Un burócrata, enquistado en una oficina de prensa de una empresa de telecomunicaciones de Bucaramanga, me hizo llegar una carta «adornada» de errores de ortografía. Fue honesto en reconocer que no sabe ortografía, eso hay que reconocerle; en una nota, al final de su carta, decía que lo disculpara por sus fallas ortográficas. En lo que sí le falló su honestidad fue en que le echó la culpa de su malhadada escritura ¡al teclado de su computador! «Es que está fallando», justificaba. En verdad, lo que fallaba era su conocimiento de cómo escribir bien las palabras.
Como ese hay miles de casos. Recientemente, extraje una excusa de esas de uno de los mal llamados «foros» de una revista virtual. Decía: «… estoy de acuerdo con que el artículo es una ofensa, pero una periodista de esa talla, que traspasa fronteras, no se puede permitir esos errores; más en esta época cuando el corrector ortográfico hace todo por ti». (Jimmy Bernal Rebolledo, en la revista virtual Kienyke).
No, el corrector ortográfico NO hace todo por nosotros; algunas cosas, todo no. Es falso que ese programa en los computadores sea «mágico». Los computadores apenas son unas máquinas programadas, por ende, responden al manejo que por su propio conocimiento le den sus usuarios.
Por considerárselo sabiondo ese adminículo termina convertido en un alcahuete peligroso, si de vigilar el uso correcto del idioma se trata. Él apenas obedece a un programa informático, como tantos otros; es susceptible de tener errores (que, en efecto, los tiene); es incapaz de «pensar» en normas vigentes de ortografía y es menos capaz de estar actualizado frente a los cambios que ella tiene regularmente.
La ortografía fiable es la que se aprende a consciencia, con dedicación, esmero y estudio. Lo demás es artilugio engañoso. Y del uso de ese artilugio queda un sartal de errores ortográficos cuando quienes se atienen a tal programa automático tienen que escribir algún documento.
Les comparto algunos ejemplos simples de lo equivocado que «vive» el «corrector» automático de los computadores, tan apetecido por quienes se niegan a aprender ortografía. Las palabras que anoto ese «sabiondo» no las conoce, y las confunde con otras:
- Colmundo Radio es una conocida empresa de radiodifusión de Colombia. Pero el sistema transforma la primera palabra en «colmando», porque asume que el equivocado es quien escribe al mencionar el nombre de esa estación radiodifusora.
- Todelar era otra cadena colombiana de emisoras (se callaron sus micrófonos). El mentado sistema de corrección automática transforma (aún lo hace, aunque esa empresa no exista) esa palabra en «modelar»; obviamente, no es lo mismo. Ese «cerebro», que pretende remplazar el cerebro humano, o saber más que quien sabe de qué escribe, o cómo se escribe una palabra, intenta adivinar que lo que se quiere usar es el verbo que define el acto de ajustarse a un modelo.
- Aférrate. El «corrector» automático tampoco entiende esta palabra. Indica que, a cambio, se escriba «ciérrate». ¡Con razón hay muchos que no se aferran a la ortografía original!
Y como esos descaches hay muchos más. Luego el tal «corrector» es falible, en lugar de corrección automática lo que produce es incorrección traumática.
Es preciso y útil advertir que cuando el «corrector» subraya en color rojo una palabra que «le parece» incorrecta ─pero que ortográficamente es correcta─, y el usuario del computador le hace caso, lo que se legitima es un error. Se arma de tal modo una cadena de errores, y todo texto que se produzca con base en esos errores que se «bautizan», porque el «sabiondo» electrónico se equivocó, queda plagado de deslices ortográficos.
Antes de cerrar con el consejo para que usted se esmere en aprender ortografía, en vez de atender las sugerencias desviadas del «corrector» automático, dejo aquí también unas orientaciones para cuando el teclado de su computador no tenga disposición para marcar tildes sobre las cinco vocales ni la virgulilla de la letra eñe (ñ). Esa es otra excusa recurrente entre muchos hispanos: «Es que el teclado de mi computador no tiene eñe»; «En el teclado que uso no aparece la tilde».
Entonces, marque así:
Alt + 160 para tildar la á.
Alt + 130 para tildar la é.
Alt + 161 para tildar la í.
Alt + 162 para tildar la ó.
Alt + 163 para tildar la ú.
Alt + 164 para que aparezca la ñ.
A propósito de esta última consonante: en España algunos ciudadanos han propuesto que se elimine la eñe (ñ) del alfabeto porque los teclados de sus computadores no la tienen. Esa propuesta es igual a la decisión del marido cuya esposa le es infiel con otro hombre en el sofá de la casa: ¡vender el sofá! Lo que deben hacer aquellos españoles despistados es emprender una campaña para que las fábricas de teclados de computador incluyan la eñe (ñ) en ellos. O marcar la tecla Alt más 164. ¡Fácil y pragmático!
Colofón: para quienes pudieran preguntarse por qué escribí en este artículo entre comillas la palabra corrector, les respondo: porque no corrige, sino que confunde en muchos casos; y porque en la mayoría de ellos se equivoca. Luego las comillas son un atildamiento para soslayar ese programa inútil.
¡Hablar y escribir bien: el reto de hoy!
Corrección de tesis universitarias, novelas, ensayos, cuentos, artículos periodísticos, informes administrativos y similares. // mundodepalabras@gmail.com / 315 401 0290.
*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.
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