Hombres y mujeres sufren de un ataque de culpa después de irse a la cama por primera vez con alguien que conocían poco, que salió de una aplicación para conocer gente, o que les presentaron ese mismo día. 

El guayabo moral es un auténtico clásico en nuestra cultura y va aparejado con un grandísimo sentimiento de culpa que nos recuerda que eso no tenía que haber pasado y que no teníamos que habernos dejado llevar por nuestros impulsos. 

Con frecuencia el guayabo moral llega por flashes de recuerdos con los que nos solemos torturar, ráfagas de memoria sobre lo que hicimos y que nos hunden aún más en la miseria. Estamos híper acostumbrados a la culpa, la hemos aprendido, se trata de una emoción social, caracterizada por sentir remordimiento después de haber manifestado un comportamiento transgresor.

La culpa la hemos heredado, la llevamos en nuestra cultura judeocristiana, la hemos entendido como parte del ciclo moral. Fallo conduce a arrepentimiento en nuestra cultura religiosa. Pero hoy voy a desmontar la teoría del fallo en el sexo consentido, en el sexo casual, en el sexo porque los dos queríamos y no estamos haciéndole daño a nadie (esto es clave).

Todos hemos sentido guayabo moral post sexo, y todos le hemos tenido que aguantar el guayabo moral a una compañera o compañero en algún momento.

Lo curioso del guayabo moral es que así como llega, se va. Es de ese tipo de emociones que se sienten por horas o días, pero que no llegan a flagelar por más de una semana. Se pasa, se olvida, se va de la cabeza (¡como un guayabo que es!) ¿No es curioso?

Si lo que hemos hecho fuese realmente vil (cada uno tiene su escala de valores) no se pasaría después de unas horas. ¡Y esto es importante recordarlo!

¿Es necesario sentir guayabo moral después de hacerle caso al instinto?

Y bien, esto es lo que yo pienso al respecto:

Lo primero que podemos corregir es esa sensación de culpa que genera tener sexo con alguien que nos gusta en la primera noche.

¿De dónde viene la culpa?

¿Cuánto porcentaje en juego hay del QUÉ DIRÁN o QUÉ PENSARÁN?

¿Cuánto de querer mantener un comportamiento ejemplar? 

¿De engañarnos a nosotros mismos?

¿No le hacemos caso al instinto porque así evitamos meternos en problemas?

¿Cuánta importancia le damos a lo que piensa la otra persona sobre nuestros actos por encima de lo que pensamos nosotros mismos?

No hay ninguna regla que diga que eso es mejor no tener sexo hasta la novena noche. Cada persona es dueña de sus instintos y de cómo vive su sexualidad en el marco de su voluntad y madurez. El sexo es un instinto, el sexo es algo natural, y lo único que pide es que haya disposición y protección en el caso de que sea una pareja sexual desconocida.

Otra cosa puedo decir cuando el sexo que se ha mantenido es con alguien que tiene pareja o cuando alguno (o los dos) está poniendo los cuernos. Aquí ya tendríamos que hablar de ética de la fidelidad y da motivos para escribir otra columna. Aquí hay guayabo moral+engaño y ese es otro cóctel.

La culpa y el sexo no son grandes compañeros. De hecho, el sexo es una forma natural de relacionarnos con alguien que nos gusta, nos atrae y nos produce cambios hormonales y nos aviva interiormente. ¡Que nos hace sentir vivos!

Mejor dicho, si lo hiciste porque querías, y la otra persona también. ¿Qué problema hay?

Puede que la magia de la conquista sea otra a partir de ahora. Te recuerdo que el sexo une mucho, a veces más de lo que las personas piensan o creen. El sexo hace que tú y yo estemos hablando hoy. Todo lo que sé sobre sexo lo tienes en mi libro de consulta “Sexo sin comillas” y en él verás que no hay nada más natural que practicarlo y usarlo para tu bienestar y el de tu pareja sexual. Así que no hay que padecer, no hay que darse látigo, no hay por qué sentirse una piltrafa. Sólo fluir con el instinto que llevamos dentro.

¿De dónde viene la culpa?

Nietzsche lo definió como un instinto de crueldad contra uno mismo, cuyo efecto habría que eliminar concienciando a la gente de que la culpa, el pesar y el remordimiento son formas de autoagresión con las que opera la moral dominante. Freud haciéndose eco de esta postura, desarrolló la idea de que la culpa es el mecanismo con el que la sociedad reprime al individuo por medio de la interiorización de la norma y del auto castigo por su transgresión.” 

Lo que me interesa es que borremos de forma colectiva la palabra culpa para cambiarla por responsabilidad. Que el guayabo moral no sea lo que estás describiendo después de dejarte llevar por la pasión, sino que asumamos nuestros actos con la misma seguridad con la que los decidimos hacer. El sexo no es malo. Cero estrés.

¡No la embarraste! Hiciste lo que querías. Él también. Celebra esa sensación más bien y disfruta de los buenos momentos o buenos recuerdos que te puede dejar esa persona maravillosa que has conocido.

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