Miles de hispanohablantes tienen problemas con la coma. La coma, no el coma, ese estado moribundo que suele atacar a muchos humanos. Me refiero a ese trocito gráfico curvado que debe ir acolitando el sentido expresivo de algunas palabras en los escritos. Sospecho dónde y cómo se levantaron esos problemas, pero el caso es que tales enredos con ese minúsculo signo de puntuación complican la vida de muchos a la hora de escribir un texto, por breve que él sea.

Por esa razón leemos con frecuencia escritos con la coma metida «donde caiga», como parece ser el «principio» que aplican algunos usuarios del idioma. Y, claro, por tal desmadre en la aplicación de la coma, terminan diciendo lo que nunca imaginaron decir. En algunas ocasiones parecieran ser libretistas de algún episodio chistoso. Esas situaciones embarazosas, casi en «estado de coma» para entender lo escrito, generan distorsiones de los mensajes. He «coleccionado» algunos de ellos, últimamente. Empiezo por un chiste que alguien me hizo llegar por correo electrónico.

Resulta que a Jaimito y a toda la clase les ordenaron realizar una composición sobre el día de la madre; debía incluir la expresión: «¡Madre solo hay una!». Pues bien, al día siguiente todos los muchachitos llevaron su composición, y la maestra dijo:

─ A ver, Luisito, léame su composición.

Luis declamó:

─ Iba yo cabalgando sobre mi potro salvaje, y de repente se desbocó; y mi madre me tomó sobre sus brazos y me salvó, porque ¡madre solo hay una!

La maestra aprobó, y dijo:

─ María, léame su composición.

Y María respondió:

─ Las olas del mar estaban agitadas, yo me hundí en sus profundidades. De repente la mano salvadora de mi madre me llevó a la superficie, porque ¡madre solo hay una!

La maestra siguió con su ronda.

─ A ver, Jaimito, lea su composición.

─ Íbamos mi madre y yo por un desierto, cuando atisbamos unas carpas de un campamento árabe. Sedientos, nos acercamos a una de las tiendas y entramos. En ella había una nevera, la cual abrí y vi una gaseosa que quedaba en el fondo, y dije: ¡Te fregaste, madre, solo hay una!

No quiero aguar el chiste, por eso no añado comentario alguno. Deduzca usted, estimado lector, el radical cambio en el sentido de la oración con la introducción de una coma en la frase dada.

Estos otros ejemplos se los ofrezco con la esperanza de que usted caiga en la cuenta de lo diferente que es un mensaje, cuando la bendita coma no ocupa el lugar que le corresponde:

1.«Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría en cuatro patas en su búsqueda». Del reconocido escritor argentino Julio Cortázar, esta oración carece de comas. Se dan dos interpretaciones, según el capricho del lector. O se acomoda el sentido de la oración, según se trate de hombre o de mujer quien lee. Veamos:

«Si el hombre supiera, realmente, el valor que tiene la mujer, andaría en cuatro patas en su búsqueda». Es decir, el hombre buscaría incesantemente a la mujer si la valorase en su justa medida.

Pero: «Si el hombre supiera, realmente, el valor que tiene, la mujer andaría en cuatro patas en su búsqueda». ¡Distinto! Y son las mismas palabras, ni una más ni una menos. Aquí dice que, si el hombre tuviera autoestima, sería la mujer quien lo buscase en cuatro patas.

  1. Lucía, vino a mí: Esta oración es un vocativo, el hablante le pide a Lucía que le sirva vino.
  2. A) Lucía vino a mí: Esta otra, con las mismas palabras, pero sin la coma después del nombre Lucía, ya no dice lo mismo; es una afirmación, ahora dice que Lucía se dirigió hacia el hablante.
  3. No, son solamente latas: Con esta exclamación alguien advierte que seguramente entre algún montón de objetos, apenas hay latas; nada más. La negación es una advertencia puntual para que no quede duda de que son apenas latas. Por eso lleva coma.
  4. A) No son solamente latas: En cambio aquí, con las mismas palabras, pero eliminando la coma, lo que dice es que no hay únicamente de latas; es decir, hay otras cosas en el montón de objetos.
  5. Las secretarias que fueron al paseo la pasaron de maravilla: Esta oración señala que solamente gozaron las secretarias que estuvieron en el paseo. Se entiende que otras secretarias optaron por no asistir a él. No se necesita la coma.
  6. A) Las secretarias, que fueron al paseo, la pasaron de maravilla: En cambio aquí se dice que todas las secretarias estuvieron de paseo. El artículo determinante las involucra a todas las personas con esa profesión en la empresa. Las comas después de ‘secretarias’ y de ‘paseo’, introducen una oración explicativa (o inciso). ¿Qué explica? ¡Que ellas fueron al paseo! Si se eliminara tal oración no cambiaría mucho la afirmación; sencillamente, diríamos que esas empleadas disfrutaron, pero sin decir dónde: «Las secretarias la pasaron de maravilla».
  7. Para Pedro aquí todo está igual: Sin coma, esta oración dice que, según la opinión de Pedro, todo sigue lo mismo que antes en un determinado lugar.
  8. A) Para, Pedro, aquí todo está igual: En cambio aquí alguien se dirige a Pedro (vocativo) y lo exhorta a detenerse, a parar la marcha, porque todo está igual. Seguramente, esperaban encontrar alguna novedad.
  9. No, me quedó bien: Si alguien le preguntara a otra persona si un trabajo determinado quedó mal, ella podría responder con esta oración; confirmaría que sí quedó bien hecho. Con coma, primero, introduce la advertencia de que no quedó mal.
  10. A) No me quedó bien: Con esta otra expresión, en la que la coma ha desaparecido, se dice que el trabajo quedó mal ejecutado. No quedó bien.

¿Nota usted, respetado lector, las diferencias? ¿Le quedó claro cómo la aplicación de la coma fuera de lugar nos hace decir lo que no queríamos decir?

Sin el uso de la coma, el bello español entra en «coma». ¡No lo dejemos morir!

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.