Lina es una hija del apagón – como el nombre de su primer cuento – publicista, magíster en periodismo, una mujer que decidió, después de hacer un diplomado en escritura creativa con grandes escritores colombianos, escribir su primer libro.

Lina es costeña, pero desde los 4 años vive en Bogotá, excepto por un lapso de un año que vivió en Buenos Aires. Su primer libro de ficción tiene 10 narraciones, no necesariamente cuentos, cada uno con vida y estructura propias. Sus nombres son sugestivos: ‘Hija del Apagón’, ‘Bruxar’, ‘Ciclo’, ‘1998’, ‘Ming el Emperador’, ‘Caída libre’, ‘Uñas pintadas’, ‘Sangre por la nariz’, ‘Por la autopista de plata’, ‘Andy García y yo lloramos al final’.

El solo título del libro podría constituir un oxímoron, una contradicción, se refiere a la “ropa” que es una cobertura exterior, pero con la palabra “interior”, la autora nos invita a explorar un universo interno.

Se trata de 10 relatos de mujeres en una etapa específica de la vida, que podrían parecer una sola mujer en diferentes etapas de su vida. Y la confusión es intencional, nos revela Tono. Son construcciones narrativas impecablemente construidas, llenas de reflexiones necesarias para la comprensión del pensamiento femenino, sin que se trate propiamente de un libro feminista. Lo feminista que hay en él, según Lina, es haberlo narrado desde el punto de vista de un personaje femenino, sin que ello implique per se que sea una obra feminista.

Esas construcciones narrativas fueron un experimento que hicieron juntas Lina y su editora, Paula Marulanda, a modo de trabajo en equipo. Y el resultado es un libro colombiano que es imprescindible. Un libro que, dada su alta calidad literaria ha sido nominado como uno de los 10 finalistas al VI Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana de EAFIT, cuya premiación será el próximo 28 de enero de 2020, un concurso promovido por Héctor Abad Faciolince, cuyo jurado estará presidido por un escritor de la talla de Javier Cercas – que, dicho sea de paso, nos acompañará en los Hay Festival de Cartagena y de Jericó.

Me referiré a las 3 construcciones más queridas de su autora, sin perjuicio del gran amor por cada uno de sus 10 “hijos”:

En la ‘Hija del Apagón’, la niña protagonista a la que le hacen infinita falta sus padres, que son trabajadores compulsivos y nunca tienen tiempo para ella, logra construir una relación particular con su empleada doméstica, a raíz de las rutinas creadas por el famoso apagón que vivió Colombia en el año 1992. La alusión a la enciclopedia ‘El Mundo de los Niños’ (Salvat), la descripción del almuerzo me recuerda la cotidianidad de mi infancia, incluyendo las habichuelas con crema de leche y mantequilla… Un relato deliciosamente evocador de un pasado no muy lejano y difícil.

En ‘Ciclo, pareciera que por fin nosotras mismas podemos entender nuestra “incomprensibilidad”. No se trata del típico prejuicio según el cual a las mujeres no las entienda nadie, o que seamos raras o demasiado emocionales. Es que, por fin, a través de un relato íntimo, personal y cotidiano – no un documental narrativo- y claramente descollante, hombres y mujeres (si, nosotras que nos damos tanto palo) podremos saber qué es lo que nos pasa cada mes con nuestro ciclo menstrual.

Esa conciencia puede darnos libertad y explicación para evitar así expiar culpas de género. ‘Ciclo’ fue su relato mas investigado y trabajado, según Tono. Quiso dejar la sensación de que, si el mundo funcionara más en comprensión de esos ciclos femeninos, inclusive a nivel laboral programando entregas de informes y trabajos o reuniones conforme dichos ciclos, el devenir cotidiano podría fluir mejor, con menos conflictos…

Y en ‘Andy García y yo lloramos al final’, Lina le hace un homenaje a la escritora argentina María Gainza (Lina me recomendó ampliamente su libro ‘El nervio óptico’), una estructura narrativa que mezcla cine, música, bohemia, y que, sin duda, fue sabiamente seleccionada para cerrar con broche de oro su ópera prima.

Pero mi narración favorita definitivamente fue ‘Autopista de plata’: su descripción de la relación del femenino con el pelo cano es inigualable: “la única certeza que tengo: no es fácil llevar el pelo gris en un mundo blanco y negro. Sobre todo, cuando se es una mujer joven. (…) Decir que la relación con el pelo gris es un idilio sería mentir. Es una unión frágil que se debate a diario entre el amor y el odio. Las canas no son como un novio amargo y aburrido al que se puede abandonar un día cualquiera sin dar explicaciones, sino como hermanas de sangre con las que se debe compartir casa, cuarto y baño. Por las hermanas se tiene un amor incondicional pero difícil. (…) En la mañana tienen vida propia y usan su voz de plata para anunciar que el tiempo es una bestia de hocico grande que se traga a la gente a mordiscos chiquitos.” Sobre todo, y no quiero ser ‘spoiler’, el manual sobre como una mujer debiera manejar las canas en su vida ordinaria, es realmente útil.

¿Influencias de Lina? Escritoras jóvenes latinoamericanas. Para escribir el libro, Lina quiso leer, entender cómo las mujeres hablaban desde sus voces, bien fuera desde la ficción o desde la crónica.  Además de María Gainza, varias mujeres escritoras fueron claves para su libro: las colombianas Margarita Garcia Robayo, Juliana Restrepo y Patricia Engel y las mexicanas Alma Guillermo Prieto y Elena Poniatowska, entre otras.

Pero las influencias en Lina no existieron para ser parafraseadas, sino para poder narrar desde su pequeño universo cotidiano, reflexiones de mujeres con las que fácilmente cualquiera de nosotras podría identificarse en un momento pasado o presente de su vida, mujeres que han sido objeto de ‘bullying’ escolar, mujeres que han pasado por momentáneos estados ansiosos o depresivos, mujeres víctimas de la infidelidad pero que no se atreven a serlo ellas mismas, pero también mujeres valientes, de esas que, aún en un mundo misógino, se han enfrentado al mundo con todo y contra todo y han salido adelante.

A los hombres, mujeres y demás que me hacen el honor de leer esta columna sólo les puedo decir: léanse el libro. No reseño lo que no me gusta y hay reseñas que, como esta, son un placer mayor, más aún después de haber tenido el privilegio de entrevistar a su autora. Así pues, no puedo dejar de recomendar su libro y ojalá Tono nos traiga más relatos, más experimentos, más construcciones literarias, en un futuro no muy lejano. El libro se lee de un tirón, en mi caso fue una mañana de domingo… dénse el gusto, será un premio para el espíritu.

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