Allí, la película puede disfrutarse despacio y saborearse. La película, en español, se llama “La voz de la igualdad”, y en inglés, su idioma original, “On the Basis of Sex”, dirigida por Mimi Leder, protagonizada por Felicity Jones (en el papel de Ruth Ginsburg) y Armie Hammer (en el papel de Martin Ginsburg), entre otros. Tuvo su premier mundial en el AFI Fest el 8 de noviembre de 2018 y fue estrenada el 25 de diciembre de 2018, por Focus Features, pero en Colombia solo tuvimos la opción de verla a partir de abril de 2019. El guión de la película, escrito por Daniel Stiepleman, había entrado a la lista negra de 2014 por el mejor guion no producido del año. Es decir, estaba ‘engavetado’.

La película cuenta la historia de Ruth Bader Ginsburg, hoy de 86 años, actual Jueza de la Corte Suprema de Justicia, contradictora pública de Trump, segunda mujer nombrada en esa corporación – y lo es desde 1933 a la fecha-, con un breve retiro temporal que hizo para enfrentar unos nódulos cancerosos pulmonares, quitándole el gusto a Trump de verla muerta o recluida en un hospital. Regresó triunfante diciendo que trabajará mientras tenga energías para hacerlo. La jueza nos sorprende apareciendo al final de la cinta (y no estoy siendo ‘spoiler’ pues el dato sale en la mayoría de las reseñas que leí antes de ver la película) y justo allí la emoción es monumental.

La maravillosa señora Ginsburg -lo señorial hace resaltar aún más su feminismo-, nació el 15 de marzo de 1933 en Brooklyn, Nueva York. Su madre, Celia, sabiamente inculcó en ella dos cosas: “Una era ser una dama y la otra era ser independiente”. Ruth obtuvo su licenciatura en Gobierno de la Universidad de Cornell en 1954, siendo la primera de su clase. Allí conoció y se casó con el estudiante de derecho Martin D. Ginsburg y… acá empieza la película… cuando ambos van a Harvard a culminar sus estudios de derecho;  en el que tuvo que luchar contra un ambiente hostil y discriminatorio, de parte especialmente de sus profesores.

Imagínense ustedes 8 mujeres entre 500 estudiantes de derecho en donde el lema de la “tradición” era el himno universitario. Imaginen ustedes llegar a una cena en la que el decano reprende a esas 8 mujeres, delante de sus esposos, por haber “quitado” el cupo a 8 hombres… Pues esa fue su inauguración en la Universidad. En Harvard, los Ginsburg aprendieron – ambos – a equilibrar la vida como padres y estudiantes de derecho. Ginsburg llegaría a ser la primera mujer miembro de la acreditada Harvard Law Review.

La película narra lo que, para mí, es el punto de inflexión en la vida de Ginsburg. La esforzada y brillante defensa que hace, instada por su esposo Martin y apoyada por sus hijas y algunos amigos de la familia, de un hombre norteamericano, a quien no le reconocen como deducción tributaria los gastos incurridos en el cuidado de su madre discapacitada, por ser la norma una ley aplicable exclusivamente a mujeres, pues entendía el Estado que la profesión de “cuidador” solo podía ser ejercida por mujeres. Nada más irónico que haber empezado su lucha por la defensa de la igualdad de los derechos de las mujeres con la defensa de los derechos de un hombre que creyó en ella.

La defensa estatal es digamos, además de inepta, bien divertida: le entrega en bandeja de plata el insumo a Ginsburg para sus futuras demandas, por cuanto la administración tributaria se limitó a indicar que, de declarar dicha norma contraria a la Constitución, así fuera para el caso expreso, habría que hacer lo mismo con otras 178 normas que identificó en similar situación, con lo que le hicieron el trabajo a Ginsburg para su defensa de la igualdad con las normas que el mismo estado identificó como violatorias de la igualdad. Ruth fue la primera profesora mujer titular de la Facultad de Derecho de la U. de Columbia y la Directora del Proyecto de Derechos de las Mujeres de la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos, logrando argumentar 6 casos históricos sobre la igualdad de género ante la Corte Suprema de los Estados Unidos.

Frente a los prejuicios que aún maneja nuestro colectivo, y sobre todo del lado masculino, de que una feminista es conflictiva, brusca, “marimacha”, solitaria y sin hogar exitoso posible, nos encontramos con una mujer contundente y dulce a la vez, bonita, con un núcleo familiar tan sólido que fue su esposo el de la idea de la demanda que da origen a la cinta, fue el quien la apoyó en todo, hasta en la audiencia final, y fue su hija la que, con broche de oro la convenció de seguir adelante en su momento de más alta decepción.

Y acá en Colombia tenemos a nuestra Ruth Ginsburg.

Después de haber visto la película y de manifestar a gritos que Ruth Ginsburg sería mi nueva heroína -todos necesitamos constantemente renovar nuestros íconos de admiración-, por “causalidad” mi esposo, que se encontraba de viaje de trabajo en Medellín, tuvo la oportunidad de ir a una exposición en la Biblioteca Pública Piloto sobre Haydée Eastman Calderón (1916-1989)**, una de las primeras abogadas graduadas de la Universidad de Antioquia.

Casualmente también el año en el que se graduó Haydée, solo se graduaron 8 mujeres y fue ella una de las primeras defensoras de los derechos de las mujeres.

Al igual que Ruth, Eastman era casada, con hijos y, como da cuenta la exposición, ferviente amiga y miembro de familia al punto que las tertulias en la sala de su casa, en donde se hablaba de política, literatura, arte, economía, etc.. eran de las más famosas en la época. En 1947, recibió el Título de Doctor en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia con Mención Honorífica por su Tesis: “Sutilezas sobre Procesal Penal”.

En 1945, Haydée Eastman fue la primera mujer en Antioquia en actuar como “defensor/a de oficio”, abogado/a que le proporciona el Estado a aquellos que no pueden pagarse el suyo, y subio a un estrado judicial – espacio hasta ese entonces reservado solo al género masculino – para realizar la defensa pública de Luis Ardila, acusado de homicidio, caso que, por supuesto ganó gracias a su monumental argumentación jurídica y a su manejo de la palabra, lo cual le valió su consabida noticia en la prensa local y el reconocimiento posterior a nivel jurídico en todo el departamento.  Nuevamente, el irónico jurídico de la lucha por la igualdad desde la defensa de un hombre. Maravillosas coincidencias con Ruth.

Fue Haydée la primera mujer en ocupar el cargo de Secretaria Privada del Alcalde Mayor de Medellín, Luis Abadía (1948), fundadora de la Corporación Universidad de Medellín, diputada departamental de una asamblea plena de hombres y fundadora de la Organización Nacional Femenina, además de ser columnista de prensa en varios diarios liberales, abogando siempre por la igualdad de los derechos de las mujeres y los trabajadores.

Mujeres pioneras, completamente femeninas y feministas, que irrumpieron en mundo masculino, modificándolo para bien y cuyo punto de inflexión fue la defensa de los derechos de esos mismos hombres, en tanto humanos, y con apoyo de figuras masculinas que las rodearon. Inspiración para nosotras, las que en el privilegiado mundo que ellas forjaron, aún seguimos creyendo en que es mucho lo que falta por hacer, no solo por las mujeres sino en general por la diversidad, una lucha en donde debemos buscar en el mundo de los hombres, aliados y no contrapartes, voceros y no detractores.

*Gracias a Vivian Montoya y a Roberto Lleras Pérez por compartir descubrimientos.

* La muestra de más de 220 documentos y fotografías hace parte de las exposiciones itinerantes del Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín , recopilados gracias a las investigadoras Luisa Fernanda Echeverri Montoya y Lina Patricia Flórez Giraldo, ganadoras de la pasantía de investigación de la convocatoria de Estímulos para el Arte y la Cultura 2018.

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