La relación del paisajismo, la arquitectura y el espacio público con la naturaleza es un tema fundamental, dado que abarca aspectos sociales, políticos, históricos, culturales y económicos de la sociedad.

Sin embargo, aún falta en la planeación de nuestras ciudades. Para entender la magnitud de esas conexiones hablamos con Diana Wiesner, fundadora y directora de Fundación Cerros de Bogotá, organización líder en procesos de gestión y defensa del sistema natural de la capital.

Wiesner resaltó la importancia de que las construcciones tengan una relación armónica con la naturaleza y dio una visión acerca del crecimiento tanto personal como colectivo de las personas que hacen uso de los espacios. También mencionó su inconformidad con la ineficiencia de las respectivas áreas encargadas de ejecutar proyectos como el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y la franja de adecuación de la reserva forestal en los cerros orientales.

Wiesner es arquitecta de la Universidad de los Andes, especialista en Arquitectura del Paisaje de la Universidad de Buenos Aires, tiene una maestría en Bioclimática y estudios en Biodiversidad, Planeamiento urbano y Ciencias sustentables. Fue ganadora de la 1° Bienal de Espacio Público de Bogotá, con su proyecto El Parque Caracolí. Además, fue nominada como jurado del premio Internacional Geoffrey Jellicoe.

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¿Qué es el espacio público?

El espacio público puede definirse como una estructura espacial y ecosistémica que fortalece valores de solidaridad, equidad y cultura ciudadana. Articula la relación pública y privada, de manera directa.

Cuando se habla de naturaleza en un espacio público, se deben incluir temas fundamentales como el agua e inclusive el manejo de las aguas lluvias o si hay presencia de agua en ríos, quebradas, lagos y humedales. Estos se deben resaltar, incluir y valorizar. Por supuesto, también se debe tener presente a la vegetación en todos sus estratos. El espacio público debe promover valores de interculturalidad porque es un espacio democrático y un lugar posible para que las personas puedan desarrollarse en una sociedad desde la vida pública.

Asimismo, debe tener en cuenta las necesidades de las diferentes poblaciones, desde los niños, las personas mayores, las personas más vulnerables y las personas con discapacidad. Es importante considerar las condiciones geográficas y topográficas del lugar y ser un elemento estructurante para la toma de decisiones. Es importante saber cómo funciona y cómo se mueve la gente, qué imaginarios tienen, es decir, incluir todas las posibilidades de lo que la población quiere tener alrededor.

¿Cómo la naturaleza se complementa con la arquitectura?

La arquitectura debería estar supeditada a la naturaleza urbana y a la presencia de la vegetación porque no es una ciudad la que tiene naturaleza, sino que la naturaleza contiene a la ciudad. Debería verse la ciudad como un gran jardín porque las ciudades se han creado en lugares naturales que han sido transformados. Es fundamental que haya conectividad con los elementos de la naturaleza para poder crear, a través de la arquitectura, espacios que transmitan tranquilidad emocional y física hacia las personas que están cerca.

¿Qué es lo más importante al momento de involucrar la naturaleza en la construcción de un espacio público?

La conexión vital de las personas con el contexto, con su lugar geográfico, con el mismo universo porque todo está conectado. Hay una relación en términos de entender la complejidad de los sistemas. La ciudad hace parte de un sistema mayor, de una biorregión y a su vez está conectada con un ecosistema aún más grande. La relación con la fauna hace que las personas sean más sensibles. Aquellos que crecen con la naturaleza tienen mayor capacidad de adaptación, reflexión e inspiración y, además, son más creativas.

La naturaleza contribuye a la formación de las poblaciones y permite que puedan ser defensoras responsables de lo que está pasando en la ciudad, que puedan tener mayor conciencia sobre el desafío de la crisis climática. En la medida en que cada individuo contribuya en su pequeña porción a este proceso, lograremos mejorar las condiciones de estos desafíos actuales.

La arquitectura educa y une, entre muchas de sus cualidades. ¿Qué cree usted que hace esto posible?

La arquitectura, por supuesto, es pedagógica porque en ella sucede toda la vida humana. Cualquiera que sea el espacio construido puede generar una conexión directa con lo que la gente aprende de ellos. Si se hacen espacios amables, confortables, luminosos y habitables, se logra calidad humana donde se permitan actividades pedagógicas. La buena arquitectura o el buen urbanismo va a enseñar comportamientos, va a conducir de alguna manera u otra a más formas de relacionarse con los otros y de respetar los lugares. También puede enseñar, por ejemplo, temas de sostenibilidad, de iluminación, de ahorro de energía, del ciclo vital de los materiales y del reciclaje que hace parte intrínseca de todo el proceso. Esto les permite a las personas que hacen uso de estos espacios tener comportamientos similares y replicarlos en sus propios hogares para que poco a poco podamos ir mejorando como sociedad.

¿Qué aspectos destacaría del nuevo POT de Bogotá, Reverdece 2022-2035?

El nuevo POT en la capital tiene muchos componentes interesantes. El tema de lograr más espacios para la presencia de la naturaleza es uno, de lograr mayor protección a las áreas desprotegidas como el río Bogotá, los cerros orientales y las reservas más grandes. Se deben generar más instrumentos para que se puedan ejecutar dichos planteamientos que todavía están a un nivel muy macro para que puedan realmente ser una realidad.

¿La franja de adecuación de la reserva forestal en los cerros orientales de Bogotá ha ayudado a evitar el deterioro ambiental de alguna manera?

La franja de adecuación se limitó para generar un área entre la reserva forestal y la ciudad, para frenar el crecimiento y el deterioro de los cerros de Bogotá. Deberían haberse hecho unas intervenciones y unas actuaciones por parte de la alcaldía de manera que se protegiera y se generara un área de recreación, recuperación y restauración de esas zonas no ocupadas para mejorar la calidad ecológica de la ciudad. Como ha sido tan lento el cumplimiento de lo que se ha ordenado, realmente no se ha podido medir qué tanto ha ayudado a evitar el deterioro ambiental. Sin embargo, en la Fundación Cerros de Bogotá hemos estado velando por que efectivamente se cumpla. No hay una coherencia en cuanto al cumplimento de la institución con lo que debería estar ejecutando, y como figura en sí misma no está siendo efectiva. Ha habido un desequilibrio entre la gestión del Estado y las iniciativas ciudadanas, lo cual hace que siga una tendencia a no protegerse.

¿Como ha aportado su trabajo para cambiar la visión que se tiene sobre el medio ambiente en Colombia?

Nosotros en la Fundación Cerros de Bogotá hemos buscado generar una conciencia cívica y ecológica a través de distintas formas. Pensamos que las personas que conocen nuestro proyecto lo llevan a su entorno, a su familia, a su contexto social y lo multiplican generando un círculo mayor de cuidado de la fauna a largo plazo. Esto ha contribuido a cambiar las tendencias de indiferencia ante lo que está sucediendo.

Creo que el impacto ha dependido del tipo de proyectos en los que hemos trabajado, hay unos que tienen un carácter más social y otros tienen un carácter más ambiental. También depende de la escala, por ejemplo, el proyecto de los cerros en cuestión de escala macro a nivel de toda la ciudad no ha sido ejecutado en su totalidad, pero lo que hemos hecho en la Fundación sí ha generado un impacto a nivel de la ciudad, por lo menos de manera social, y ha contribuido a mejorar la relación de naturaleza con las personas.

 

Por: Nicole Maquinay Villate

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.