Los viejos expertos en mercadeo suelen decir que el miedo es la principal razón de compra o de cambio en una persona. Sin duda, la transformación digital de las industrias ha mantenido esta premisa al pie de la letra. Pero los hechos fácticos son más bien paradójicos en este momento: mientras las empresas tradicionales se ven amenazadas y al borde de un ataque de nervios, los famosos unicornios tecnológicos están arrojando importantes pérdidas económicas.

Recientemente, el consultor español Hugo Sáez desarrolló un interesante contenido en Twitter donde reveló los casos de negocio de varias empresas tecnológicas que están entregando cuantiosas pérdidas. Acá algunos datos reveladores: en 2018, Lyft una aplicación de transporte que compite con Uber, entregó pérdidas por más de 1.000 millones de dólares en 2018. Y es la punta del iceberg.

Tres empresas reportaron cifras negativas: Snapchat perdió 1.254 millones de dólares; Netflix informó que perdió 16.000 clientes en el segundo trimestre en Estados Unidos, su primera baja desde 2011. Además, las ganancias han bajado 46% en lo que va de este año. Y el caso que más preocupa a los expertos es el de Uber que reportó pérdidas por la friolera de 5.200 millones de dólares.

Aunque cada unicornio tiene sus propias defensas y coyunturas, lo cierto es que sus negocios todavía no encuentran punto de equilibrio y sus respectivas salidas en bolsa se han transformado en una presión que hace unos años no tenían. Expertos internacionales han llegado a vaticinar la desgracia al asegurar que, lo que está pasando actualmente con las compañías disruptivas se parece mucho a lo que ocurrió con la debacle que ocurrió a principio de siglo con los nuevos portales de internet.

Si vamos al detalle, las empresas tecnológicas tienen la convicción de que en algún punto (ellas esperan que pronto) van a encontrar un punto de equilibrio en sus operaciones y recogerán los frutos de sus inversiones iniciales. Y ahí sí, harían temblar a las industrias establecidas. Igual, los grandes inversionistas han dado su visto bueno y las propias bolsas bursátiles han aceptado el ingreso de las ‘start-ups’. Y, si algo sabemos, es que los inversionistas, los que ponen el billete, tienen ojo clínico a la hora de apostar por el éxito de una empresa.

Y entonces llega la paradoja. Mientras que los famosos unicornios todavía no extienden sus alas para volar, las empresas tradicionales ya no tienen uñas que comerse por el tristemente célebre coco de la transformación digital. A pesar de que muchas de estas compañías a fuerza de mucho esfuerzo y muy buenas estrategias han podido seguir entregando resultados positivos a sus respectivos inversionistas.

Las empresas establecidas están en pleno proceso de transformación. Para ser sinceros, más bien movidos por el miedo y las amenazas de un futuro incierto. Mientras que las grandes organizaciones Sillicon Valey siguen batallando para salir a flote, todo bajo la atenta mirada de los gigantes monopólicos Google, Facebook y Amazon que, por el momento, están lidiando con sus propios demonios, y por demonios nos referimos a las autoridades de distintos países que comienzan a buscar regulaciones que los pongan en cintura.

Y para completar, no son pocos los analistas financieros que temen una posible recesión económica mundial por cuenta de las ‘start-ups’ que no despegan y de las empresas tradicionales que no han logrado adaptarse a estas nuevas realidades. Una vez más, el miedo hace su octubre.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.