Perder peso puede convertirse fácilmente en una obsesión peligrosa. Más allá de los trastornos alimentarios que ya conocemos (bulimia y anorexia), existen métodos que, aunque parecen normales, son altamente nocivos.

  1. Para empezar, es fundamental entender que cualquier táctica que esté lejos de la cotidianidad está destinada al fracaso. Por ejemplo, esas dietas extremas en donde se restringen al 100% cualquiera de los tres macronutrientes que nuestro organismo necesita para vivir : proteínas, grasas y carbohidratos, no solo atentan contra la salud, también se convierten, tarde o temprano, en otro intento fallido por conseguir la talla que deseas.

Las ganas de perder peso hacen corto circuito con el afán. Este proceso debe entenderse como una transformación gradual. Según los expertos, para que un método de adelgazamiento sea seguro no debería superar la pérdida de 4 kilos por mes. Y es que las tácticas milagro, ‘flash’ y mágicas existen, pero son enemigas implacables del bienestar. Sus resultados tienen una implicación muy alta en nuestra salud y, además, no son duraderos  porque el efecto rebote o yoyo está asegurado.

En la actualidad, hay diversas dietas de este tipo, como la que promocionó la cantante Beyoncé, hace un par de meses atrás, que asegura que puedes perder 20 kilos en 22 días comiendo únicamente vegetales. En cuestión de minutos nutricionistas y médicos rechazaron este peligroso régimen y advirtieron del perjuicio que representaba.

De modo que si te encuentras llevando a cabo una dieta en la que, de tajo, estás omitiendo cualquiera de estas fuentes nutricionales puedes estar seguro de que has incurrido en el primer y más común error de quienes queremos mantenernos en forma. ¿Por qué? Sin entrar en explicaciones especializadas, que les compete a los doctores y nutricionistas, es importante saber que el solo hecho de estar vivos demanda un gasto energético: respirar, movernos, hacer digestión, hablar e incluso dormir. Cuando no le proporcionamos a nuestro cuerpo ese mínimo de ‘combustible’ a través de la adecuada alimentación causamos alteraciones metabólicas, descompensaciones y enfermedades.

En pocas palabras, para que una dieta sea saludable debe mantener un equilibrio entre los tres macronutrientes (proteínas, grasas y carbohidratos). Las combinaciones y porciones puntuales dependerán, en gran medida, del objetivo que persiga cada persona, así como también de sus condiciones médicas, edad, género y estilo de vida, entre otras cosas.

  1. Las pastillas que prometen quemar la grasa por ti, generalmente, tienen graves efectos secundarios. Es el caso de la sibutramina, entre otros medicamentos que inhiben el apetito y que, pese a ser recomendados por especialistas de la salud, desencadenan enfermedades como arritmia, alteración cerebrovascular, taquicardia, hipertensión arterial, hipertiroidismo y afección hepática, entre otros padecimientos.

Así que, más allá del consejo del especialista y de los permisos legales para la comercialización y el consumo de este tipo de fármacos, recuerda que el conocimiento es poder y es nuestra obligación leer, investigar e indagar sobre ese tipo de ‘medicinas’ que tienen como finalidad cohibir las necesidades naturales del organismo. Nada que te quite el hambre, a excepción de la comida, es sano.  

  1. Ejercicio excesivo. Los extremos son perjudiciales, aún cuando se trata de buenos hábitos. El bienestar es hermano del equilibrio y enemigo de las exageraciones. Para la muestra está la vigorexia, un trastorno que que se caracteriza por la obsesión de conseguir un cuerpo definido.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo recomendado es realizar actividad física al menos 3 veces por semana, pero entonces ¿cuándo pasamos de la moderación a la exageración? Aunque los especialistas difieren en los tiempos, la gran mayoría asegura que entrenar más de dos horas al día, de lunes a domingo, es un síntoma de este desorden en el que se sobredimensiona el culto al cuerpo. Obviamente, si se trata de un deportista de alto rendimiento o un fisiculturista estos tiempos no aplican.

Dentro de los perjuicios que ocasiona la vigorexia se encuentran las lesiones en las articulaciones, los ligamentos y músculos, incluido el corazón, que puede afectarse como consecuencia de mantener, prolongadamente, un ritmo cardíaco acelerado. En este sentido, vale la pena recordar la hospitalización por exceso de ejercicio que vivió la actriz Margarita Rosa de Francisco, en el 2018.

Ahora bien, una cosa es estar obsesionado, pero otra es estar desquiciado. ¿O qué me dicen de quienes se han cosido una malla en la parte superior de la lengua para anular la posibilidad de comer sólidos, o quienes se llenan apunta de algodones empapados de agua o infusiones de plantas? Sin entrar a juzgar, esto definitivamente es irracional.

Si bajar de peso te lesiona, te perjudica o te hiere estás usando el método equivocado. Estar en forma es sentirte bien, pleno y feliz. Esto no quiere decir que sea fácil, porque claramente debes cambiar hábitos que te sacan de tu zona de confort y esto no representa ningún placer. El esfuerzo, la disciplina y la determinación están muy lejos de parecerse a la flagelación.

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