El lunes 17 de octubre del 2005, en una emisión del programa ‘La Noche del 10’, Diego Armando Maradona Franco se mostró hablando consigo mismo sobre lo que hasta ese momento era su vida y cómo la imaginaba días futuros, confesándose en un acto casi de introspección y desnudando ante el mundo su lado más íntimo. La familia, el fútbol, la muerte y las adicciones fueron los senderos por los cuales caminó la charla que se tituló: De Diego a Maradona. 

El resultado de esas horas de grabación, como todo en su vida (incluso en su muerte), no pasó desapercibido, pues en esa faceta de conductor de TV también volvió a sobrepasar los límites, siendo él, único.

Con esa nota especial, ‘El Pelusa’, al igual como lo hizo en la cancha, la rompió en la televisión argentina con 25 puntos de rating, consiguiendo que fuese el programa más visto de aquel año. Y es que fue tan trascendental esa entrevista que dejó frases inolvidables como la siguiente, cuando respondió a lo que se diría en el cementerio estando su cuerpo bajo tierra:

“Gracias por haber jugado al fútbol. Porque es el deporte que me dio más alegrías, más libertades, como tocar el cielo con las manos. ‘Gracias a la pelota’, pondría en la lápida”, dijo el Maradona entrevistado.

Pero, ese tan solo es uno de los miles de recuerdos que pueden existir alrededor de la burbuja Maradoniana durante un 2005 significativo en su historia, en el que una pequeña parte de Colombia también estuvo incluida.

Su paso por Cartagena de Indias

No estaría mal decir que fue en el Corralito de Piedra donde el hombre endiosado por el pueblo argentino tuvo un renacer, meses antes de conseguir el éxito televisivo y de mostrarle a sus seguidores una imagen totalmente renovada.

Maradona llegó a Cartagena ocho años después de su retiro futbolístico, en una visita que de puerta para fuera quiso manejar como un viaje turístico; sin embargo, con los días se develó que la excusa de su llegada era una cirugía para reducción de estómago, a la cual fue sometido en la clínica Medihelp de Bocagrande.

Así fue. El primer hijo varón de Diego Maradona y Dalma ‘Tota’ Franco, que también en paz descansen, no querían que se conociera de su operación en la heroica ciudad, pero el hermetismo fue tumbado.

A sus 44 años, Diego aterrizó en suelo cartagenero no solo con el peso de ser un símbolo mundial de la Argentina y el fútbol, sino también con 120 kilogramos de obesidad que desde tiempo atrás le presentaba graves problemas de salud.

Por tanto, el bypass gástrico que se le realizó, además de buscar disminuir su masa corporal, tenía como objetivo reducir sus dificultades cardiacas y de hipertensión que lo llevaron a estar internado en más de una ocasión.

En conclusión, ‘El Cebollita’ quería apartar del camino a la muerte que le acechaba.

El recuerdo de Campito

Lo único que el ‘10’ no pudo contener durante su estadía en Cartagena fue el asedio de los periodistas, quienes lograron confirmar lo que en un principio se sospechaba. Eso fue algo que molestó al argentino, tanto que casi se iba sin pagar los 13 mil dólares de la operación, debido a que aludía al incumplimiento del contrato por parte de la clínica al no mantener el secreto. Pese a eso, Maradona pagó y se quedó unas semanas en la capital bolivarense.

Así, el 17 de marzo haría su gran aparición ante los medios de comunicación, en una reunión reservada con el exalcalde Alberto Barboza Senior, quien en el despacho del Palacio de la Aduana le entregó las llaves de la ciudad y una camiseta del equipo Real Cartagena, que curiosamente ese año llegó a su máximo logro: ser subcampeón del futbol colombiano… como si, futbolísticamente hablando, el auriverde hubiese recibido la bendición de la ‘mano de Dios’.

Pocas fueron las personas que tuvieron el privilegio de entrar al lugar aquella mañana y entre esas se encontraba el recordado periodista y también exmandatario Campo Elías Terán Dix; ahora en su ausencia, es su hijo Campo Elías Terán Jr. quien habla del memorable hecho.

“Mi mamá trabajaba en la oficina de protocolo de la alcaldía y era la encargada de organizar ese tipo de eventos. Entre la duda de si el hombre iba a cumplir la cita, ella me llamó una hora antes y me preguntó: ‘¿Quieres conocer a Maradona?’, y yo me fui de una para allá”, recuerda el hoy periodista deportivo.

Entre el grupo reducido de personas ahí estaba Campito, como se le conoce en su ciudad natal, observando a un tipo súper amable, contento y buena onda, según lo recuerda durante esas horas que lo tuvo en frente. Sin embargo, ni él ni los cuatro jóvenes que le acompañaban se atrevían a acercarse a la gloria del Mundial del 86’.

“Había cierto respeto y temor porque toda la vida se había dicho que tenía una personalidad complicada”, pero Campo recuerda que Diego los miró y de manera amable les pidió que se acercaran.

Fue gracias a ese gesto que el cartagenero aprovechó para salir de dudas del por qué el astro argentino usaba dos relojes: “Comenzó a reír y me dijo: ‘uno para saber la hora del lugar donde estoy. El otro para saber la hora de Buenos Aires y a qué hora puedo llamar a mis hijas'”.

En nuestra narración, ese gesto con sus primogénitas no es un dato menor, si recordamos que en la entrevista ‘De Diego a Maradona’ también confesó su arrepentimiento de no haberlas visto crecer y de haber faltado a algunos de sus cumpleaños.

Hasta ahí, el cruce de palabras entre Campo Elías y Diego Armando no tenía nada que ver con lo futbolístico, pero simple y llanamente era algo de esperar. El exjugador de Boca Juniors, Barcelona, Napoli, entre otros, dejó marcado al muchacho de 24 años con un consejo que le regaló al saber de su interés por estudiar periodismo y que posteriormente puso en práctica durante su carrera como periodista deportivo.

“Habla siempre del juego, nunca de la vida personal del futbolista”, frase que viniendo de Maradona quizás no sorprende, pero que quedaría grabada en la memoria de aquel ‘pelao’, como han de llamarse entre sí los adolescentes cartageneros.

Una vez finalizó el evento, Campito, ya con una fotografía para la posteridad, habló con su papá de lo afortunado que fue, precisamente con su padre a quien poco y nada le gustaba tomarse fotos:

“Cartagena es una ciudad que tiene magia, todo el que viene aquí va a estar siempre alegre. Mira cómo está Maradona, a todos les pasa lo mismo. ¿Cuándo pensé que lo iba a conocer y tener así de cerca?”, fueron las palabras de padre a hijo.

Pues se vale pensar en lo que resulta inimaginable y no está de más creer que se puede hacer realidad. De 1986 al 2005 pasaron casi dos décadas en las que Campo Elías (padre) tuvo al ‘10’ de la Selección Argentina como ídolo deportivo y sin necesidad de pagar un vuelo pudo conocerlo con la compañía de su hijo.

Ahora, Campo Elías (hijo) sabe que ver a su padre y a Diego físicamente es imposible, pero me atrevo a preguntarle de su sensación al enterarse de la muerte del exfutbolista y me responde:

“Lo primero que se me vino a la mente fue: descansó. Estuve muy impresionado con la imagen que tenía desde hace año y medio, la de una persona que no estaba bien”

Lo cierto es que estando bien, medio bien, mal o terriblemente, Diego Armando Maradona siempre estuvo en la retina de la gente, sin importar lo cerca o lejos que estuviese. Odiado o amado, crucificado o idolatrado, comprendido o malentendido, al final eternamente recordado.

En Cartagena de Indias, su nuevo comienzo. En Campo, sus recuerdos al lado de su padre. En mí, el máximo representante de la historia xeneize, porque como dijo una vez en la Bombonera, “la pelota no se mancha”.

 

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