidos. Ya a los 41 ella daba por imposible un embarazo, pero se permitieron una última oportunidad: hacer un préstamo y pagar un tratamiento de fertilidad.

“Nosotros no sacamos 20 millones de hoy a mañana, hicimos un préstamo a 4 años. Fue muy duro porque la EPS no nos ayudó con los exámenes médicos ni con las citas con especialistas; tuvimos que pagarlos particularmente”.

Así como este caso, en Colombia, de acuerdo con la Federación Médica Colombiana, el 25 % de la población en etapa reproductiva es infértil, es decir aproximadamente 2,5 millones de personas, y esta es una cifra en aumento.

Sin embargo, más allá de iniciativas de investigadores particulares, la infertilidad no se ha documentado nunca en entidades públicas o en EPS, por lo cual no existen registros realizados por ninguna entidad gubernamental que señalen el porcentaje exacto de parejas infértiles en el país.

En Colombia, las causas varían un poco al resto de países, puesto que en más del 50 % del padecimiento se presenta en hombres, afectados por varicocele, infecciones y problemas genéticos, como las alteraciones en el cromosoma.

En contraste, en las mujeres lo más frecuente son los problemas de ovulación, como el ovario poliquístico, la endometriosis y las infecciones de transmisión sexual que dañan las trompas de Falopio.

Las causas del incremento de esta patología se relacionan con el descuido de infecciones de transmisión sexual, falta de abordaje oportuno de trastornos de ovulación y cambios ambientales. Además, culturalmente se asocian con postergar el momento de tener hijos, daño en la calidad del semen por consumo habitual de tabaco y alcohol, y exposición prematura a anticonceptivos orales.

Una enfermedad ‘exclusiva’

Existen diferentes tipos de tratamientos para combatir la infertilidad. Estos van desde procedimientos sencillos, como vigilar la ovulación mediante ecografías, aumentarla con medicamentos y ciclar las relaciones sexuales al momento preciso de la misma; hasta tratamientos extracorpóreos, como la fertilización invitro, que consiste en la unión del ovario con el espermatozoide fuera del cuerpo de la madre.

No obstante, la gran frustración de las parejas infértiles es el costo de dichos procedimientos, los cuales alcanzan los 20 millones de pesos. De acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, en 2015, las mujeres de 25 a 29 años y de 35 a 39 reportaron que más de un 30 % no está recibiendo un tratamiento de fertilidad porque es muy costoso.

“Saber que debía tener esos 500 mil pesos mensuales para pagar el préstamo y que además que ya vienen más gastos a raíz del bebé, es preocupante”, cuenta Sandra Calderón, quien finalmente logró su objetivo de ser madre, pero a un alto costo en el presupuesto familiar.

A pesar de que la infertilidad, desde 2009, es reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una enfermedad del sistema reproductivo y de que en el listado de servicios y tecnologías excluidas de la financiación con recursos públicos asignados a la salud, de 2017, no se encuentran especificados sus tratamientos, es la única enfermedad que en Colombia cuenta con diagnóstico, pero no con tratamiento por parte de las Entidades Prestadoras de Salud (EPS).

Al no estar excluido en el plan obligatorio de salud, POS, las personas deberían tener derecho a acceder a servicios de salud reproductiva, como la prevención y tratamiento las enfermedades del aparato reproductor femenino y masculino.

No obstante, el sistema de salud en Colombia, el cual se financia del pago de impuestos y de los aportes al régimen contributivo que realizan los ciudadanos, se opone a cubrir dichos procedimientos debido al impacto fiscal que esto supondría para el equilibrio financiero del sistema, según la objeción presidencial del pasado gobierno de Juan Manuel Santos, declaración apoyada por el actual Ministerio de Salud y Protección Social y Ministerio de Hacienda.

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Por su parte, las EPS concuerdan con la dificultad de costear estos tratamientos debido al déficit que les representa que un paciente cotice más de la Unidad de Pago por Capitación (UPC), es decir el valor anual que se reconoce por cada uno de los afiliados para cubrir las prestaciones del Plan Obligatorio de Salud, que la Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (ADRES) les desembolsa por el mismo.

“Tener hijos es una decisión propia que no puede volcar el sistema de salud”, considera Jenny Barrios, coordinadora médica de la EPS Sanitas.

Debido a que estos tratamientos solo pueden ser cubiertos por personas o matrimonios de alta capacidad económica, existen en Colombia numerosas parejas que no albergan ilusión alguna de contar con los recursos necesarios para acceder a alguno de los centros especializados de reproducción asistida existentes.

Más que una decisión personal

La Corte Constitucional estableció los casos en los que, de manera excepcional, las EPS están obligadas a costear tratamientos de fertilidad. Primero, se deben costear cuando se pretenda garantizar la continuidad de un servicio que ya esté avanzado; cuando éste busque garantizar la vida, salud, o integridad personal, incluyendo la salud sexual y reproductiva, y finalmente, cuando la patología de la infertilidad sea una enfermedad secundaria.

En contraste con lo anterior, la Organización Mundial de la Salud puntualiza que la salud no es únicamente la ausencia de afecciones y enfermedades en una persona, sino un estado completo de bienestar físico, mental y social, lo cual entra en contradicción con la ausencia de tratamientos financiados por las EPS.

Al respecto, la consultora médica de planificación familia, Lina María Acuña, puntualiza que la incapacidad de concebir es una enfermedad que hace necesario, para la pareja, un acompañamiento psicológico y de asesoría familiar porque sobre todo se genera frustración y sentimientos de culpa, que pueden llevar al deterioro del matrimonio.

Como en el caso de Sandra, que aunque ya llevaba 22 años junto a su esposo y era una buena relación, asegura que al llegar sus hijos esa relación se afianzó más. “Ahora todo es una alegría, la casa cambió totalmente, ellos cambiaron muchas cosas. Los hijos son un complemento de la familia”, dice con una sonrisa en el rostro.

Asimismo, el ginecólogo obstetra Fernando Zegers Hochschild precisó al defender una tutela que “la infertilidad es una enfermedad que tiene numerosos efectos en la salud física y psicológica de las personas, así como consecuencias sociales, que incluyen inestabilidad matrimonial, ansiedad, depresión, aislamiento social y pérdida de estatus social, pérdida de identidad de género, ostracismo y abuso”.

Esto detalla que, si bien la infertilidad no implica un riesgo para la vida, puede afectar otras facetas humanas.

“Existe, por tanto, una conexión entre la autonomía personal, la libertad reproductiva y la integridad física y psicológica”. (Corte constitucional, Sala Sexta de Revisión de tutelas, T-274/15, 2015)

La infertilidad se puede prevenir

Si bien en Colombia la magnitud de la Infertilidad no ha sido determinada oficialmente, estudios dados a conocer por la Fundación Colombiana de Parejas Infértiles (Funcopi), señalan que solo el 70 % de la población infértil puede ser tratada sin grandes inversiones y solo el 30 % (700.000) requiere reproducción asistida, lo que, de acuerdo con el ginecólogo y experto en fertilidad Jorge Ramírez puede ser una oportunidad para realizar una inclusión progresiva de los tratamientos de fertilidad dentro del plan de beneficios.

“Para que las cosas no sean tan costosas, hay que intervenir a tiempo. De esta forma, el 80 % se puede tratar bajo el mismo costo de otras enfermedades, porque son tratamientos sencillos que no sobrepasan los 400 mil pesos. Se está cometiendo una gran injusticia, naces infértil o te vuelves infértil, pero es una enfermedad, no una condición de lujo”, explica Ramírez.

Es por esto que documentar los factores que se asocian a las causas de infertilidad y realizar un diagnóstico generalizado del país; además de diseñar programas de promoción y prevención oportuna de infecciones de transmisión sexual y de enfermedades que afectan al sistema reproductivo como la endometriosis en la mujer y el varicocele en el hombre, permitiría evitar lesiones graves en la función reproductiva de la sociedad colombiana.

“La infertilidad está en aumento. Cuantos menos se intervenga con los tratamientos que se deben hacer ahora, mayor será la carga a futuro. Entonces, vamos a ser algún día una civilización envejecida”, sostiene el ginecólogo.

La posibilidad de que el Ministerio de Salud y protección Social y las instituciones educativas capaciten médicos para tratar la infertilidad a volumen evitaría que esta siga siendo una enfermedad reducida a un grupo selecto de especialistas de alto costo, abriéndoles la oportunidad a personas que se encuentran en la posición que vivió Sandra y que se encuentran en busca de los recursos necesarios para cumplir su deseo más anhelado: tener una familia.

Autor: Mónica Marcela Mejía Parada, estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de la Sabana. 

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.