Inspiración es una palabra que, así como polisémica, es un abstracto que se adhiere a nuestro ser desde una percepción externa. Por ejemplo, bajo la misma concepción de este nombre está el proceso por el cual el aire entra en los pulmones y, por otro lado, el concepto teológico conectado estrechamente con Dios, pero de ambos solo haremos mención, mientras nos centramos en la inspiración artística, la de los cartageneros.    

Me atrevo a decir que la convergencia entre las tres mencionadas radica en que la inspiración, aunque producida en el interior de nosotros, nace de experiencias, sensaciones o elementos ajenos, de los cuales precisamente necesitamos para que el producto buscado se convierta en realidad. Pero, ¿cómo se logra estar inspirado?, ¿existe el arte sin inspiración?, ¿es artista alguien que crea sin inspiración? 

Desde la geografía que me rodea, comprendida desde la ubicación espacial y sus dinámicas sociales, Cartagena de Indias es en resumen una ciudad inspiradora, partiendo de sus orígenes y su historia hasta los días presentes; sin embargo, esa es solo mi apreciación como escritor de esta columna, que de a poco también necesitó destellos de inspiración para terminarse. Pero, la aproximación a la cual aquí queremos llegar es la de comprender cómo se concibe la inspiración artística en la vida de los hábiles que se abren camino con esta profesión, en este rincón de la Tierra.

Si nos detenemos a pensar en las características que debe tener un artista, a los cuales también me quiero referir como creadores de sentimientos, una de las cualidades que nos puede venir a la mente es ‘ser original’, pero específicamente ¿qué originalidad le estamos exigiendo a un personaje que habita un planeta en donde a la humanidad se le calculan 200 mil años de existencia y que en estos momentos coexiste entre más de 7 billones de personas?

Según como lo veo, no sería justo encasillar al artista por cuan original o parecido puede ser a otro. Pensemos sí en la intencionalidad de querer destacarse y ser distinguido entre sus pares; como hizo la cartagenera Cecilia Porras, quien según como lo narra el documento de investigación ‘Cecilia Porras, contra corriente: análisis del proceso de aproximación a nuevas territorialidades femeninas’, dejó de actuar como una “niña decente” cuando se vinculó al famoso ‘Grupo de Barranquilla’ y pasó a ser “una de las primeras mujeres en vestir bikini, usar la mochila arhuaca en vez de los bolsos propios de las señoritas de su clase”, entre otras cosas influyentes en su vida y profesión de artista plástica, demostrando que se podía tener éxito al mismo tiempo que iba contra la corriente social.

En 1982, el premio Nobel en Literatura, Gabriel García Márquez, escribió en el relato Un payaso pintado detrás de la puerta, que “Cecilia Porras pintaba en la terraza de su casa de Manga, mirando hacia un patio sombreado por los palos de mango y matas de guineo, pero los cuadros que pintaba no estaban inspirados en el patio, sino en otros rincones de la ciudad, con una luz distinta que ella misma inventaba”. Por lo que deduzco que en ese lugar y entorno encontraba su inspiración artística.

Ese escrito, que en realidad fue un obsequio de parte del Gabo hacia el Museo de Arte Moderno de Cartagena, narra la historia de una pintura, hecha por Cecilia, con la cual no se logró quedar por mucho que la deseó, y quizás así también se pierden entre la gente muchos artistas junto a sus obras, sin ser valorados porque el público tiene la mirada puesta en otros intereses.

Los nuevos artistas

Está claro que no todos corremos con la misma suerte, pues si nos comparamos con quienes se han cruzado en el recorrido de nuestra vida notaremos que cada uno la ha marchado a su ritmo y que así ocurre sin excepción, pero la clave está en no renunciar a los propósitos.  

“El camino del arte suele ser muy solitario, el verdadero desafío está en visibilizar a todo un gremio de artistas y no a unos cuantos”, es lo que dice el artista Marcel Hernando Reyes Olmos, quien fuese mi profesor de arte en la secundaria y ahora presenta su obra “Habitantes de mi aldea” en el Santuario de San Pedro Claver en el centro histórico de Cartagena.

Este artista plástico, de 45 años, considera que el mundo del arte no desea otro Da Vinci, ni tampoco otro Picasso y mucho menos un nuevo Van Gogh, más sí necesita de nuevos referentes sin encasillamientos, pues lo analiza desde una perspectiva de que no es bueno clasificar ni rotular el arte, ya que si lo vemos de esa manera iríamos en contra de todo lo que significa ser artista.

“Actualmente recibimos tanta información e influencias que es difícil considerarse completamente autentico, pero el verdadero artista encuentra la manera de serlo. Somos una mezcla de influencias cohesionadas por una carga emocional e intelectual, única y personal”, responde Reyes al preguntarle sobre en cuál estilo artístico se ubica.

Entonces, siendo un híbrido del arte ¿qué significa para él ser artista en estos momentos?

“La acción creativa o expresiva desde el enfoque artístico no busca una reacción específica, ni tampoco pretende decir lo que se debe sentir, provocar o evocar. Es una consecuencia del quehacer artístico y me valgo de eso para decir lo que soy y lo que pienso. Dicen que cada persona es un mundo completamente diferente, me gusta pensar en la idea de llegar a un mundo nuevo cada vez que alguien aprecia una de mis obras, para mí como artista no hay nada más satisfactorio y significativo que las personas se conecten o se identifiquen con alguna de mis pinturas”.

Sin embargo, esa conexión que Marcel espera en su público no es algo que se presenta de manera abrupta, pues cómo lo hemos mencionado existe previamente una inspiración artística:

“Como alguna vez dijo el maestro Pablo Picasso: la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando. No puedes esperar a que se te presente una oportunidad de trabajo para decidir  estudiar, debes estar preparado para cuando se dé la oportunidad. La inspiración te encuentra, no es algo que sales a buscar, pero debes tener una convicción forjada, un concepto o un deseo de expresar”.

En ese sentido, Marcel Reyes hace una comparativa sobre cómo un artículo, quizás como este si tiene la suerte, se puede convertir en arte, aunque el arte no alcance a resumirse en un escrito:

“La inspiración lo es todo para un artista, solo las maquinas son capaces de crear sin inspiración, hay una gran diferencia entre crear y producir, es posible convertir un artículo en arte, pero no lo contrario. El arte no se puede reducir a un mero artículo”, afirma el artista plástico.

Sin embargo, y desde mi posición, le seguiremos apostando a conectar realidades particulares con mentes desconocidas que yacen allá afuera, así como también desde el arte se logran producir viajes de conocimiento.

Por eso, es valioso presentar a Carlos Piedrahita, un grafitero y muralista urbano, a quien conocí pintando las paredes del Centro Comunitario Claret, en el barrio La Candelaria de Cartagena. 

Carlos ha sido tallerista artístico en distintas fundaciones del departamento de Bolívar, trabajando por lo general con niños y niñas en quienes incentiva el desarrollo y amor por el arte, procurando replicar lo que a su corta edad sintió al momento de dibujar, pintar y hacer manualidades.

En su vida, el arte se convirtió en la vía principal para expresarse, y es algo de lo cual te das cuenta al conocerlo, porque el hombre tímido y de pocas palabras que se encuentra frente al micrófono para ser entrevistado, no resulta ser el mismo que puedes observar en concentración y siendo espontáneo cuando tiene en frente una gran pared en blanco, a la cual prosigue para convertir en un universo distinto.

Así es cómo él ha logrado sobrevivir a través del arte, a diferencia de conocidos suyos que han optado por conseguir algo laboralmente estable distanciándose de lo artístico, mientras que otros caen en la delincuencia y son artífices de otro tipo de acciones. 

Es por que su propósito se basa en generar, desde el arte, espacios independientes y alternativos en donde se formen personas pensantes y críticas respecto a la dinámicas sociales negativas que se presentan en la ciudad, algo que por consiguiente también se transforma en un reto y una lucha diaria frente a la poca colaboración de otros entes y entidades, tanto públicas como privadas.

 

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Eso es algo que, en palabras de Marcel Reyes, se sustenta en resignificar la labor artística retribuyendo con reconocimiento y mejores oportunidades la importancia que tienen los artistas dentro de la sociedad. 

Por consiguiente, todos desde nuestras capacidades deberíamos buscar de la inspiración que nos encamine a un cambio, a una forma positiva de llevar nuestras vidas adelante. 

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